Esta ave es muy beneficiosa para los bosques en los que habita, ya que acaba con infinidad de insectos y larvas que dañan los árboles. Para ello, al igual que otros pícidos, taladra la madera con su pico en busca de las galerías en las que se encuentran los insectos para, a continuación, atraparlos con su larga y pegajosa lengua.
El picamaderos negro es, con diferencia, el pájaro carpintero más grande de Europa. Su identificación no ofrece la más mínima duda, pues se trata de un ave voluminosa -del tamaño de una corneja-, que luce un plumaje completamente negro, a excepción del llamativo capirote rojo que adorna la cabeza de los machos y que en las hembras queda reducido a una mancha roja sobre la nuca. El iris, debido a su color blanquecino, contrasta vivamente con el oscuro plumaje del ave. El cuello es muy largo y estrecho, en tanto que la cabeza -alargada y ligeramente aplanada- aparece rematada por un pico amarillento estriado y fuerte. Los jóvenes poseen un plumaje menos brillante e intenso que los adultos, aunque recién emplumados ya presentan diferencias sexuales en la coloración del píleo.
Vuela pesadamente, haciendo bastante ruido y marcando una línea ligeramente ondulada, pero no tanto como el Pito Real Picus viridis. Su vuelo es inconfundible y muy peculiar: abre las alas ampliamente, llevándolas muy extendidas hacia adelante y batiéndolas de manera que inmediatamente recuerda el vuelo del Arrendajo Garrulus glandarius. Es extremadamente tímido y,
sobre todo el macho, no permite la aproximación por lo que, salvo en la época de la cría, en la que forzosamente tienen que ir y venir al nido, resulta prácticamente imposible para cualquier observador acercarse a este pájaro. A pesar de su enorme tamaño pasa muy desapercibido en los bosques y, a no ser por su voz tan característica, nadie podría sospechar su presencia. Normalmente andan en parejas, pero fuera de la reproducción son bastante solitarios y en el invierno pasan muchas horas ocultos en su agujero, del que solamente salen para comer.
El tamborileo con el fuerte pico sobre los troncos sanos o la madera seca o podrida se puede escuchar a partir de los últimos días de enero. Incluso cuando el bosque está cubierto de nieve y en días soleados, los pitos negros tamborilean frecuentemente, sobre todo antes de emparejarse. Se estima que un picamaderos negro puede tamborilear hasta 600 veces en un día. Los machos tamborilean mucho más que las hembras y esta costumbre se ha relacionado con la conducta territorial, que, por cierto, es más acusada en las hembras, que rara vez se alejan de su extenso territorio para invadir otros o cambiar de bosque. El tamborileo se puede escuchar a una distancia de 1.000 metros en buenas condiciones, pero a menudo a no más de 500 metros. Los pájaros eligen madera seca con preferencia, aunque esté al nivel del suelo o se trate de un árbol derribado. Cuando están muy excitados la frecuencia del tamborileo se eleva hasta 10 repiqueteos por minuto y cada uno consiste en 35-44 golpes con el pico y dura entre 2,1 y 2,69 segundos (casi tres veces el del pico picapinos Dendrocopos major). En el invierno el picamaderos negro pasa muy desapercibido, lo que es muy sorprendente para su gran tamaño, sobre todo en bosques de especies caducifolias.
Durante todo el año el picamaderos negro se alimenta de insectos de gran tamaño perforadores de la madera, con especial predilección por los que se alojan en madera podrida, seca o en árboles derribados o enfermos. Pinos y hayas son sus árboles preferidos, pero los hormigueros también son visitados y en todas estas operaciones se ayuda con su larga lengua. Esta es introducida por resquicios y agujeros y pocos insectos pueden escapar a este auténtico estilete, bastante duro y provisto en su punta de unas «barbas» ásperas. Puede ser proyectada fuera del pico a una longitud considerable, gracias a un aparato mezcla de hueso y tejido elástico firmemente sujeto en el cráneo. Es realmente un verdadero muelle retráctil que opera con gran rapidez, tanto proyectando como recogiendo la lengua. La longitud de esta es dos o tres veces la del pico y puede ser proyectada fuera de él 8 centímetros, aunque lo habitual es que extendida no mida más de 5.
Se ha demostrado que este pájaro puede descubrir insectos y sus larvas en el interior de la madera no sólo introduciendo la lengua en los agujeros, sino abriendo madera libre de grietas, donde localiza la presencia de sus presas simplemente golpeándola y aunque no haya en su superficie señales por las que se presuma la presencia de aquéllas. Los especialistas en la alimentación de esta especie, indican que la cantidad de alimento ingerido cada día por una nidada de pitos negros es de 215 gramos. La hormiga gigante Camponotus herculeanus y la hormiga roja son las preferidas por este pájaro y un solo ejemplar puede comer hasta 2.000 hormigas por día. Formica rufa y Formica fusca, pueden encontrarse sobre todo en el otoño llenando el estómago de los pitos negros. Pero también come otros insectos, en especial larvas de coleópteros. Las hormigas representaban en los nidos estudiados el 73,7 % del régimen alimenticio, los coleópteros el 25,5 % y otras presas, insectos y moluscos, el 0,8 %. En primavera es notorio como este pájaro taladra agujeros en la corteza de los troncos, a veces en círculos alrededor de ellos, para beber la savia fresca.
La parada nupcial o el cortejo no es precisamente muy espectacular y se desarrolla con cierta discreción. Los diversos observadores admiten gestos y hechos de los pájaros como integrantes del cortejo. Así son para unos los gritos que lanzan, tanto el macho como la hembra, volando cerca del agujero donde se oculta el otro pájaro, respondiendo este, golpeando con fuerza con el pico las paredes interiores de aquel. Parece que es la hembra la que elige la zona donde han de anidar y normalmente permanece en ella año tras año, pero no el macho, que puede cambiar a otro territorio al siguiente año. De hecho, los adultos emparejados permanecen normalmente juntos desde enero hasta que la cría termine. El macho es, sin embargo, quien elige el lugar donde se ha de hacer el agujero para el nido. Inicia la construcción de varios y escogiendo uno se posa en él con insistencia invitando a la hembra con movimientos de cabeza a que se le una en su trabajo para horadarlo completamente.
Pinos y hayas, pero también gruesos abedules, robles y aun castaños, son elegidos para hacer los profundos huecos, que a menudo pueden tener una longitud de 50-60 centímetros. en vertical. Los agujeros son de forma ovalada oscilando entre 11-15 centímetros en el diámetro vertical y 8-10 centímetros En el diámetro horizontal. En general estos agujeros son abiertos a gran altura del suelo, no inferior a 10 metros casi nunca, aunque hay algunos ejemplos de nidos a 4-6 metros. Ambos sexos participan por igual en la labor de excavar el agujero hasta la última semana, cuando el macho realiza la tarea solo. Esta dura entre 21 y 23 días y los pájaros transportan lejos las astillas
Picamaderos negro
Dryocopus martius
Picidae
Piciformes
45-57 cm
64-68 cm
285-385 g.
14 años
Residente
y trozos de madera y corteza que sacan. Una vez terminado, el macho se acomoda dentro y ambos pájaros tienen buen cuidado de que no sea usado por otra especie, alternándose en su ocupación. El interior tiene en el fondo una cantidad de astillas y serrín relativamente pequeña, que sirve de apoyo mullido para los huevos.
A últimos de abril o en los primeros días de mayo comienzan las puestas. Un agujero puede ser usado varios años seguidos si el árbol no es podado y la zona es tranquila. Cada puesta consiste normalmente en 4-6 huevos y rara vez más. Son blancos y con bastante brillo, muy esféricos y los dejan con intervalos de 24 horas. La incubación es corta y no dura más de 12 días, un período sorprendentemente breve para un pájaro tan grande. Ambos sexos se alternan en la incubación por períodos que duran de 70 a 90 minutos. Son muy fieles al nido y no se levantan de él fácilmente.
Cuando nacen los pollos no pesan más que 9 gramos de promedio, pero se desarrollan tan rápidamente que a los 5 días su peso puede ya oscilar entre 75-90 gramos, es decir, diez veces más que al nacer. A los 18 días su desarrollo es casi completo, se asoman a la boca del agujero chillando con fuerza y ya se aprecian bien los sexos por la diferente coloración de la cabeza. Los adultos los ceban muy a menudo y no con la dificultad con que lo hacían los primeros días colgando cabeza abajo en el interior del agujero. Entonces el peso de los pollos puede oscilar entre 215 y 225 gramos. Hay diferencias, sin duda, como consecuencia de una alimentación más rica en bosques donde los hormigueros abundan. Parecen obtenerse pesos mayores y desarrollos más rápidos en pinares que en bosques de caducifolias. Hasta prácticamente el último día antes de abandonar el nido los jóvenes, a los 24-28 días de edad, el macho duerme con ellos. Al salir realizan un vuelo corto, pero con sorprendente seguridad, hasta unos 50 metros, posándose en una rama. Esto sucede normalmente hacia los primeros días de junio o un poco más tarde en bosques de montaña. Adultos y jóvenes vagan entonces por el bosque y no son estos completamente independientes hasta el mes de agosto. La ceba de los pollos se hace por regurgitación y en cada llegada el adulto ceba dos o tres veces a cada uno de los pollos. Estos a los 12 días están cubiertos de un plumón gris negruzco y abren ya los ojos. A partir de los 20 días los jóvenes pitos negros luchan por asomarse al borde del agujero del nido y, aunque se dice que son menos ruidosos que los pollos del pico picapinos, sus gritos se escuchan bien de lejos. El que los adultos tarden en cebarlos, a menudo hasta 90 minutos, no ayuda a que no puedan ser descubiertos por los depredadores. El picamaderos negro es una frecuente víctima del azor común, Accipiter gentilis, y muchos jóvenes son fácilmente capturados por aquel, antes de ser capaces de encontrar un nuevo agujero donde refugiarse gran parte del día y, por supuesto, dormir por la noche.