España es el primer destino del mundo en
turismo vacacional y el segundo país más visitado del mundo.
La llegada de turistas es imparable. En 2015 visitaron España en
total 68,1 millones de extranjeros, la mayor cifra de la historia.
Significa una subida del 4,9 % y se bate así el récord del 2014,
que terminó con 65 millones de turistas.
El mes pasado los medios de comunicación hicieron un detallado
seguimiento de las vacaciones, pagadas por su jefe, de 2500
trabajadores de una multinacional china. En solo seis días
visitaron Madrid, (4 días) Toledo (1 hora) y Barcelona (2 días). Al
jefe, la excursión de sus empleados aventajados le salió por más de
siete millones de euros. El empresario chino, Le Jinyuan, explicaba
que el objetivo del viaje es impulsar el intercambio cultural. «La
historia, la cultura, la magnífica diversidad geográfica y
gastronómica de Europa en general, y de España en particular, hacen
que sea el lugar ideal para celebrar este gran evento».
Efectivamente, en esos seis días pudieron degustar una megapaella
versión botellón y disfrutaron del paisaje manchego en el trayecto
Madrid-Toledo. En esos seis días también se empaparon de la cultura
española: asistieron a una corrida de toros sin sangre y,
seguidamente, disfrutaron de un espectáculo flamenco en el mismo
ruedo. Todavía tuvieron tiempo de entrar al palacio Real, visitar
el museo del jamón e ir de compras.
A muchos de ustedes todo esto les parecerá un poco exagerado e
incluso esperpéntico, pero la verdad es que las vacaciones de la
mayoría de los españoles no son muy distintas a las de estos
chinos. Para la mayoría, las vacaciones en general y las de verano
en particular, suponen tragarse atascos kilométricos a la ida y a
la vuelta de su destino, pelearse por unos pocos centímetros
cuadrados de playa para poner la sombrilla, abrirse paso a codazos
para mojarse el culo en el mar y esperar pacientemente a que les
sirvan una paella recalentada en el chiringuito de turno. Frente al
turismo de sol y playa está el turismo cultural, igualmente
masificado, donde te subes a un autobús que hace un recorrido por
las principales atracciones y te dan cinco minutos para bajar y
hacerte la foto testimonial de que has estado allí.
No cabe duda que el turismo es uno de los principales pilares de la
economía española, pero esta masificación tiene una serie de
efectos secundarios que hay que tener en cuenta. Creo que corremos
el riesgo de convertirnos en una especie de parque temático donde
una parte de los turistas vienen a desparramar.
Cada vez que saco una excursión en Solana tengo sentimientos
contradictorios; por un lado pienso que es bueno que se conozcan
lugares tan especiales y despoblados y creo que el turismo
responsable puede ser el motor para reactivar la maltrecha economía
de estos pueblos y asentar la población. Por otro lado, siento
miedo de que algunos irresponsables hagan un saqueo sistemático de
lugares tan poco poblados. Cuando visité Majaelrayo me sorprendió
que los tiestos estuvieran atados con cadenas a las rejas de las
ventanas para que los domingueros no se los llevasen. En verano los
vecinos tienen que hacer guardia en las huertas para que no les
roben las hortalizas. Hay algunos que incluso se llevan las piedras
de las vallas como recuerdo.
Rogelio Manzano Rozas