La primera visión que se tiene de un mirlo acuático europeo Cinclus cinclus sorprende al observador. Es asombroso verle penetrar en el agua o zambullirse en ella como si fuera un ave acuática. Depende absolutamente de los cursos bien conservados y, por ello, su población desciende alarmantemente en casi toda su área de distribución.
Este paseriforme de mediano tamaño, de cola corta y alas más bien pequeñas, posee un cuerpo rechoncho y compacto que le otorga un aspecto característico. En su plumaje dominan los tonos pardos muy oscuros -casi negros- en el dorso, que dan paso a otros achocolatados en la cabeza, el cuello y el vientre. Luce un llamativo babero blanco que se extiende hasta el pecho. Las patas son cortas y robustas y el pico es fino en forma de daga. El joven presenta colores grisáceos en el plumaje, de aspecto escamoso; a diferencia de los adultos, luce un anillo ocular blanco, mientras que su babero -mucho menos definido y extenso- es de color crema sucio. De carácter nervioso, esta ave vuela rápidamente sobre la superficie del agua y se mueve con soltura entre las piedras del río antes de lanzarse a bucear. Cuando está posada suele mostrarse inquieta; levanta la cola y realiza continuas flexiones con las patas.
El mirlo acuático vive con preferencia en ríos de curso rápido, torrenteras, arroyos de montaña, cascadas y es más abundante en cursos de agua de montaña, e incluso pequeños lagos, que en zonas bajas. En el otoño e invierno desciende de nivel y muchos son entonces vistos en las orillas de los ríos de curso lento y ancho cauce, cerca de «rabiones» o pequeñas cascadas y en estuarios. Si el tiempo es frío y la nieve llega pronto a la montaña, los mirlos descienden por el río buscando lugares favorables e incluso algunos cambian de cuenca fluvial si su densidad es grande. En época de fuertes heladas se le ha visto en las playas, en la costa Cantábrica y, concretamente, en zonas próximas al estuario de algunos ríos asturianos. A menudo se le ve posarse en las rocas de la costa y picotear entre las algas o nadar en los pequeños charcos de agua que el reflujo de la marea deja por todas partes. Esta situación es normal incluso en inviernos cálidos.
Cuando se le observa en un pequeño riachuelo de montaña, sus
costumbres son curiosas. Se posa al descubierto, casi siempre sobre
una roca o piedra que emerge del agua, elevándose y agachándose
continuamente. Su vuelo es muy rápido y directo a lo largo del río
y muy bajo sobre la
Mirlo acuático europeo
Cinclus cinclus
Cinclidae
Passeriformes
18 cm
25-30 cm
50-75 g
Hasta 5 años.
Residente
superficie del agua, batiendo sus cortas alas, muy rápidamente Es una especie muy territorial y en zonas donde las temperaturas en el invierno son suaves su territorio es muy reducido. En él se ven mirlos solitarios o en parejas y si se les persigue en una embarcación pronto «doblan» el rio y vuelven a su zona. Aunque su vuelo es rápido las distancias que recorren son cortas, normalmente, entre 50 y 100 metros.
Para alimentarse vadea aguas someras observando atentamente las
plantas de las orillas y los cantos rodados. Nada muy fácilmente y
con agilidad y, sobre todo, se zambulle sin pensarlo mucho, a
menudo contracorriente y al llegar al fondo camina tambaleante
sobre las piedras ayudándose, si la corriente es fuerte, con sus
alas. Allí revuelve las piedras pequeñas y les da la vuelta,
buscando pequeños moluscos, crustáceos e insectos acuáticos. Esta
costumbre curiosa del mirlo acuático europeo ha sido causa de una
gran controversia entre los ornitólogos, ya que muchos estimaban
como imposible que el pájaro pudiera caminar por el fondo frente a
una fuerte corriente. Un grupo de ornitólogos demostró, después de
concienzudas observaciones, que había una probable explicación
mecánica al movimiento del pájaro bajo el agua y contra la
corriente, que no era otra que la postura que adoptaba, llevando la
cabeza baja y recibiendo toda la fuerza de la corriente contra su
espalda y cola. Recientemente la Sociedad de películas científicas
de la Universidad de Oxford realizó un ensayo manteniendo en
cautividad un mirlo acuático europeo. El pájaro se adaptó pronto a
su nuevo hábitat artificial y se lanzaba a un gran tanque,
preparado adecuadamente y por el que se hacía circular una fuerte
corriente de agua de hasta 4.500 litros por minuto. El mirlo
acuático se sumergía hasta el fondo, saltando desde una pequeña
roca, y a través de las paredes de cristal del tanque pudo filmarse
su actuación de forma ideal. Bajo el agua el mirlo acuático se
convierte en una criatura muy estilizada y, como el agua es más
densa que el aire, comprimía al pájaro de forma que las muchas
burbujas de aire contenidas entre las plumas hacían que su plumaje
resplandeciera. En el interior del tanque se soltaron gran cantidad
de crustáceos de agua dulce que eran consumidos por el mirlo
acuático con gran voracidad, para lo que daba vuelta a las piedras
buscándolos caminando por el fondo. Se pudieron medir inmersiones
de hasta 30 segundos, pero la mayoría duraron entre 10 y 20
segundos.
Cuando vuela suele emitir un áspero sonido metálico «¡¡clink,
clink!!» y posado una nota en tono alto « ¡¡sit-sit-sit!!». Canta
durante todo el año excepto a partir de la mitad de julio o un poco
antes, cuando comienza el período de muda y permanece silencioso
hasta octubre. En días soleados de otoño e invierno emite un gorjeo
dulce y suave, pero que está en la línea del canto del Chochín
Común Troglodytes. Normalmente lanza su canto desde un posadero
bajo sobre el agua, una rama o raíz sobresaliente o una roca. En
ocasiones se le oye de noche, en especial en plena primavera. En
los meses invernales ambos sexos emiten un seudocanto sostenido y
la hembra canta casi como el macho en toda época.
La alimentación del mirlo acuático Europeo está compuesta casi exclusivamente de insectos y larvas. Se cree que un 88 % del total de la dieta está formada por insectos acuáticos, sobre todo Coleoptera, Trichoptera, Odonata, etc. También pequeños crustáceos y moluscos. De aquellos, Gammarus y Daphnia son especialmente apreciados por el pájaro. Igualmente, consume una pequeña proporción de gusanos y lombrices, renacuajos y alevines de peces de río. En las costas y playas durante el invierno también pequeños pececillos y diminutos moluscos y crustáceos que picotea entre las algas de las rocas. Como curiosidad se cita que picotea peces muertos en las orillas del río y escasa materia vegetal. Se ha comprobado que no comen huevos de trucha y salmón.
Anida siempre junto al agua, cerca de su superficie o a altura no superior a 2 metros. En este caso los nidos más altos se han observado bajo puentes. Utiliza también grietas en los taludes rocosos, agujeros de muros, entre hiedra o vegetación trepadora de las orillas del río, algunas veces detrás de cascadas de agua y también en troncos viejos de árboles que «vuelan» sobre el agua. Ambos sexos trabajan en la construcción del nido, a menudo muy oculto, pero casi siempre fácil de descubrir, aunque no accesible si la pared o el puente están sobre un «pozo» de agua profunda. La mayor parte del material empleado es musgo, a veces muy seco, junto con hierba seca y fina. Tiene forma de bola o copa, con un agujero de entrada que suele tener una visera por encima de hojas y musgo. Casi todo él está recubierto de hojas secas y, muy frecuentemente, si las hay cerca eligen las de roble, Quercus robur. El interior está forrado de hojas.
Las parejas permanecen juntas durante todo el año y pronto
comienzan a verse. Antes de finalizar el invierno, durante el celo,
los machos vuelan alto sobre su pequeño territorio. Como el pájaro
es normalmente bastante silencioso y su vuelo bajo, sorprenden
estas exhibiciones que acompaña con un metálico «¡¡clink, clink,
clink!!» emitido en tono alto y duro y repetido varias veces. La
mayor parte de las parejas han construido su nido en la última
decena de marzo, aunque desde febrero se pueden encontrar nidos
completos y aun puestas de huevos. En zonas de montaña los primeros
nidos están terminados en la última quincena de abril. La puesta
consta habitualmente de 5 huevos, también 4 o 6 y alguna vez 7. Son
blancos, sin brillo.
La hembra incuba sola, sin que el macho se acerque al nido hasta
que no nacen los pollos. Solo se aproxima cuando la hembra sale
para comer, pero muestra mucha alarma si un observador se acerca al
lugar. En algunos casos se ve al macho cebar a la hembra en el nido
con asiduidad. A los 14-16 días nacen los pollos que son cebados
por ambos adultos durante casi un mes, pero a menudo salen del nido
antes, a los 24-25 días.
Cuando en todos los ríos norteños había molinos de agua este
pájaro era muy popular y en las balsas de agua que se formaban bajo
la cascada, si no se les molestaba, permanecían zambulléndose
mucho rato. Ahora en los viejos molinos abandonados se ven todavía
nidos, pero se aprecia un descenso muy notable en su densidad.
Dos puestas en la primavera son normales, la segunda de 3-4
huevos. Una tercera puesta es posible, sobre todo si es
consecuencia de haberse malogrado una de las dos primeras. En la
Península Ibérica la gran mayoría de los mirlos acuáticos ocupan
ríos y arroyos de montaña y allí se reproducen en número regular,
no abundante. La Cordillera Cantábrica posee una buena densidad en
todos sus cursos de agua y falta completamente en grandes
extensiones de la Meseta.
El mirlo acuático Europeo no es especie migradora. Pasa todo el
año en una reducida zona y únicamente se pueden observar
desplazamientos a lo largo de la cuenca del río de los mirlos
jóvenes que, a partir del otoño, buscan un territorio vacío donde
establecerse. El aniIlamiento científico ha puesto de manifiesto
que en las poblaciones situadas en el norte de Europa se produce
una cierta migración otoñal hacia países más al sur, pero siempre
son distancias cortas, salvo los que anidan en Laponia y otras
zonas septentrionales para los que se han determinado movimientos
que pueden oscilar entre 500 y 1.000 kilómetros. También los mirlos
de Centro Europa efectúan cortas migraciones que pueden quedar
enmascaradas con movimientos producidos por olas de frío.