Hace un par de semanas los medios de
comunicación se hacían eco de una triste noticia: una
anciana fallecía en su domicilio a causa de un incendio provocado
por una vela. Además, la mujer, de 81 años, estaba a punto de ser
desahuciada por falta de pago. Como suele ocurrir en estos casos la
compañía eléctrica, el banco, los servicios sociales y el
Ayuntamiento escurren el bulto y se echan la culpa unos a otros por
lo sucedido.
En estas fechas próximas a la Navidad cuando las calles de toda
España se iluminan con millones de bombillas no deja de ser
inquietante que una anciana ilumine su soledad con una vela porque
no puede pagar la luz. Me la imagino en las largas noches de
invierno sola, arropada en su cama, a oscuras, esperando sin
esperanza que el sol vuelva a brillar, otro día más.
Un país no puede ser soberano si tiene que importar la energía que
consume. Afortunadamente, la técnica avanza rápido y cada día se
inventan métodos más baratos y efectivos para producir energía que,
además, protegen el medioambiente y son accesibles para miles de
millones de personas que viven en la pobreza.
Sin embargo, gobiernos como el nuestro, sin duda manejados por los
bancos y las compañías energéticas, impiden que la sociedad acceda
al disfrute de una energía barata y limpia. ¿Cómo es posible que un
país como España, que hasta hace unos años era líder mundial en
energías renovables, penalice hoy su uso? Mientras tanto se
mantienen las ayudas al carbón, se incentivan aberraciones como el
fracking y se pagan miles de millones de euros a gobiernos infames
como Arabia Saudí o Irán.
Técnicamente, España podría producir toda la energía que consume
con las energías renovables. Tenemos un amplio litoral, viento y,
sobre todo, tenemos sol, mucho sol. Uno de los problemas técnicos
más importantes que tenían las renovables era cómo almacenar la
electricidad producida durante el día para su consumo nocturno. Hoy
día ese problema está resuelto, soluciones efectivas y baratas como
la pila Tesla hacen que todos los ciudadanos podamos producir,
almacenar y consumir energía limpia y barata. Sin embargo, desde el
gobierno se impide que los ciudadanos tengamos acceso a esta
tecnología. Muchos son los políticos que pasan a los consejos de
administración de las compañías energéticas después de terminar su
carrera política como premio a los favores recibidos.
La energía es una pieza clave en el plan general del capitalismo
para hacernos esclavos. ¿Han echado cuentas de qué porcentaje de
nuestros ingresos empleamos en pagar la gasolina o la luz que
consumimos? ¿Cuántas horas de trabajo son necesarias para pagar
estos bienes básicos? Si los ciudadanos producimos la energía que
gastamos somos más libres, disponemos de más tiempo y dinero. Pero
entonces, ¿de qué iban a vivir los consejos de
administración? ¿Dónde se iban a colocar los exministros y
expresidentes?
Rogelio Manzano Rozas