Durante los meses de verano y otoño Bañuelos parece un oasis en el páramo de tierra roja y rastrojos resecos. El agua que brota de sus fuentes ha creado una isla verde, que contrasta con la dureza de estas tierras que vieron el paso del Cid hacia su destierro.
Posiblemente, una de las principales razones que llevaron a los fundadores de este minúsculo pueblo a asentarse en el lugar sea el caudaloso manantial que hoy se ha convertido en una poderosa fuente de ocho caños construida en 1904 siendo alcalde Tomás Beracho, tal y como reza una inscripción en el frontal. Como en Casillas, los vecinos de Bañuelos se sienten orgullosos del agua que brota de sus ocho caños dispuestos de dos en dos. El agua de la fuente brota de una enorme piedra situada justo encima de los caños y cae sobre un estrecho pilón. En verano aporta frescor a los botijos de los vecinos y en invierno la diferencia de temperatura provoca que una bruma vaporosa emerja de sus aguas. Al otro lado del camino se encuentra el lavadero, construido en 1965 y que hoy ya no usa nadie. La fuente se encuentra a las afueras del pueblo y el camino está flanqueado por chopos, nogueras, olmos y una espesa vegetación, que le concede al entorno un acogedor frescor en los calurosos días del verano.
Bañuelos se encuentra a una altitud de 1154 m, y es el pueblo más
al norte de la provincia de Guadalajara; más allá se encuentra
Soria. El caserío descansa sobre una ladera, así que todas las
calles están inclinadas en mayor o menor grado. Desde su posición
dominante se observa el valle del río Cañamares, que nace en la
fuente de los ocho caños. Este río debe su nombre a que, hasta
no hace muchos años, el cultivo principal de estas tierras era el cáñamo del cual se extraían fibras para confeccionar cuerdas y lonas. Hay que recordar que hasta que se descubrió América y el algodón la lana y el cáñamo eran las principales materias primas para la confección de tejidos. Bañuelos producía ambas en cantidad y calidad. Hoy ya no se cultiva cáñamo y el rebaño del pueblo desapareció cuando Segundo, el último pastor, se jubiló. La vega del Cañamares se emplea para el cultivo extensivo de cereal y en los cerros que rodean rl pueblo se levantan enormes aerogeneradores que mueven sus aspas para atrapar el viento.
Por el término de este municipio discurre la Ruta Histórico
Cultural y Turística del Camino del Cid, que marca dos itinerarios
tomando como punto de partida el Poema del Mío Cid.
La mayoría de los 14 habitantes del pueblo son jubilados. En estas
tierras tienen un carácter abierto y sociable, es curioso, pero la
amabilidad es un rasgo común de los habitantes de las tierras al
norte de Atienza.
El caserío de Bañuelos conserva las características comunes de toda
la comarca: casas de gruesos muros de piedra con pequeñas ventanas
orientadas al sur. Y aunque todavía hay algunos edificios ruinosos
dentro del casco del pueblo, se nota la importante labor de
recuperación del patrimonio llevada a cabo por parte de los
vecinos.
A las afueras del pueblo, junto a la carretera, se encuentra la
ermita de la Soledad. El edificio más representativo es la iglesia
parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo
XVI. La iglesia es un edificio pequeño y austero, pero, sin duda,
conserva un encanto único, cercano y familiar que hace de este
templo algo especial. Quizá porque sus dimensiones invitan al
recogimiento y sus muros transmiten paz. A pesar de su reducido
tamaño Bañuelos tiene ayuntamiento propio y se gobierna a través de
un concejo abierto.
Las fiestas patronales son en honor de San Antonio el día 13 de
junio y, como quiera que en esa fecha, hay poca gente, se celebran
otra vez el primer fin de semana de agosto.