Jonathan Swift, es uno de los grandes prosistas de la literatura inglesa. Un día se disponía a salir de casa a pasear con su caballo y pidió a su criado las botas de montar; al ver que estaban sucias, el criado se excusó diciendo "Señor, pensé que como se iban a manchar de nuevo no merecía la pena tomarse el cuidado". Swift calló, y cuando salía por la puerta del patio el criado le llamó angustiado: "Amo os olvidáis de dejar la llave de las despensa…", a lo que replicó el irónico escritor con sorna: "¿Para qué la queréis?", el sirviente le contestó que para preparar el almuerzo, a lo que Swift respondió: "No hará falta; ¿para qué? ¡después de todo, dentro de unas horas querréis comer de nuevo!".
Un poeta por quien Jacinto Benavente sentía una clara antipatía apareció una tarde por la tertulia que frecuentaba el famoso escritor, diciendo quejumbroso, y mostrando uno de los carrillos de su cara notablemente hinchado: "Siempre pensé que los dolores de muelas eran cosa propia y única de los imbéciles…", aludiendo al terrible flemón de su boca. Benavente, que lo miraba como quien contempla una rara aparición, le dijo: "Pero hombre de Dios, ¿y que le hace pensar que no estaba usted en lo cierto?".
Este autor romántico inglés sufría mucho a causa de una notable cojera que le restaba prestancia y hacía su andar menos gallardo de lo que él hubiera querido. En cierta ocasión la duquesa de Devonshire, muy hermosa, pero bizca, quiso gastarle una broma con su juego de palabras y le preguntó con una mirada irónica: "¿Cómo andáis hoy, Lord Byron?". Entonces el poeta, fingiendo una tranquilidad que no sentía le contestó: "Señora, ando como vos veis".
Rafael Gómez ortega, El Gallo, muerto en 1960, estaba casado con Pastora Imperio y era conocido por las espantás que de vez en cuando protagonizaba en los ruedos. En cierta ocasión tuvo una pésima actuación en Madrid y llovieron sobre el ruedo miles de almohadillas y una cantidad aún mayor de insultos e improperios. Se escondió el maestro para evitar la furia del público, y pasado lo peor preguntó a su mozo de espadas: "Oye, ¿qué decía de mí esa gente?"; a lo que muy diplomático contestó el interpelado: "Maestro, hubo división de opiniones, pero de usté nadie dijo na malo". Se extrañó El Gallo, e insistió en su pregunta: "Pues yo he oído muchos gritos y palabras muy gruesas". A lo que replicó sin perder la sangre fría el subalterno: "¡Es verdad, pero unos se referían a su padre, y otros a su madre de usted, Maestro!".
Julia Bernard de Recamier, dama francesa del primer tercio del XIX , célebre por su talento y belleza, fue llevada a París a los dieciocho años y se casó con el banquero Recamier en 1793, tuvo fama de encandilar a los hombres, en una ocasión le preguntaron cómo lo conseguía con tanta facilidad, a lo que respondió: "Todo es cuestión de unas cuantas palabras; cuando uno llega, exclamo: "al fin, querido!"; y cuando se va, susurro: ¡tan pronto, mi señor…?".
Cuando a Mahatma Gandhi, visitó Inglaterra, le preguntaron mientras caminaba por Londres qué le parecía la civilización occidental, se limitó a decir mientras sonreía: "Pienso que es una excelente idea".
El escritor irlandés Oscar Wilde, autor de El retrato de Dorian Gray y del Abanico de Lady Windermere, murió muy pobre y solo en un hotel de París en el año 1900. La víspera de su muerte pidió una botella de Champagne. Como había vivido sus últimos meses completamente arruinado, dijo al descorchar la botella: "Creo que estoy muriendo por encima de mis posibilidades".