Revista 110
Número 110

Iñaki García Koch

Semblanza de un hombre bueno

 

Conocido por ser uno de los ecologistas que paralizaron la creación del pantano de Itoitz, Iñaki García Koch fue mucho más que eso.

Iñaki

 

El pasado 4 de enero de 2017 falleció el compañero y amigo Iñaki García Koch en su domicilio de la localidad navarra de Agoitz (Aoiz) con sólo 53 años.


En todos los medios que han dado cuenta de su deceso se han limitado a mencionar su participación en el grupo ecologista Solidarios con Itoitz, que a mediados de los 90 realizó más de 60 acciones directas en contra del embalse que finalmente estranguló al hermoso río Irati, y en concreto se recuerda su participación en la espectacular acción del corte de los cables que servían el hormigón a la obra.
Sus años de adolescencia y juventud transcurrieron en el efervescente ambiente de agitación social y política de la Transición que en las calles de Donosti discurren en torno al independentismo, la lucha antinuclear, las luchas obreras y vecinales y la insumisión cultural y existencial que eclosiona en torno al rock radikal vasco, los gaztetxes, las radios libres. Iñaki se acerca al movimiento de okupación y ya residiendo en Iruña participa en el Gaztetxe del Euskal Jai.


Precisamente de ese Gaztetxe parte el 7 de Abril de 1995 el grupo de jóvenes que okupa y refunda el pueblo de Aritzkuren. Iñaki es uno de los miembros más activos y comprometidos de ese grupo fundador. Sólo un par de meses antes había nacido el grupo Solidarios con Itoitz, que decide pasar a la acción directa pública y no-violenta, dado que la lucha legal de la Coordinadora no consigue paralizar las obras).


En estas circunstancias y como Aritzkuren está situado en el valle de Artze, en la margen izquierda del Irati, se comprende que enseguida los nuevos pobladores tengan que implicarse en la lucha contra el embalse y en concreto en el grupo Solidarios, no en vano de los ocho activistas que realizan el corte de los cables tres son habitantes del pueblo. Iñaki es uno de ellos.


En 1995 una sentencia de la Audiencia Nacional da la razón a los opositores a la obra y declara que las obras son ilegales, pero reclama 24.000 millones de pesetas a la Coordinadora en concepto de fianza para hacer efectiva la paralización. Esto colma la paciencia de los defensores del valle y en la madrugada del 7 de abril de 1995 vestidos con monos con la leyenda "Deconstrucciones Itoiz" y pertrechados con sierras radiales, los ocho Solidarios irrumpen en la cabecera de la presa acompañados de varios periodistas y cortan los cables que sirven el hormigón. Se entregan a la Guardia Civil y reciben una brutal paliza, por parte de los guardias jurados de la presa, de la que entre otras lesiones Iñaki sale con un tímpano roto.


Pasan dos meses en prisión provisional y tras una huelga de hambre consiguen la libertad a la espera de juicio. Con esta acción valiente y espectacular consiguen paralizar la obra durante más de un año, pero la maquinaria represiva del Estado consigue una condena ejemplarizante de cinco años de prisión para cada uno.


Los compañeros deciden desobedecer nuevamente a la injusticia e inician una gira por toda Europa para dar a conocer el conflicto. Durante nueve meses realizan cientos de actos informativos y varias acciones espectaculares como encaramarse a la cúpula de San Pedro, o hackear el Foro Mundial del Agua junto con la gente que se oponía a la presa de Narmada en la India o "inaugurar" la Noria del Milenio en Londres…, después los ocho huyen del país o viven en la clandestinidad.


En junio de 2001, Iñaki es detenido en un control de carreteras e ingresa en prisión, pasa cuatro años allí con largos períodos de aislamiento en el régimen FIES. La experiencia del aislamiento y de la soledad es abrumadora para una persona tan sensible y tan amante de los espacios libres y la naturaleza.


El movimiento en la calle no está a la altura del enorme sacrificio personal que a Iñaki, Daniel Unziti e Ibai Ederra, que también ingresan en prisión, les supuso la carcel, las vejaciones, los malos tratos, el asistir impotente a la demolición de los pueblos (el querido Artozqui, Itoiz…) y el llenado de la presa.
Sale en libertad en noviembre de 2004 y se traslada a vivir a otro pueblo montañoso, Izalzu, donde emprende la gran aventura que le ocupará lo mejor de sus últimos años: la paternidad. En 2005 concede una entrevista al periódico Diagonal donde se reafirma en que "la desobediencia y la insumisión siguen vigentes".


Vuelve al valle de Artze y vive un tiempo en la comunidad de Lakabe, pero finalmente decide bajar a vivir a Agoitz. Siempre perseguido desde que salió de la cárcel por la sombra de la depresión, trató de sostenerse aferrándose a la responsabilidad y la alegría de ser padre, Sugoi fue el centro y el motor de su vida. Finalmente las secuelas de su experiencia carcelaria se fueron agravando y la enfermedad le sobrepasó. Sufrió un ataque hepático y cardiaco que finalmente acabó con su vida.


Sus cenizas están ya en el monte guipuzcoano de Jaizkibel. El recuerdo imborrable de su bonhomía, de su generosidad, de sus sonrisas y de sus tristezas, de su compromiso con la vida, con la tierra (Ama Lurra), con el mundo rural, con el río Irati y el hermoso valle de Artze… está en el corazón de los que tuvimos la suerte de compartir algún retazo de su vida tan hermosa como dura. Su ejemplo de lucha, de sacrificio y de entrega nos hace un poco mejores, un poco más irreductibles.

Fernando Llorente Arrebola

 
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