Es una de las rapaces más conocidas desde la antigüedad, sobre todo por su empleo en cetrería. El Halcón peregrino es un ave de aspecto compacto y musculoso, su anatomía está diseñada para la velocidad. Experimentado cazador de aves pequeñas y medianas. Es una rapaz cosmopolita que ha visto como sus poblaciones se reducían drásticamente a consecuencia de la escasez de presas, la cetrería y la intoxicación con plaguicidas y otros venenos agrícolas.
Esta rapaz de mediano tamaño, robusta y de aspecto compacto, presenta un acusado dimorfismo sexual invertido por el cual las hembras resultan considerablemente mayores y más pesadas que los machos y a veces hasta 10 cm más altas que ellos. El color general es más oscuro en la espalda y en el obispillo o rabadilla y soplando las plumas blancas se descubre la base de las mismas más ocrácea que en los machos. Los individuos adultos poseen las partes superiores oscuras, de un tono gris pizarroso bastante homogéneo, con los bordes de las coberteras ligeramente más claros, y las partes inferiores pálidas (en algunos casos extensamente teñidas de ocre o rosado) con un fino barrado horizontal, que se extiende también por las alas. En la cabeza llama la atención el corto, pero poderoso, pico y una extensa bigotera que enmarca las blancas mejillas y los ojos, que son muy oscuros y aparecen rodeados por un anillo ocular amarillo. Las hembras suelen presentar un barrado más tosco en el pecho y una bigotera más ancha. Los jóvenes, por su parte, son muy pardos, con un patrón de diseño bastante variable en la cabeza, que resulta en todo caso mucho menos contrastado y definido que en los adultos. Sus partes inferiores son de color ocre y lucen un profuso estriado vertical que, en las alas, da paso a un barrado más difuminado. En el dorso dominan los tonos marrones muy oscuros, sobre los que destacan vivamente los bordes pálidos de rémiges y coberteras, dando al ave un característico aspecto escamoso. El vuelo de este halcón es veloz y poderoso y en él se alternan los planeos con nerviosos aleteos que el ave ejecuta gracias a la posesión de potentísimos músculos pectorales. Las alas son más bien cortas, al igual que la cola, y resultan mucho más anchas en la zona de inserción con el amplio pecho que en su extremo, donde se estrechan considerablemente.
Los inmaduros no se reproducen hasta que tienen dos años de edad,
pero algunos pájaros de un año pueden seleccionar una zona de nido
y defender su territorio frente a otros halcones.
Es una característica a señalar el diente que tiene en la
mandíbula superior, que encaja muy bien en una muesca de la
mandíbula inferior. Este diente puede ser insertado en el cuello de
cualquier pájaro, de manera que, por simple presión seguida de un
rápido giro, el halcón peregrino es capaz de romperle la espina
dorsal. Las patas son gruesas y musculosas y los dedos largos y
poderosos.
Los halcones de la subespecie brookei, que es la que se considera
habitante de parte de la Península Ibérica, algunos ornitólogos
opinan que de la totalidad, difieren de los peregrinus en ser de
menor tamaño en sus proporciones generales y más rojizos por
debajo, con un rayado transversal negro mucho más denso en el
plumaje de los adultos. Los jóvenes son más oscuros, menos ocráceos
por debajo y más densamente rayados. Algunos adultos tienen en la
nuca puntos rojizos o una ligera mancha rojiza.
El halcón peregrino tiene una silueta de vuelo inconfundible, con alas largas y puntiagudas y cuerpo grande y fuerte que ha sido descrito como en forma de torpedo, destacando mucho su ancha cabeza y cola redondeada de regular tamaño, que suele llevar plegada. Su vuelo es poderoso y ágil, con no muy profundos batidos de alas interrumpidos a intervalos por cortos planeos. Cuando caza, los movimientos de las alas son más rápidos, fuertes y profundos. Suele lanzarse en picado, con las alas casi o totalmente plegadas junto al cuerpo, desde mayor altura que otras especies de halcones. Algunas veces se cierne como el Cernícalo Vulgar Falco tinnunculus, pero más a menudo vuela junto a las paredes de los acantilados lentamente o sobre el campo, de una forma curiosa que a veces parece como alocada, sin rumbo.
El halcón peregrino habita acantilados marinos, pero también
roquedos del interior, eludiendo los bosques y volando con
preferencia en terreno abierto. Lo mismo se puede encontrar una
pareja anidando a nivel del mar como a 3.000 metros de altitud e
incluso mucho más alto. Se adapta a todas las situaciones y climas,
vive tanto en zonas árticas como en desiertos y páramos calurosos
o
Halcón peregrino
Falconidae
Falconiformes
Entre 30 y 40 cms.
De 100 a 115 cms.
600 - 1300 gr.
12 años
en lugares tropicales. Normalmente se posan en rocas no lejos del lugar donde van a anidar, pero a veces también en árboles. El halcón peregrino pasa gran parte del día posado sosteniéndose sobre una pata, con la otra medio recogida o totalmente oculta en el plumaje. En esta situación, permanecen alertas, pero inmóviles, únicamente girando la cabeza y mirando inquisitivamente cualquier cosa que les llame la atención o se mueva aunque sea de forma imperceptible.
El poder visual de esta especie es muy grande, cada ojo del halcón
peregrino pesa 28 gramos, y son proporcionalmente más grandes y
pesados que los de un ser humano. La retina de los ojos de un
halcón tiene un poder de resolución para los objetos distantes dos
veces más aguda que la retina humana. Aún es mayor este poder
resolutivo en visión lateral, hacia arriba y abajo, puesto que la
fóvea tiene una enorme cantidad de conos. Además proporciona un
área de percepción mucho más clara ya que en cada ojo hay dos
fóveas, una dirigida hacia adelante y la otra lateralmente. Las
cuatro trabajando juntas dan a estos pájaros una inusual seguridad
en la visión de objetos distantes, hasta ocho veces la del hombre.
De esta forma con ligeros giros de la cabeza puede controlar
cualquier movimiento de un pequeño animal por lejos que esté.
Dedica varias horas al día a realizar vuelos circulares sobre
zonas que él ha elegido para cazar sus presas, aunque no puede
decirse que este sea un vuelo típico de caza, puesto que se le ha
observado cernirse y planear después de comer abundantemente. Las
parejas se unen por toda la vida, se guardan gran fidelidad y
permanecen posadas juntas.
Por su vuelo rápido y agresividad son los más apreciados de
todos los halcones para la cetrería y resultan relativamente
fáciles de capturar, amansar y entrenar. Las velocidades en el
vuelo de caza no han sido debidamente medidas. En un «picado»
pueden alcanzar velocidades de 200 a 300 km por hora, pero por
métodos más modernos se ha podido calcular que, en determinados
momentos, llegan a más de 400 km por hora y que son capaces de
respirar a estas impresionantes velocidades.
En vuelo normal y en migración, los halcones viajan con rapidez y
cortos batidos de alas, 5 o 6 por segundo, intercalados con cortos
planeos. En migración pueden volar a considerable altura casi
siempre en solitario y raramente varios juntos, en general a lo
largo de costas y ríos. Su velocidad media en estos vuelos de
crucero y migración no suele superar los 100 km por hora.
El vuelo de caza suele ser precedido por alguna forma de juego,
espantando con sus ataques fingidos a grupos de gaviotas, chovas o
cornejas. Aun cuando está hambriento y ha matado una presa, puede
permanecer posado al lado de ella durante 10 o 15 minutos antes de
comenzar a comerla. Una caza regular sobre la misma área durante un
largo período de tiempo produce un incremento en la reacción
defensiva de las posibles presas. El halcón peregrino tiene que
evitar atacar a los mismos pájaros demasiado a menudo o todos ellos
abandonarán juntos la zona. Por esta razón puede estar cazando en
un territorio durante varios días y luego no volver a ser visto
durante una semana o más. Rara vez caza presas en el suelo o las
persigue a través de cobertura vegetal a la manera de otros
halcones, aunque está capacitado para ello.
El halcón peregrino ataca fundamentalmente de dos maneras
diferentes. Una desde gran altura, «picando» oblicuamente sobre la
presa y atrapando a esta por la parte posterior del cuerpo,
clavándole las garras y otra, volando a nivel más bajo y
ascendiendo en los últimos metros para clavar las garras en la
parte inferior del cuerpo de su víctima. En el instante mismo de la
captura y en especial cuando el «picado» oblicuo es efectuado desde
gran altura, el halcón se endereza extendiendo las alas y la cola,
sin duda para frenar su caída, y proyecta una o las dos patas hacia
adelante.
El halcón peregrino, captura presas en general de pequeño tamaño; pinzones Fringilla coelebs, zorzales Turdus, mirlos Turdus merula, estorninos Sturnus o arrendajos Garrulus glandarius, constituyen la base de su alimentación durante todo el año; las chovas Pyrrhocorax, palomas Columba y cornejas Corvus corone, son capturadas durante la época de alimentación de los jóvenes. Solo algunas grandes hembras de halcón peregrino son las que atacan con regularidad a las cornejas. El halcón no caza cerca del nido o de su posadero habitual. No ataca ningún pájaro a menos de 150-200 metros del nido, salvo en época de cría.
Las presas más comunes en la dieta del halcón peregrino varían,
naturalmente, con la fauna existente en las proximidades de su
hábitat. En épocas de migración y en zonas caracterizadas por
abundante paso de fringilidos se nota la presencia de halcones
comunes, que obtienen así fáciles presas de los bandos de migrantes
cansados. El terror que infunden en estos pequeños pájaros es
enorme. Las palomas sufren un terror tal que muchas mueren al
estrellarse contra los árboles o acantilados, buscando un agujero
donde refugiarse.
En general se estima que las necesidades de alimentación de un
halcón peregrino son el 11-12 % de su peso en tiempo cálido y el
15-16 % en tiempo frío. La media diaria, puede estar por lo tanto
entre 80-100 gramos según la temperatura. Se calcula también que,
en los días siguientes al abandono del nido, una pareja de adultos
y dos o tres jóvenes necesitan para alimentarse de 400 a 500 gramos
diariamente, lo que representa por lo menos la captura de dos
palomas.
A la llegada de la época de la reproducción, en general a finales del mes de febrero, pero más a menudo en marzo, los machos aún no emparejados se establecen en lugares que ya tienen escogidos durante el invierno, realizan continuos vuelos fuera del acantilado o roquedo y vuelven a posarse de nuevo en el mismo lugar, tratando de llamar la atención de las hembras. Los adultos ya emparejados del año anterior y que han sobrevivido al invierno, ocupan su antiguo nido y en su zona el macho, o ambos juntos, realizan vuelos acrobáticos. Los machos alimentan a las hembras ejecutando un curioso ceremonial de reverencias, moviendo la cabeza arriba y abajo y a los lados. También, aunque menos frecuentemente, se pasan la comida en pleno vuelo.
El mismo lugar o nicho es usado año tras año para anidar. Cada
pareja puede tener hasta diez lugares favoritos para establecerse,
pero realmente solo uno o dos son los preferidos. El halcón
peregrino no construye nido y solo usa una pequeña oquedad en el
suelo. La puesta normal es de tres o cuatro huevos, aunque no son
raras las de dos y también se ha encontrado alguna de cinco huevos.
Los huevos son puestos con intervalos de 2 o 3 días, rara vez de 4.
Una vez completada la puesta, los huevos no tocan uno con otro,
estando uniformemente separados entre sí, de manera que si son
cuatro forman un cuadrado perfecto y si son tres un triángulo. La
coloración de los huevos varía ampliamente en la tonalidad,
generalmente entre pardo anaranjado y marrón rojizo con manchas más
oscuras. Su forma es ovalada y ancha en general. Las puestas suelen
comenzar en la segunda semana de abril, aunque se conocen fechas
anteriores. La incubación es efectuada por ambos sexos aunque la
hembra realiza la mayor parte de la tarea siendo alimentada por el
macho, que varias veces al día se acerca al lugar con una presa
llamando a la hembra, que deja el nido y sale a su encuentro
recibiéndola en el aire de sus patas o cogiéndola al vuelo cuando
aquel la suelta, tal como hacen los aguiluchos. La incubación
comienza con la puesta del segundo o tercer huevo y en todo caso
antes de estar completa dicha puesta. Dura de 28 a 32 días,
existiendo con frecuencia notables diferencias de tamaño entre el
pollo nacido el primero y el último. Al nacer están cubiertos con
un plumón de color blanco crema, muy ralo, con calvas a veces, que
es luego sustituido por otros dos, el último muy espeso. A los
10-15 días ya comienzan a nacerles las plumas, que llevan en las
puntas mechones del plumón primitivo y que no destacan bien hasta
los 18 días de vida. A las tres semanas los jóvenes empiezan a
realizar ejercicios con las alas y a partir de este momento
permanecen mucho tiempo solos en el nido, realizando el primer
vuelo a los 35-42 días de nacer. La hembra pasa casi todo el día
fuera del nido, pero viene a dormir al anochecer y también se hace
presente por cortos períodos durante el día, en los cuales
aprovecha para alimentar a las crías con las presas que el macho ha
traído, haciéndolo primero con el pollo más desarrollado de forma
muy lenta y como estudiada, pero mucho más rápido y como nerviosa
con los otros pollos más pequeños. Cuando el macho llega con presas
al nido y la hembra está ausente, también él ceba, y en presencia
de aquélla suele también despedazar la presa, aunque es entonces
ella la que ceba. Al final de la reproducción, las presas se
acumulan en el nido y son entonces los mismos jóvenes quienes las
descuartizan y comen.
Durante el período de la cría la agresividad natural de estos
halcones se acrecienta, en especial en las hembras, que acometen a
todo intruso que se acerca al nido, sean seres humanos o animales,
dándoles aletazos y muchas veces clavándoles las uñas.
Después de salir del nido los jóvenes halcones, a los 35-42 días
de su nacimiento, permanecen durante uno-dos meses en la zona de
cría y son enseñados a cazar por los adultos. Cuando estos traen
alguna presa a veces la sueltan en el aire para que los jóvenes la
cojan al vuelo, cosa que no siempre consiguen, pero en la mayoría
de los casos los adultos se dirigen a un posadero con ella y allí
ceban a los jóvenes como si aún estuvieran en el nido.
Cada año salen de los nidos un promedio de dos o tres jóvenes y
prácticamente el halcón peregrino no tiene más enemigo en la
Naturaleza que el propio hombre.