La Riba de Escalote no tiene escuelas ni tiendas, aunque llegó a tener más de 300 vecinos a principios del siglo XX. El Instituto Nacional de Estadística ha señalado a esta localidad como singular: es el municipio más envejecido de España, con una edad media cercana a los 76 años.
El pueblo debe su nombre al río Escalote, un río poco caudaloso donde antañoabundaban los cangrejos. El abastecimiento de agua proviene de la fuente del Caballero, donde cuenta la leyenda que el Cid Campeador paró a beber camino de su destierro. El pueblo cuenta con otras fuentes como la fuente nueva, ubicada en la misma plaza, junto a la iglesia. En su amplio pilón nadan algunos peces. A
las afueras del pueblo se encuentra la fuente vieja, donde antiguamente se cogía el agua para el consumo. La fuente de los Asnos abastecía de agua a los animales y la del Cubo regaba las huertas. Así pues cada fuente tenía un uso específico.
Si vamos a Riba de Escalote desde Rello nos encontramos con unas
cárcavas espectaculares a las afueras del pueblo. Llaman la
atención el contraste de colores y las curiosas formas que la
erosión ha ido modelando a lo largo de los siglos. Los vecinos no
les prestan mucha atención y a veces las utilizan como vertedero
improvisado.
Junto a las cárcavas hay un gallinero y una pequeña huerta. En la
esquina de un corral próximo me encuentro con una pareja de
ancianos. Un hombre enjuto y con el pelo blanco permanece sentado
sobre un cajón mientras que la mujer le corta el pelo. Son Ángel y
Primitiva, dos hermanos octogenarios con mucha energía. Mientras
conversamos se interrumpen continuamente. Ángel fue, durante más de
40 años, el párroco del pueblo. Ahora, ya jubilado, sigue viviendo
en la casa del cura. que se encuentra adosada a la iglesia. y
algunas veces todavía dice misa los domingos. Primitiva vive con
él.
Actualmente hay censadas 18 personas, pero la verdad es que a
diario solo viven 8, el más joven es un cuarentón. La Unesco ha
declarado Soria zona desértica, con tan solo 8,8 habitantes por
kilómetro cuadrado. Por supuesto que aquí no hay ni tiendas ni
bares. El panadero se pasa dos o tres veces por semana, también el
frutero y el carnicero surten de provisiones a los vecinos cada
semana.
Almanzor cruzó en diversas ocasiones por el Cañón del Escalote para realizar su razias por el norte peninsular. Testigos de aquellas son las atalayas de Torre Melero, que se levanta en las proximidades de La Riba, y El Tiñón, cerca de Rello pero comunicada visualmente con la primera.
La repoblación cristiana de este territorio comenzó en 1060,
dependiendo de la Comunidad de Villa y Tierra de Berlanga. En 1752
seguía siendo parte del señorío de la duquesa viuda de Uceda,
marquesa de Berlanga.
En la plaza se encuentra la iglesia de san Miguel, donde están
custodiadas las imágenes de la ermita, a salvo de los ladrones. La
ermita de san Hipólito se encuentra en las afueras del pueblo,
junto al cruce de carreteras. Junto a esta, encontramos el
cementerio. Es una sencilla construcción barroca en la que se
aprovechó una portada románica de similar traza que la de la
iglesia. Como aquella, presenta dos arquivoltas lisas de medio
punto y una chambrana de bisel. Se desconoce si procede de un
edificio anterior que se levantó en el mismo solar o bien fue
trasladada desde otro lugar.
En los alrededores del pueblo podemos encontrar dos atalayas: La
torre de El Melero y la de El Tiñón, fortificaciones de frontera
construidas tras la repoblación llevada a cabo por Alfonso III en
la segunda mitad del siglo IX, ante la falta de defensas naturales
para la seguridad de los territorios.
Se trata de fortificaciones hechas de piedra, estrechas y de
varias alturas. En la torre de El Melero hay también lo que parece
ser un aljibe adosado a la torre. Las torres se comunicaban
mediante espejos por el día y luces durante la noche, para poder
avisar de posibles ataques. Desde las dos atalayas se pueden
divisar Rello y Berlanga, de tal manera que formaban una línea de
vigilancia.
Estaríamos ante un sistema de vigilancia y defensivo similar al
formado por la atalaya de La Ojaraca y la torre de Los Pilones en
la cercana localidad de Caltojar: dos atalayas próximas, una en lo
alto de un cerro y otra situada en el valle, una a cada lado del
paso natural del río. En el caso de Caltojar sobre el Bordecorex y
en el caso de La Riba sobre el Escalote.
Su riqueza natural, sobre todo los ribazos de la margen derecha
del Escalote o los parajes del «Cerro de la Revilla», ha servido
como escenario a películas como El Libro del Buen Amor y la versión
de Richard Lester sobre Los Tres Mosqueteros.