Revista 104
Número 104

Sienes

A 1.033 metros de altitud se levanta Sienes, un pequeño oasis enclavado en las faldas de los montes de Valdehuzmendo y Torrellana (1.221 metros de altitud), en las estribaciones de la sierra Ministra. Gracias a sus más de 80 hectáreas de regadío proliferan una gran cantidad y diversidad de árboles frutales, choperas, fresnos, sauces, nogales y cultivos herbáceos.

 

Plaza

 

En las estribaciones de la sierra Ministra, al norte de la provincia de Guadalajara, descansa Sienes. Limita al Este con el término municipal de Miño de Medinaceli, al Norte con los de Alpanseque, Barahona y Valdelcubo y al Sur y al Oeste con el de Olmedillas, Villacorza, Riba de Santiuste y Querencia. Cuenta con dos pedanías, los pueblos abandonados de Tobes y Torrecilla del Ducado. Sienes es un pueblo que sorprende, después de dejar atrás los pueblos abandonados de Querencia y Tobes es difícil de imaginar que Sienes siga vivo.


Como otros pueblos de la comarca, Sienes conserva la típica arquitectura que distingue a esta zona de Guadalajara, que marca los límites de la provincia con la vecina Soria. Un paisaje de tierra y piedras rojas que aporta a los habitantes de esta comarca la materia prima para levantar los recios muros de sus casas e iglesias.


Sienes contagia su tranquilidad cuando se camina por sus calles limpias. Nada más llegar un perro se acercó a mí y bastó una caricia para hacernos amigos: durante toda la mañana no se separó un segundo de mi lado. Junto a este inesperado cicerone fui descubriendo las calles y rincones de este bello lugar. El agua que les falta a otros lugares de estas soledades parece que a Sienes le sobra. Las acequias que hay junto a los caminos sirven al perro como improvisada piscina. Los muros de las cercas están cubiertos de hiedra, que forma frondosos arcos en las puertas de las huertas.
A través de sus piedras Sienes nos habla de su historia. Llama la atención una picota de piedra blanca que hay junto a la fuente, su color y nueva factura desentonan con el conjunto del pueblo. Hasta los años ochenta en este mismo lugar se levantaba la picota original otorgada por Felipe II. Sorprendentemente en 1967 los vecinos derribaron este singular monumento, supuestamente para dejar más espacio a los coches.

 

Pasadizo-con-perro


El caserío de Sienes, salvo unas pocas excepciones, se ha mantenido intacto desde sus orígenes hace casi quinientos años. Las casas son de gruesos muros de piedra horadados por amplias ventanas que miran al sur. Por el contrario, en las paredes orientadas al norte los pocos huecos que se abren son pequeños, para evitar el viento gélido que azota estas tierras en el invierno.


Oficialmente, según el censo de 2015 Sienes cuenta con 55 habitantes, sin embargo, en invierno no llegan a la mitad y en verano duplican este número con la llegada de los veraneantes y los nietos de los más ancianos. La mayoría de los vecinos son jubilados, aunque desde hace algunos años residen en el pueblo un par de familias de rumanos que se dedican a la construcción y también llevan el bar del pueblo, que hace de punto de encuentro no solo para los vecinos de Sienes, sino

para los habitantes de los pueblos próximos que no cuentan con ningún lugar donde reunirse.
El perro y un albañil rumano me acompañan a buscar la llave de la iglesia hasta la casa de Maruja. La iglesia, dedicada a santa Eulalia de Mérida es un curioso edificio de una sola nave, cuya construcción original es románica aunque su interior es barroco. Tiene una espadaña maciza en el muro occidental y en su interior contiene varios retablos barrocos de gran belleza. Hay que destacar el original retablo mayor situado en el ábside que tiene integradas dos puertas para acceder a la sacristía. Una talla de santa Eulalia de Mérida en el centro y otras dos de san Antonio de Padua y de santa Bárbara, una a cada lado, completan la obra. Los techos están cerrados con bóvedas de cañón y junto al altar hay una cúpula adornada con relieves en escayola. El pórtico de entrada es, cuando menos, curioso, ya que han reforzado las columnas que soportan el tejadillo con unos contrafuertes inclinados que le aportan un original aspecto.


La economía local, como en tantos pueblos de la comarca, se ha basado en la agricultura y en la ganadería, principalmente de rebaños de ovejas. Este pasado ganadero ha dejado su huella en el callejero; así podemos encontrar la plaza de las mulas o la de las cabras.

 

Sienes-interior-iglesia-ok


En el ayuntamiento de Sienes se conserva, magníficamente, escrito sobre manuscrito del siglo XVI, el documento o prerrogativa de Villazgo, documento de unas 120 páginas de gran tamaño que es sumamente interesante para conocer en detalle el mecanismo de esta declaración y obtención del Villazgo por parte de los pueblos. Gracias a estos documentos conocemos detalladamente los hechos que acontecieron hace casi quinientos años cuando Felipe II, previo pago de un millón ciento setenta y ocho mil maravedíes, concedió a los vecinos libertad y jurisdicción propia.


Después de recorrer el pueblo varias veces, en compañía de mi amigo de cuatro patas, me dirijo al coche. Mientras abandono el pueblo el perro viene corriendo tras el coche hasta donde acaban las casas, por el espejo retrovisor lo veo parado en medio de la calle mientras mira como me alejo. En sus ojos atisbo una nube de tristeza. La actitud de este animal es muy reveladora del carácter de las gentes de Sienes, amables y sencillas.

 

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