Tiempos de guerra, tiempos de hambre. Y más cuando hablamos de cuatro largos años. Todos los países envueltos en la contienda se resintieron, pero en el caso de Austria, Rusia y Alemania se rozó la desesperación. Conocido es el llamado 'invierno de los nabos alemán' (1916-1917). El bloqueo naval de los británicos fue duro desde el principio, pero cada vez se agravó más y más la situación. Hay unas fotos espeluznantes de niños, similares a las de los campos de exterminio. A esto se sumaba la pérdida de la cosecha de patata, alimento clave de la dieta. El nabo, con muchas menos calorías, ocupó su lugar. La situación se volvió trágica y las muertes de civiles se multiplicaron por la mala alimentación, por sustitutivos tóxicos y por el cruel frío -tampoco había carbón-. Inevitables las revueltas y las huelgas. En las guerras, siempre se da prioridad al suministro de los soldados, al frente. Pero la situación allí no era mucho mejor. De ahí que se confraternizara en busca de comida. Se intercambiaba tabaco, incluso esculturas que se realizaban con las anillas de las granadas. En el caso de franceses y británicos, no había abundancia y los alimentos no siempre estaban en las mejores condiciones, pero no vivieron esa situación límite.
Las cifras hablan solas. Los británicos enviaron un millón de caballos al frente y sólo 62.000 regresaron a sus establos. Eran mucho más visibles y estaban más indefensos que los soldados. Aunque no hay una cifra cerrada, se estima que unos ocho millones de caballos, entre ellos, unas 7.000 mulas prodecentes de España, murieron en la Gran Guerra. La mayoría fueron reclutados de sus granjas, pero su papel no se limitó al campo de batalla. Debido a la irregularidad del terreno, arrastraron alimentos, armamento e incluso camillas con heridos. Debido al alto número de caballos heridos y al sufrimiento que vivieron, incluso había hombres especializados en matar caballos heridos.
Empecemos por el frente. Los teléfonos estuvieron presentes en diferentes unidades, pero presentaban un problema, los cables. Las trincheras eran el único lugar para conectarlos y con frecuencia se veían afectados por los ataques. Por ello, tiraban de métodos más rústicos: signos, espejos, banderas de distintos colores, lámparas de parafina o cohetes entre las distintas líneas de trinchera. Luego estaban los animales: palomas y perros que llevaban mensajes de una zona a otra. Y, por último, los corredores. Los soldados que portaban de un lado a otro la información. Era uno de los puestos más peligrosos del frente. Hitler fue uno de ellos. No se puede pasar por alto el papel de la radio, se utilizaban dispositivos móviles capaces de transmitir y recibir código Morse, pero la mayoría eran muy grandes, frágiles y su alcance era limitado. Fueron mucho más utilizadas en el mar. La comunicación con la sociedad civil fue por carta. Teniendo en cuenta, como en todas las guerras, la censura, además de por un tema de seguridad, por un tema moral, había que tener alta la moral de los soldados.
Hubo deserciones en todos los ejércitos, pero más bien minoritarias; en el caso ruso fueron batallones enteros los que huyeron de la contienda. A los que pillaban solían fusilarlos. Los rusos llegaron a la Gran Guerra con una preparación y una moral mucho más baja que el resto, los oficiales eran aristócratas en un sentido mucho más acentuado, trataban a los soldados como carnaza. Por ello, los primeros reveses de la guerra llevaron a muchos combatientes a matar a sus oficiales y, en algunos casos, a las deserciones masivas. Pero no fueron los únicos, en el caso alemán se acentuaron durante los últimos meses de la contienda, en el 18. Si hablamos de Francia, hay que destacar el motín de la primavera del 17. Numerosos regimientos se negaron a obedecer órdenes. La elevada cifra de muertes en acciones inútiles y sin sentido, sumado a las miserables condiciones en las que se encontraban en las trinchera les llevó a tomar esta decisión. Hubo arrestos, sanciones y fusilamientos. Pero se consiguió mejorar algo las condiciones: permisos más largos y ataques más controlados.