Revista 100
Número 100

PlazaMiedes de Atienza

Parece que la historia ha querido que Miedes de Atienza sea un pueblo fronterizo: lo fue en tiempos de la Reconquista y lo es ahora como último pueblo de Guadalajara. A pocos kilómetros siguiendo su estratégico desfiladero entramos en tierras sorianas y llegamos a Retortillo.

 

La ubicación de Miedes de Atienzano se debe al azar, se encuentra junto a uno de los pocos pasos que unen las dos mesetas y que, desde tiempos muy lejanos, ha servido como vía de paso obligado para comerciantes y ganado, pero también a soldados y peregrinos.

 

Miedes se encuentra en la 8.ª etapa de la Ruta de la Lana, que, desde el SE de Cuenca, sirve de camino a peregrinos jacobeos del Levante peninsular y se dirige a Burgos, para enlazar allí con el camino francés con destino a Santiago de Compostela. Esta etapa parte de Atienza y acaba en Tarancueña, pasando por Tordelloso, Alpedroches, Miedes de Atienza y Retortillo de Soria.

 

En su término municipal se han encontrado yacimientos del Neolítico Superior con restos líticos y cerámicos. También se han hallado varios asentamientos de le Edad de Bronce, en los que se han encontrado restos cerámicos y metal.

 

Posteriormente la zona fue ocupada por celtas y romanos. Los yacimientos de numerosos villae atestiguan que en aquellos tiempos remotos la comarca de Miedes estaba más poblada que en la actualidad y parece que ambas culturas convivían pacíficamente. Los primeros testimonios escritos de Miedes  se remontan a la Edad Media y hacen referencia a la Reconquista y repoblación de toda la comarca.

 

La ubicación del pueblo,  en la vertiente sur de uno de los pasos naturales entre ambas mesetas,  lo sitúa entre las fortalezas de Gormaz y Atienza, al lado de una colina de fácil defensa donde todavía hoy se pueden apreciar los restos de una torre vigía que, posteriormente, fue transformada en palomar. Estas circunstancias hicieron posible el asentamiento de una comunidad con el fin de controlar la frontera sur del Duero así como servir de foco de hostigamiento a las avanzadas musulmanas.

 

El Cantar del Mío Cid cuenta cómo Rodrigo Díaz de Vivar pasó a Castilla la Baja por el angosto camino que guarda Miedes. Tras la reconquista de la zona por Alfonso VI, este pueblo quedó incluido en la jurisdicción de Común de Atienza, pasando en el siglo XIV al señorío del magnate castellano Íñigo López de Orozco, de quien heredó en 1375 su hija María López. Un siglo después aparece como señor de Miedes don Íñigo López de La Cerda y Mendoza, hermano del primer duque de Medinaceli, quedando ya en el señorío de esta casa nobiliaria. Estando en posesión de doña Ana de la Cerda, casó esta señora con don Diego Hurtado de Mendoza, a quien los reyes católicos dieron, entre otros, los títulos de príncipe de Mélito, duque de Francavilla, marqués de Argecilla y conde de Miedes. En este condado de Miedes, se incluyeron desde un principio la propia villa de Miedes, y los lugares de Ujados, Hijes, Somolinos, Torrubia, Albendiego, Campisábalos y ambos Condemios. Todos esos títulos y lugares pasaron a la hija de estos señores, doña Ana de Mendoza y de La Cerda, que al contraer matrimonio con Ruy Gómez de Silva tomó el título, de princesa de Éboli, y luego ambos obtuvieron el de duques de Pastrana, en cuyo estado, y luego en el del Infantado, siguieron Miedes y su entorno hasta el siglo XIX, en que, por su población e importancia, fue catalogada como cabeza de partido judicial, cediendo más adelante tal prerrogativa en beneficio de Atienza. La población de Miedes durante los siglos XVI al XIX fue numerosa, y contó con gentes de la nobleza y algunos letrados. Un cura de la villa, en el siglo XVII, llamado Francisco Somolinos, fundó una cátedra de Gramática para los jóvenes del pueblo, siendo su primer profesor don Jerónimo de Cozar.

 

Fuente

 

El caserío de Miedes posee algunos de los mejores ejemplos de la arquitectura popular típica de estas tierras. Casas con gruesos muros de mampostería y otras levantadas con sólidos muros de sillar de piedra roja. También podemos encontrar algunos palacios del siglo XVIII, en cuyas fachadas lucen bellos escudos nobiliarios como en el palacio de los Beladíez Truxillo en la plaza Mayor; o el de Juan Recacha, cerca de la iglesia. también hay que destacar una enorme casona con el escudo de la Inquisición. No hay duda que este fue un pueblo señorial donde numerosos nobles tenían casa.

 

El núcleo urbano se encuentra dividido en dos por la carretera CM-1005 que sigue el trazado del antiguo camino que tomó  El Cid en su destierro. Junto a la carretera se encuentra una emblemática fuente del siglo XVIII con un pilón redondo, de la que cogían el agua por medio de canalillos portátiles y a la que todavía acuden muchos a llenar sus garrafas de agua.

 

Panoramica

 

La iglesia parroquial solo conserva la cabecera con triple ábside de su primitiva estructura románica, el resto es obra del siglo XVIII. El templo está dedicado a la Natividad de la Santísima Virgen. La ampliación del edificio comenzó en 1790 y concluyó en 1795. De esa época es la talla del llamado Cristo del Miserere y un altar con pinturas donado por Juan Recacha. En el suelo del presbiterio había una sepultura con el escudo nobiliario de la familia Beladíes Truxillo.

 

El año pasado se acometieron importantes obras de restauración del edificio y ha perdido algo su carácter. No obstante, sus retablos don verdaderas joyas del barroco. 

 

Hoy Miedes no es la ni la sombra de lo que fue. Por su estratégico desfiladero serpentea una carretera tercermundista por la que apenas circulan unos pocos vehículos cada día. Su población se ha visto mermada por la emigración y hoy apenas cuenta con 67 habitantes. La principal actividad económica es la agricultura ya que el terreno es frío pero idóneo para el cultivo del cereal.

Plano de ubicación en: www.revistasolana.es

 

Panteon

 

 
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