Simón o Simeón El Estilita (521-597) pasó los últimos 45 años de vida encaramado sobre una columna de diez metros de altura, enclavada en el Alto de las Maravillas, cerca de la ciudad de Antioquía, en Siria. Aunque existe cierta confusión con los verdaderos datos biográficos de este personaje, puesto que hay hasta tres distintos anacoretas que son conocidos por el nombre de Simón El Estilita, al parecer, la vida de mortificación del que nos ocupa comenzó una Pascua en que decidió ayunar durante cuarenta días. Para no flaquear en su voto, se hizo atar a una roca a la que permaneció ligado durante todo ese tiempo. Al finalizar el ayuno voluntario, y viendo que ninguna de las órdenes religiosas y monacales existentes le ofrecía el austero y ascético modo de vida que él buscaba, decidió marchar al desierto y hacer su hogar sobre una columna para aislarse totalmente del mundo. En ella, cubierto con la piel de un animal como único abrigo, comía exclusivamente lo que tenían a bien ofrecerle los pocos que pasaban por allí. Para facilitar esa muestra de caridad, se hizo construir un rudimentario ascensor, del que se servía para recibir los donativos. Fue tal su fama de santo varón que acudieron a verle muchos de los grandes personajes de la época, entre ellos el Papa León I y el emperador Teodosio. Siglos después, el ateo Luis Buñuel ("ateo gracias a Dios" como él mismo solía decir) dedicó una famosa película a narrar su ascética vida.
El estadounidense Charles Osborne (1894-1991) comenzó a padecer un ataque de hipo en 1922, mientras sacrificaba un cerdo. Desde entonces y hasta el 1 de mayo de 1991, fecha en que falleció por otras causas, el ataque no le remitió. Es decir, estuvo hipando continuamente (a un ritmo que oscilaba entre 20 y 40 hipos por minuto) durante más de 71 años de los 97 que vivió. A pesar de este inconveniente, Osborne contrajo dos matrimonios, de los que nacieron en total ocho hijos.
El ciudadano austriaco Adam Rainer (1899-1950) medía solamente 118 centímetros a los 21 años. Pero a partir de ese momento comenzó a crecer a un ritmo inusitado. En 1931 ya medía 218 cm. Y al morir, en 1950, su altura era de 234 cm.
Eddie Gaedel pasa por ser el único enano que
ha participado en una de las ligas Mayores de béisbol americano.
Este bateador de solo 99 centímetros de altura (que vestía un
uniforme con el dorsal 1/8) fue contratado por los Saint Louis
Brows con la esperanza de aumentar la asistencia de público a los
partidos de su equipo y bateó una sola vez, ganando una base tras
varios lanzamientos fallidos del pitcher, en el partido que
enfrentó a su equipo contra los Detroit Tigers el 19 de agosto de
1951. Ese mismo equipo fue también el primero en contratar los
servicios, ese mismo año de 1951 de un psicólogo.
Claro que aun más raro es el caso de Hugh L. Daly que, entre 1882
y 1887, fue jugador profesional de béisbol, estando enrolado en
diversos equipos de las Ligas Mayores como segunda base y short
stop. Lo asombroso es que Daly solo tenía un brazo.
El guardabosques estadounidense Roy C. Sullivan fue alcanzado siete veces en su vida por un rayo. La primera vez (1942) sólo sufrió la pérdida de la uña del dedo gordo de un pie; en la segunda (1969) se le quemaron las cejas; en la tercera (1970) sufrió quemaduras en el hombro izquierdo; en la cuarta (1972) se le quemó el pelo y también las piernas; en la quinta (1973) de nuevo se le quemó el pelo y también las piernas; en la sexta (1976) (1976) se le quemó un tobillo, y en la séptima y última (1977) sufrió quemaduras en el pecho y el estómago. Tras sobrevivir a tantos y tan peligrosos accidentes, Sullivan, se dice que desilusionado por un desengaño tras una tormentosa relación amorosa, se suicidó finalmente en 1983, disparándose un tiro.