Revista 107
Número 107

Plaza-Mayor-Pedraza-AperturaPedraza (I)

Cruzar la puerta que cierra las murallas y pasear por sus calles sin coches es viajar a la Edad Media. Pedraza ha sido capaz de resurgir de sus cenizas y recuperar el esplendor de épocas pasadas. Su enorme plaza mayor es el corazón de la villa y reúne algunas de las joyas de la arquitectura popular medieval.

 

Pedraza se ha ganado la merecida fama de ser uno de los pueblos medievales más bonitos de España. Ubicado en la provincia de Segovia el origen de su nombre se remonta a los tiempos romanos. Los primeros datos históricos se remontan a don Fernando Gómez de Albornoz, señor de Pedraza, nombrado por el rey Enrique II de Castilla.


Pedraza se levantó en los tiempos de la repoblación cristiana después de reconquistar estas tierras a los musulmanes. La mayoría de los colonos venían del norte de la península y el grueso de los nuevos pobladores venían de lo que hoy es Euskadi y Navarra.


El apogeo de la villa tuvo lugar en los siglos XVI y XVII, debido a la ganadería ovina (principalmente ovejas merinas) y la exportación de lana y tejidos manufacturados, capaces de competir con los mejores elaborados en el norte de Europa. La mayor parte de los palacetes y casas señoriales

pertenecen a esta época de esplendor. Pedraza contaba entonces con unos 5000 vecinos. La población se mantuvo estable hasta el siglo XVIII para comenzar, en siglos posteriores, un declive que a punto estuvo de dejar la villa despoblada. A principios del pasado siglo el pueblo estaba abandonado y en estado ruinoso: muchos labradores y ganaderos compraban las casas del casco histórico para derribarlas y usar las piedras y vigas como materia prima para levantar corrales y tinados en otros lugares. Gracias al boticario de aquella época don Pedro Abad, el pueblo no acabó desapareciendo desmontado piedra a piedra como sucedió con muchos otros bellos lugares de nuestra geografía. El lucrativo negocio de vender edificios como material de derribo estaba en pleno auge cuando el pintor Ignacio Zuloaga llegó a pueblo y compró a precio de saldo las ruinas del impresionante castillo y una iglesia próxima. El pintor, consciente del valor de los inmuebles restauró lo que pudo e instaló su taller de pintura en la torre del homenaje.


El panorama seguía siendo desolador cuando en los años treinta don Miguel de Unamuno visitó Pedraza: «En una revuelta de la carretera apareciósenos en el alto horizonte, como tarja en las nubes del cielo otoñal de Castilla, Pedraza de la Sierra, coronada por su Castillo castellano, no alcázar morisco. En él ha hecho labrar Ignacio Zuloaga uno de sus reposaderos. Entramos en la villa (ya no ciudad) por un portón de sus murallas arruinadas, entramos a la soledad silenciosa y al silencio solitario de ese pedernoso aguilar vacío que agoniza sin estertores».


Poco a poco la villa medio abandonada y en estado ruinoso se fue conociendo entre las personas cultas e influyentes. Uno de estos ilustrados fue el marqués de Lozoya, director general de Bellas Artes que, gracias a su cargo e influencia, consiguió que en 1951 Pedraza fuese declarada «Conjunto Monumental».

 

Carcel-Pedraza


En principio, este título no cambió la decadente inercia del lugar. El panorama era desolador cuando Cela visitó el pueblo: «Pedraza es un pueblo grande y medio vacío, un pueblo que se vació sin más ni más, Dios sabrá por qué. A lo mejor Pedraza, andando el tiempo, se queda yerma y seca, como yermo y seco está ya el despoblado Meteroso, muerto en su término municipal. Pedraza es pueblo de aire militar y derrotado, de digno y pobre ademán, de altanera traza e inhóspita y misteriosa realidad».


El desarrollismo de los años sesenta hizo que una colonia de artistas se asentara en el pueblo. Estas personas imprimieron al lugar un aire exquisito y personal. En 1967 el caserón de la inquisición fue incorporado a la red nacional de paradores como Hostería. Sin duda este hecho, así como los primeros asadores, contribuyeron a popularizar Pedraza. Con todo, la ruina era lo más común en sus calles. En 1974 el poeta Dionisio Ridruejo describía con estas palabras el estado de la villa: «Las ruinas abren mellas en las calles. Muchas casonas nobles y las más de las casas populares se ven abandonadas. La impresión de soledad llega a ser impresionante».


Para bien o para mal los años ochenta trajeron consigo un cambio para Pedraza. El refugio de artistas se fue convirtiendo poco a poco en un destino para el turismo de masas. Este cambio de modelo quizás haya restado romanticismo y misterio a las calles de la villa, sin embargo, la prohibición de la entrada a la villa de los vehículos hace que uno pueda disfrutar de la belleza, encanto y solera de sus calles en todo su esplendor. Muchos ayuntamientos de pueblos singulares deberían tomar nota de esta medida, pues los coches no sólo contaminan con sus gases, también lo hacen visualmente, además de generar otros problemas.

 

Esquina-calle-Matadero-Pedraza


El gobierno de Castilla y León ha tomado como modelo de crecimiento sostenible a Pedraza. La fórmula, basada en el desarrollo de pequeños establecimientos enfocados al turismo cultural o de actividades en plena naturaleza, ha ido sustituyendo la tradicional actividad agrícola y ganadera.
En el año 1996 la fundación internacional Europa Nostra otorga a Pedraza un diploma por «revitalizar la villa medieval amurallada, mediante una respetuosa rehabilitación de sus viejos edificios, muchas veces con la contribución de la iniciativa privada».


Pedraza acoge en su incomparable marco arquitectónico numerosas actividades culturales. Cada verano se dan cita en la plaza mayor los mejores dulzaineros de Castilla y León y Castilla-La Mancha. Pero, sin duda, el evento que más público mueve es su famoso concierto de las velas.

Desde hace veinticinco años las noches de los dos primeros sábados de julio se iluminan con 50.000 velas: la tenue luz crea un ambiente mágico y acogedor donde músicos de renombre como Narciso Yepes, Tete Montoliú, el Orfeón Donostiarra y grandes orquestas como la de RTVE interpretan bellas melodías. Al principio los conciertos se celebraban en el castillo, pero en los últimos años se han celebrado en la plaza debido a la gran afluencia de público. El problema es la masificación que sufren las calles esos días. Miles de personas acuden a este evento lo cual le resta encanto. Este ambiente cultural que se respira en cada rincón de la villa se debe a la profunda huella que dejaron los numerosos artistas que repoblaron el lugar a mediados del siglo pasado.

 

Calle-de-Procuradores-Pedraza


Las fiestas patronales son entre los días siete y doce de septiembre. El día 8 se celebra la procesión de la virgen de las Vegas mientras los vecinos y vecinas bailan jotas delante de la virgen.


Uno de los espectáculos con mayor arraigo entre los vecinos es el tradicional encierro de reses desde la dehesa de la villa hasta la plaza mayor. Los mayorales a caballo dirigen a los toros y cabestros con garrochas. Cuando la manada llega a la puerta de la muralla los mozos corren delante de los animales hasta la plaza mayor y por la tarde se celebra la tradicional corrida de toros en este marco incomparable.

 
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