El abejero es una rapaz estival en nuestro país, que vuela largas distancias para alcanzar el continente africano, donde inverna. Para ello dirige su migración a través del estrecho de Gibraltar, donde se concentra en gran número. La adaptación a sus curiosas preferencias alimentarias -avispas, abejorros- lo llevan a sincronizar su ciclo reproductor y su migración con el periodo de mayor abundancia de estas singulares presas para una rapaz.
La coloración de esta especie presenta considerables diferencias individuales, de tal manera que han llegado a distinguirse hasta 10 fases de plumaje diferentes. Como norma, las partes inferiores son claras y están provistas de un profuso barrado transversal marronáceo, en tanto que las dorsales, parduzcas, resultan bastante más oscuras que las ventrales; la cola, por su parte, muestra un característico franjeado. La cabeza presenta una tonalidad grisácea y destaca el iris intensamente amarillo. Dentro de este patrón general, existen notables variaciones y se pueden hallar desde individuos muy claros hasta otros extremadamente oscuros; en cualquier caso, los ejemplares de coloración intermedia son los más habituales. Aparte de algunas diferencias en el diseño y coloración del plumaje, el rasgo más distintivo entre machos y hembras es el mayor tamaño de estas. Los jóvenes, por su parte, tienden a ser oscuros, con el iris marrón. En vuelo es llamativo el barrado ventral, así como las franjas de la cola, si bien lo más significativo y que permite diferenciar fácilmente al abejero de otras rapaces similares, como el busardo ratonero, es su silueta, con la cabeza apuntada, la cola larga y las alas rectas y estrechas.
El abejero europeo es un pájaro que habita con preferencia los bosques de especies caducifolias, pero siempre cerca de campo abierto o monte bajo, no lejos de prados húmedos. En la Península Ibérica tiene cierta preferencia por los robledales, aunque en la zona centro oeste española se han encontrado varios nidos construidos en pinos.
El abejero europeo pasa mucho menos tiempo en el aire que el
busardo ratonero, pero vuela y se cierne con frecuencia por
períodos cortos, posándose enseguida en las ramas de un árbol,
donde pasa desapercibido al ser muy silencioso. Habitualmente se
posa en el suelo para buscar nidos de avispas y anda de forma
parecida a la de un cuervo, corriendo rápidamente como una gallina.
Cava con las patas y se ayuda con el pico para extraer los nidos de
avispas y abejorros. Los hoyos que hace son tan grandes que casi
queda oculto en ellos. A las avispas adultas las coge con gran
destreza con el pico, decapitándolas o partiéndolas por la mitad y
arrojándolas a un lado.
El abejero europeo es estival en la Península Ibérica, no se ha
observado ninguno en los meses invernales. Llega en el mes de marzo
en un número muy reducido, pero la gran masa de halcones que pasan
a través de la Península entre los cuales indudablemente llegan los
nativos, no aparece hasta el mes de abril y los primeros días de
mayo. Está claro que los que anidan en la península se establecen
en sus lugares de reproducción en los primeros días de mayo, aunque
existen avistamientos anteriores, pero es difícil determinar si se
trata de nativos o de pájaros de paso hacia el norte de Europa.
El territorio que una pareja de abejero europeo ocupa es algo más
extenso que el de busardo ratonero. Durante la cría los adultos no
se alejan del nido distancias superiores a 2500-3000 metros y se
estima que su territorio abarca una extensión de nueve a diez
kilómetros cuadrados de bosque y terreno
Abejero europeo
Pernis apivorus
Accipitriformes
52-60 cm.
1,35-1,5 m.
600-1100 g.
Hasta 25 años
Migrador
abierto con pastos. Los machos son los primeros en llegar al nido o a la zona donde criaron el año anterior. A los pocos días llegan las hembras. Los machos realizan vuelos acrobáticos sobre el nido o el lugar donde la hembra permanece posada. Estos vuelos son poco espectaculares y no se pueden comparar con los del macho de gavilán, Accipiter nisus, que habita en el mismo tipo de bosque. Las parejas de abejero europeo guardan una gran fidelidad al mismo nido donde criaron el año anterior. Si uno de los adultos falta, su lugar es rápidamente ocupado por otro que realiza su primera cría. La mayor parte de los nidos han sufrido daños durante el invierno, en especial en zonas ventosas, pero cualquier pequeño resto que persista es suficiente para que los pájaros lo reconstruyan. Sin embargo, el nido viejo puede ser abandonado si el árbol ha sido modificado en su estructura por la tala o poda. Inmediatamente otro nido es construido no lejos del antiguo y casi siempre se aprovecha para ello uno viejo, de otra especie, que con frecuencia corresponde a un cuervo, o incluso a un ratonero.
La reconstrucción o edificación de un nido nuevo incluye el aporte
de material variado, generalmente pequeñas ramas y hojas. En
Asturias la estructura de los nidos estudiados estaba formada por
ramas cortas de castaño, Castanea sativa, y hojas de roble, Quercus
robur, con algunas de hiedra, Hedera hefix. Su tamaño suele ser
pequeño y no supera los 50-60 cm de diámetro con la copa poco
profunda (12 a 15 cm). La altura sobre el suelo es variable entre 5
y 30 m, dependiendo casi siempre del desarrollo del árbol escogido.
Parece ocupar mayor altura en los establecidos en pinares de Pinus
pinaster y Pinus sylvestris.
La dieta de esta rapaz está basada en el consumo de avispas y abejorros, tanto de los adultos como de sus larvas (crisálidas, pupas), con una clara preferencia por estas últimas. Además, puede consumir otros invertebrados (arañas, lombrices y diversos insectos), pequeños vertebrados (anfibios, reptiles, mamíferos o pollos de aves) e, incluso, frutos. Para manipular eficazmente panales y avisperos, el abejero cuenta con unas adaptaciones morfológicas muy particulares, que consisten en la posesión de un pico corto y fino para extraer fácilmente las pupas de los panales, unos dedos protegidos por escamas para evitar la acción de los aguijones, los párpados inferiores cartilaginosos más duros que en otras rapaces y las narinas muy estrechas para evitar la entrada de alguno de estos insectos. Asimismo, las plumas de la cara aparecen endurecidas y dispuestas como escamas.
Los abejeros retornan de África a sus lugares habituales de cría justo en el momento de mayor abundancia de sus principales presas y sincronizan perfectamente su periodo reproductor con la presencia de estas, por lo que su periodo reproductivo tiene una duración menor que el de otras rapaces de similar tamaño.
La llegada del macho es más temprana y se produce, generalmente,
en los primeros días de mayo, aunque ya en abril pueden encontrarse
ejemplares. Una vez ocupado el territorio, el carácter gregario que
ha mostrado durante la migración desaparece y se torna solitario y
agresivo. Cuando aparece la hembra se inicia la fase de cortejo y
ambos miembros de la pareja se emplean en la reparación del nido
utilizado la temporada anterior, que suele consistir en una
estructura bastante desordenada, confeccionada a base de ramas y
hojas situada en la rama de un árbol hacia la mitad superior de la
copa. La puesta consta de uno a tres huevos de color blanco
moteados de pardo, rojizo o violáceo, que son incubados durante
unos 37 días por ambos adultos, si bien es la hembra la que dedica
más tiempo a esta tarea. En sus primeros días de vida, los pollos
son atendidos por su progenitora, en tanto que el macho se encarga
del aporte de presas. Los pollos se encuentran completamente
emplumados a los 40 días de su nacimiento, lo que les permite
abandonar el nido al que regresan solamente para comer. Algo
después, cuando cuentan con unos 70-75 días, comienzan a preparase
para emprender el viaje migratorio.
El abandono de las áreas de cría tiene lugar a finales de agosto o principios de septiembre. A partir de estas fechas, atraviesa nuestro país -que se constituye en la principal vía de paso- el grueso del contingente europeo con destino al estrecho de Gibraltar. La migración de esta especie, que sigue las mismas rutas año tras año, se caracteriza por una perfecta sincronía entre todos los migrantes, lo que les permite coincidir en las mismas fechas -el mes de septiembre- en las inmediaciones del Estrecho, donde aguardan, en grandes concentraciones, a que las condiciones meteorológicas sean las apropiadas para cruzar el mar. El paso de regreso, correspondiente a la migración prenupcial, registra su máximo en mayo. La comarca del Campo de Gibraltar se convierte en esos momentos en lugar privilegiado para la observación de esta interesante rapaz, de la que se han llegado a contabilizar algunas temporadas más de 100.000 individuos en migración.
No se conocen a fondo las amenazas que se ciernen sobre esta especie, aunque es muy probable que le afecte la pérdida de hábitat como consecuencia de las repoblaciones con especies forestales foráneas o la construcción de urbanizaciones, etc. A esto cabría añadir las molestias durante la época de cría y, de forma destacada, la caza ilegal, en especial en el paso posnupcial, momento en que numerosos individuos son abatidos durante la media veda en sus lugares de congregación antes de cruzar el Estrecho. El abejero europeo se incluye en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y aparece como «Preocupación menor».
Extendido por toda Europa desde el mediterráneo, sobre todo en
montañas, hasta el Círculo Polar Ártico y oeste de Asia central,
inverna al sur del Sáhara, sobre todo entre Sierra Leona y
Camerún.
En España hay un núcleo principal en el norte, entre Galicia y
Girona. También se encuentra en los sistemas Ibérico y Central, y
hay pequeñas poblaciones en los Montes de Toledo, Sierra de las
Villuercas y en Andalucía.