Revista 109
Número 109

La lotería


Una de las señas de identidad de estas fechas sin duda es la lotería de Navidad. Largas colas en las administraciones buscando el número con el que han soñado, pero también hay que comprar las participaciones de la empresa, del bar, de la iglesia, de la panadería, del centro de los jubilados... Soñamos con que la suerte borre de un plumazo la angustia de cada día, pero, sobre todo, jugamos a la lotería porque no podríamos soportar que tocase a nuestros compañeros de trabajo, a nuestros vecinos, y quedarnos fuera del reparto. Ya sabemos que la envidia es un mal endémico de nuestro país.

Se han hecho seguimientos a los afortunados que fueron agraciados con un premio millonario y la mayoría siguen en su antiguo puesto de trabajo. Se han permitido algún capricho, como un coche caro, y han pagado la hipoteca que los ahogaba. Por lo demás, todo sigue igual. Unos pocos fueron manirrotos y perdieron todo y otros, demasiado previsores, no se permitieron ningún capricho; seguramente serán los más ricos del cementerio y es que la suerte, además de ser esquiva, es injusta.

Si tuviésemos cierta perspectiva sabríamos lo afortunados que somos aunque no nos toque la lotería. La suerte nos ha acompañado desde el mismo momento de nacer. Se imaginan cómo habría sido su vida de haber nacido en Afganistán, en Siria, en India, en Arabia Saudí, en cualquier país de África… o en Estados Unidos. Sin duda no pueden imaginar algo así. Nos quejamos continuamente de lo que nos falta, pero no apreciamos lo que tenemos por el hecho de haber nacido en un país como el nuestro. Sin duda no vivimos en un paraíso y hay muchas, muchísimas cosas que mejorar, pero podemos expresarnos sin miedo a ir a la cárcel por nuestras opiniones, podemos practicar la religión que nos de la gana sin que nos corten la cabeza, las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, si nos ponemos enfermos el estado nos cuida y podemos salir a la calle tranquilos sin que un tarado o la policía nos peguen un tiro. Y si, a pesar de todo, no estamos a gusto, podemos emigrar a otro país sin dejarnos la vida por el camino.

Creo que en lugar de invertir tanto dinero en lotería deberíamos invertirlo en educación. Es una inversión segura para nuestro futuro y el de nuestro planeta y si, por casualidad, algún día nos tocase el gordo sabríamos en qué gastarlo. Algunos dicen que la mejor lotería es tener un trabajo, yo creo que la mejor lotería es trabajar en lo que te gusta y que la gente lo valore y recompense. Desgraciadamente es más fácil que te toque el gordo a que la gente valore el trabajo bien hecho y lo recompense. Como decía Valle Inclán, "en España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza" Quizás por eso confiamos más en la suerte que en el esfuerzo.

Rogelio Manzano Rozas

 
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