Los topos son los únicos mamíferos europeos con vida propiamente subterránea o hipógea, al pasar gran parte de la misma bajo tierra, a la que se han adaptado de una forma asombrosa, pudiendo pasar largos periodos sin necesidad de tener que salir a la superficie.
De cuerpo cilíndrico y compacto, está dotado de unas poderosas extremidades delanteras excavadoras, orientadas al exterior del animal para facilitar su actividad excavadora en las galerías. Su pelaje es tupido, generalmente de color negro, aunque puede también presentar tonalidades plateadas, rojizas o de color violeta. No se aprecia dimorfismo sexual por el simple contacto visual, aun cuando las hembras son ligeramente mayores que los machos.
Sin duda el sentido más desarrollado en el topo es el tacto, este
reside particularmente en la punta del hocico, donde existen unos
pelos muy sensibles llamados vibrisas, que mueve continuamente para
detectar presas. Aun cuando el olfato y el oído también les
funcionan, no están muy desarrollados y la vista es un sentido que
suele aparecer atrofiado.
La distribución del topo ibérico se asocia a ámbitos de montaña, principalmente entre los 800 y los 2.300 metros de altitud (Sierra Nevada). Vive en suelos ricos en humus y materia orgánica, en los que abunden las lombrices, su alimento favorito, y evita los terrenos muy arenosos o rocosos, en los que tiene dificultades para excavar. Las praderas naturales y los campos de regadío son lugares que cubren sus necesidades y, por tanto, donde más abundan.
Los únicos vestigios externos visibles de su presencia son los
montoncitos de tierra que forma, procedentes de su actividad
excavadora, así como los denominados cordones, unos abultamientos
del suelo que delatan el recorrido de la topera bajo tierra, y que
se forman cuando la conducción está cerca de la superficie y el
topo la empuja con su cuerpo hacia dicha superficie para abrirse
paso. Otro tipo de
Topo ibérico
Talpa occidentalis
Talpidos
Insectívora
Entre 9 y 13 cms.
Entre 1 y 2 cms.
Entre 30 y 90 g.
Hasta 5 años
Residente
galería del topo son las llamadas galerías de celo, unos
corredores superficiales y abiertos, a modo de pequeñas zanjas, con
tierra a uno y otro lado, que forma el animal en sus recorridos
superficiales.
El topo comienza por excavar una cavidad esférica, no muy
profunda, y echa fuera la tierra excavada por una galería oblicua.
Cuando la tierra sobrepuesta adquiere una altura excesiva excava
otra galería, a veces por otra parte de la cavidad próxima, pero
casi siempre junto a la galería anterior. Todo ello le lleva cierto
tiempo, mientras recorre su refugio en varias direcciones en busca
de alimento. Su actividad excavadora no cesa y las galerías que
conducen a la cavidad donde se sitúa el nido van siendo cada vez
más largas y describen caminos de ronda. Las galerías tienen una
dimensión media de 5 cm de ancho por 4 de alto, y pueden llegar a
150 m de longitud total, pero lo habitual es que oscilen entre los
40 y 50 m de longitud.
El núcleo de la topera es la llamada cavidad central donde se sitúa
el nido. De forma casi esférica y del tamaño de un gran pan, puede
llegar a los 150 cm de diámetro y los 50 cm de altura, de paredes
muy lisas debido al continúo roce y el uso frecuente por el animal.
En el fondo de este nido deposita hojas, raíces y hierba seca, con
las que forma un nido esférico, en cuyo interior se alojan las
crías. En estos nidos abundan las pulgas y los ácaros.
En la topera desarrolla el animal su vida normal, siendo muy raro
que salga de la misma. Tan solo lo hace para beber en época de
sequía, durante la época de dispersión de los jóvenes o en el celo
en busca de pareja.
No es un animal sociable, sino que se enzarza en frecuentes y
encarnizadas peleas, que pueden ocasionarle heridas muy graves e
incluso la muerte, cuando se cruza ocasionalmente con un congénere.
Esto ocurre especialmente entre los machos en época de celo.
La base de su alimentación son las lombrices de tierra que caza en el interior de sus galerías, sus larvas, babosas, materia vegetal, etc.
El topo tiene un metabolismo muy alto, que le obliga a consumir
diariamente una cantidad equivalente al 50 o al 100 % de su peso.
Para hacernos una idea de este dato y si pensamos en un hombre de
unos 80 kilos, supondría que diariamente precisaría comer entre 40
y 80 kg de alimento al día. Si está más de 24 horas sin comer el
topo muere, tiempo que rebajan algunos autores a las 10 o 12
horas.
La época de celo tiene una corta duración, y normalmente tiene lugar entre los meses de marzo y mayo. Los machos entran en celo antes que las hembras, produciéndose la copula y a continuación el periodo de gestación, que dura entre 28 y 42 días. Durante este periodo la hembra construye un nido esférico, situado aproximadamente a 1 metro de profundidad, para dar a luz entre abril y mayo la única camada anual. Pueden nacer entre 2 y 8 crías, aunque lo más frecuente es que sean 3 o 4. Estas nacen sin pelo y con los ojos cerrados y pesan alrededor de 3,5 gramos.
Transcurridos los primeros 14 días de vida, les crecerá el pelo, y
cuando cumplan los 22, abrirán por primera vez los ojos. Al cabo de
1 mes, alcanzarán los 80 gr de peso. Continuarán los pequeños topos
mamando de la madre hasta que alcancen las 4 o 5 semanas de edad,
abandonando posteriormente el nido para iniciar una nueva vida.
Cuando los pequeños topos ibéricos tengan entre 6 y 12 meses,
estarán ya capacitados para poder reproducirse.