La Villa de Sepúlveda, situada en la provincia de Segovia, está declarada Conjunto histórico-artístico desde el año 1951 y, sin duda, es una de las poblaciones con más encanto de Castilla.
Para visitar tranquilamente este lugar lo mejor es dejar el coche en alguno de los espacios habilitados a las afueras del pueblo y callejear a pie para descubrir los rincones con más encanto de la villa. Como en cualquier otro sitio conviene caminar despacio y no agobiarse por las empinadas cuestas que llevan al casco histórico. Desde la lejanía el caserío aparece encaramado sobre la cresta que domina un meandro horadado por el río Duratón que, un poco más allá, forma el bello parque natural de las Hoces del Duratón, creado gracias a las gestiones de Félix Rodríguez de la Fuente, donde se asienta la mayor colonia de buitres leonados de toda Europa.
El casco urbano está condicionado por los enormes desniveles que
presenta el terreno. Llama la atención la altura de muchas casas, a
veces de cinco pisos desde su base, pero en las que apenas asoman
un par de pisos a nivel de la calle.
Sepúlveda es conocida como la «Villa de las Siete Puertas» debido
a que su recinto amurallado se hallaba rodeado por siete puertas,
de las cuales todavía se conservan la puerta del Río, la Fuera y la
del Azogue. En varios lugares, como en la calle Barbacana, es
posible admirar los restos de la muralla árabe levantada en el
siglo X. Con el tiempo el pueblo creció más allá del recinto
fortificado, que acabó integrado dentro del caserío, y algunas de
las piedras de sus muros fueron usadas como materia prima para
levantar otras construcciones.
Algunos de los edificios más representativos de su época han
cambiado de uso para adaptarse a las demandas de los nuevos
tiempos. La antigua cárcel, que funcionó hasta el año 1984, hoy es
la oficina de turismo, La iglesia románica de Santiago hoy es el
centro de interpretación del Parque Natural de las Hoces del
Duratón, o la iglesia románica de los Santos Justo y Pastor, que
hoy acoge el Museo de los Fueros.
Sepúlveda hoy vive fundamentalmente del turismo, la mayoría de los
locales están enfocados a la hostelería y restauración y también
hay varios establecimientos dedicados a la venta de productos
típicos y artesanía. Cada miércoles la plaza de España se vacía de
coches y se llena con los puestos del mercadillo semanal, al
que acuden no solo los vecinos, sino también muchas gentes de
los pueblos próximos. Actualmente la villa cuenta con 1300
habitantes.
El origen de Sepúlveda se pierde en la noche de los tiempos. Se
han encontrado bifaces en la ermita de San Julián, del Paleolítico
Inferior, y otros hallazgos en la cueva del Tisuco, en la Ocecilla,
como cerámica tosca, cuchillos, hachas pulimentadas y cráneos del
Paleolítico Superior.
Aquellos primeros pobladores vivían de la caza, tan abundante
entonces en los montes, y de la pesca que les proporcionaban los
ríos Caslilla y Duratón. Tras la conquista romana, la calzada y el
Puente de Talcano contribuyeron a facilitar el comercio y la
comunicación. Los visigodos ocuparon luego el lugar de los romanos
como muestra la necrópolis de Duratón, núcleo agregado a
Sepúlveda.
En el año 940 el conde Fernán González, conde de Castilla, llevó a
cabo la primera repoblación de Sepúlveda, para la que otorgó su
famoso Fuero. En el año 984 Almanzor recuperó la villa, pero los
castellanos encabezados por Sancho García «el de los buenos fueros»
la reconquistaron definitivamente en el año 1010. En el año 1076,
Alfonso VI, confirmó el Fuero de Sepúlveda: el fuero reconoce a
Sepúlveda como cabeza de un amplio territorio que se extiende por
parte de las provincias de Segovia, Madrid y Guadalajara. Es el
origen de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda. Fueron
momentos de esplendor en los que el alejamiento de la frontera
propició la tranquilidad suficiente para afrontar la construcción
de los templos románicos, llegando a contar con un total de 15
iglesias de las que, en la actualidad, se conservan en buen estado
cinco.
A mediados del siglo XIV Sepúlveda había pasado directamente a
manos de las reinas castellanas. Durante el siglo XV se producen
una serie de hechos marcados por la resistencia de la villa a
perder su condición de realengo. Fue la reina Isabel la Católica
quien confirmó definitivamente esta condición.
El siglo XVI es, de nuevo, un siglo de pujanza económica basada en
la producción agraria del alfoz sepulvedano y en su gran cabaña
ovina que producía lana para la industria de los paños. Durante la
Guerra de los Comuneros Sepúlveda mantuvo una posición compleja y
ambigua sin que los documentos puedan mostrar inclinación hacia
ninguno de los dos bandos.
Durante la ocupación francesa y la Guerra de la Independencia
Sepúlveda fue asediada por las tropas francesas y en su territorio
actuó «el empecinado» que tenía su base en las cuevas del cañón del
río Duratón. Durante las Guerras Carlistas en 1838 se mantuvo
siempre fiel a los liberales, como firme partidaria de la reina
Isabel II. Durante el siglo XIX, se llevó a cabo el proceso de
modernización de la villa, con la mejora de infraestructuras y
numerosas obras públicas. Para ello
fue clave la figura de don Atanasio Oñate y Salinas, primer conde de Sepúlveda. En la Guerra Civil Española de 1936 Sepúlveda se mantuvo bajo la ocupación del ejército alzado contra la legalidad republicana.
La iglesia de El salvador de Sepúlveda pasa por ser la más antigua de Segovia, edificada en la última década del siglo XI. Su arquitectura es noble por sus volúmenes del mejor románico, heredado del Camino de Santiago, por lo que su maestro de obras debió provenir de allí. Sin embargo, las tallas de canecillos y capiteles son más propias del prerrománico.
El salvador de Sepúlveda tiene una sola nave, presbiterio y ábside
semicircular con columnas y ventanales, además de una galería
porticada de datación incierta y una estupenda torre con ventanales
ajimezados. Las puertas son de un sencillo vano en arco, carente de
arquivoltas abocinadas en degradación, lo que nos lleva de nuevo a
la idea de que no se han perdido aún las resonancias prerrománicas
en este templo tan primitivo.
En cuanto al campanario, situado al norte, externo a la iglesia
pero comunicado con ella mediante un pasadizo, muestra unos
volúmenes rotundos y férreos a los que no es ajeno el uso
religioso, pero también militar, de estas construcciones de la
Extremadura castellana por su proximidad a los musulmanes.
La iglesia de virgen de la Peña debió construirse en parte en la
primera mitad del siglo XII, como lo certifica una inscripción de
su gran torre románica. Su portada tiene la peculiaridad de
disponer de tímpano y toda ella cuenta condecoración abundante de
Pantocrátores y Tetramorfos, ángeles sosteniendo un crismón, los
veinticuatro ancianos, etc. Este tipo de puerta no se repite en
toda la provincia y manifiesta evidentes relaciones con el románico
aragonés.