Desde pequeño el sueño del camionero de los Ángeles Larry Walters (1949-1993) había sido volar. De hecho intentó ingresar en las fuerzas aéreas, pero fracasó debido a sus problemas de visión, así que, dado su escaso presupuesto, comenzó a investigar una manera casera y barata de conseguirlo. Pronto llegó a la conclusión de que podía fabricarse su propio globo aerostático atando entre sí globos meteorológicos inflados con helio y uniéndolos a un vehículo de vuelo, por ejemplo, una de las sillas de su jardín. En 1982, compró cuarenta y cinco globos sonda meteorológicos de 10 m3 de capacidad y 1,22 metros de diámetro cada uno en una tienda de repuestos de la marina, así como varias bombonas de gas helio, y se preparó para lo que sería la gran aventura de su vida. Una vez listo, Walters reunió a sus amigos para tan solemne ocasión y, desafiando al sentido común, tras un breve discurso, llevó a cabo los últimos preparativos. Tomó su confortable silla de jardín de aluminio y la ancló con una cuerda al parachoques de su camioneta. Después ató los globos al armazón de la silla y los llenó con 450m3 de helio. Luego bautizó solemnemente su "silla voladora" con el nombre de Inspiración 1 y se proveyó de los pertrechos que consideró oportunos para el viaje: una radio de veintisiete megaciclos, unas cuantas latas de cerveza, algunos bocadillos y un rifle de aire comprimido. Su plan era sobrevolar el valle a unos cómodos nueve metros de altura y, cuando se cansara, estallar algunos globos con su arma para ir descendiendo lentamente hasta el suelo. Al cortar el cable, su "vehículo" comenzó a subir, y a subir…
Los
cálculos iniciales de Larry indicaban que la silla se detendría,
como mucho, a unos treinta metros de altura aproximadamente; sin
embargo, no lo hizo hasta alcanzar los cuatro mil ochocientos.
Además, la silla no permaneció estacionaria sino que, como es
lógico fue arrastrada por el viento por todo Los Ángeles. A esa
altura, Larry temía disparar a los globos y desequilibrar todo el
conjunto, por lo que permaneció más de catorce horas volando. Pero
el auténtico problema llegó cuando la silla tomó la misma ruta
aérea de aproximación y descenso de los aviones que se dirigen al
Aeropuerto Internacional de los Ángeles. Inquietos, desde la torre
de control del aeropuerto lograron contactar con Walters en el
canal 9 de la frecuencia de 27 MHz, un canal exclusivo para la red
Nacional de Emergencias. Como es natural, se le ordenó
insistentemente que descendiera, a lo que Walters respondió que ya
le gustaría, pero que no tenía medios para hacerlo. Habían pasado
catorce horas desde el despegue y Walters estaba en un estado
próximo a la hipotermia. Le costaba pensar con claridad, pero aún
conservaba la lucidez suficiente como para no atreverse a
disparar contra los globos que lo sustentaban. De pronto dos
reactores Douglas F4.D Phantom II de la Guardia Nacional
aparecieron como por arte de magia frente a Larry y lo conminaron a
descender. Los pilotos militares le informaron de que habían
recibido órdenes de derribarlo si no cooperaba. Si no sabía como
bajar, ellos lo ayudarían con los cuatro cañones automáticos de
veinte milímetros que llevaba cada avión. Aterrado, Walters se
decidió y prefirió el riesgo de disparar a los globos al ser
embestido por un caza militar o un Jumbo comercial.
Pero
el descenso no fue tan suave como él había planeado: se precipitó a
toda velocidad hacia el suelo hasta que los globos de enredaron en
una línea de alta tensión, cortando los cables. El apagón dejó a
todo Long Beach sin luz durante veinte minutos. Cuando Larry
consiguió desengancharse de la silla y bajar a tierra por una de
las torres eléctricas, encontró a un ansioso destacamento del
departamento de Policía de Los Ángeles esperándolo. Mientras se lo
llevaban esposado, un periodista le acercó un micrófono y le
preguntó: "¿Por qué lo hizo?". Walters, ya recuperado del susto,
respondió tranquilamente: "¿Qué quieren? ¿Qué me pase toda la vida
sentado en mi casa?".
Walters pronto se convirtió en un héroe en
Los Ángeles. La Administración Aeronáutica Local tardó meses
en encontrar de qué acusarle, pero al final lo hizo y solicitó su
procesamiento, condena y prisión. Larry salió del asunto con una
multa de mil quinientos dólares y una reputación que lo persiguió
el resto de su vida. No obstante, también batió con su descerebrada
hazaña el récord mundial de altitud para formaciones de globos de
helio, disfrutó de un breve periodo de fama, incluyendo apariciones
en programas de televisión y en un anuncio de relojes
Timex.
Sin embargo, once años después de su vuelo,
solo, pobre y desesperado, pensó que su vida era un fracaso. El 6
de octubre de 1993 se internó en un bosque con su escopeta, apoyó
la culata en el suelo y la boca del cañón en su pecho y apretó el
gatillo. Tenía solo cuarenta y cuatro años.
Adelir Antonio, un sacerdote católico brasileño de cincuenta y un años de edad, conocido popularmente como "El cura volador", murió en 2008 tratando de establecer un récord mundial de vuelo sustentado en globos agrupados. Adelir ascendió hacia las nubes desde la localidad de Paranaguá, pero el mal tiempo (fuertes vientos y lluvia) lo complicó todo. El sacerdote fue arrastrado hacia mar abierto y, cuando llamó por teléfono para pedir ayuda, es equipo de salvamento no pudo determinar su ubicación ya que él no sabía cómo utilizar el GPS.