En España hay 14 especies de este animal, inofensivo y beneficioso, que se alimenta de insectos y pequeños invertebrados y que es capaz de desprenderse de la cola para huir de sus enemigos.
Silenciosa y vivaz, familiar y simpática, la lagartija es un reptil beneficioso que se alimenta de todo tipo de insectos e invertebrados. A pesar de ello le sigue la mala fama. Por su condición de reptil se la compara con la serpiente, representación del mal en la cultura cristiana.
El rango de tamaños más común entre los machos varía entre 4,2 y
5,9 cm de la punta del morro a la cloaca, aunque algunos individuos
pueden alcanzar los 6,5 cm. Las hembras, más pequeñas y gráciles,
miden de 4,1 a 5,7 cm. La cola puede llegar a alcanzar hasta 10 cm,
prácticamente el doble que el resto del cuerpo.
Además del tamaño y la corpulencia, los machos se diferencian de
las hembras por su cabeza masiva, triangular y de escamas más
marcadas, así como por la mayor longitud de las patas, sobre todo
las traseras.
El color y dibujo de la piel varía enormemente de una zona a otra
e incluso entre individuos de una misma población. Por lo general
es pardo-verdoso, a veces rojizo en la zona de la espalda, cuello y
cabeza. En estos lugares pueden aparecer moteados o retículas, algo
característico de los machos. Predomina la presencia de bandas
laterales, especialmente en las hembras, entre las que destacan
dos, gruesas y oscuras, que pueden ir perfiladas por otras
amarillentas más delgadas. El pecho, aplanado, es de color
amarillento y presenta menos escamas ventrales en machos (25-30)
que en hembras (28-36). La cola también posee un rango de colores
enormemente variable (pardo, verdoso, rojizo, amarillento o incluso
azulado, característica propia de los ejemplares juveniles),
pudiendo ser uniforme, con dos colores distintos o incluso con
manchas oscuras alineadas a todo lo largo de la misma. En la época
de celo, los machos suelen presentar unos ocelos azules en los
costados.
La lagartija ibérica abunda con mayor frecuencia en terrenos rocosos o pedregosos, donde cuenta con plataformas en las que tomar el sol y refugios donde esconderse en caso de peligro. En zonas rurales vive también en casas y muros de piedra que le proporcionan entornos similares; se encuentra también en áreas de bosque, pradera y matorral, aunque algunas actividades humanas asociadas a la agricultura extensiva pueden haberla hecho desaparecer de algunos de sus hábitats originales. Las lagartijas ibéricas no muestran un auténtico comportamiento territorial.
Las lagartijas poseen un singular comportamiento defensivo que es de los más conocidos entre las especies silvestres cercanas al hombre. Este comportamiento se llama autotomía. Es la facultad que poseen las lagartijas y otros reptiles afines de automutilarse. Cuando es atrapada por algún predador, en una estrategia para escapar, se desprende de su cola que de inmediato y de manera refleja,
Lagartija ibérica
Podarcis hispanica
Lacértidos
Escamosos
Entre 4,2 y 5,9 cms.
Hasta 10 cms.
Entre 1,6 y 3,9 g.
Hasta 3 años
Residente
empieza a moverse con rapidez separada del cuerpo, dando sensación de algo vivo. De esta manera, logra distraer al enemigo y puede escapar.
No es inconveniente demasiado grave puesto que pueden vivir sin
dicho apéndice, si bien tampoco es el caso puesto que las
lagartijas son capaces de regenerar en poco tiempo la cola perdida.
El nuevo miembro no será, por lo general, igual que el mutilado,
sino algo más pequeño, menos funcional o, en ocasiones, brotará
doble. Esta característica regenerativa se pierde después de varios
episodios.
Solo durante la época de celo muestra un comportamiento
territorial, siendo frecuentes las luchas entre los machos de
lagartija ibérica. En este periodo muestran una llamativa
coloración ventral rojiza o anaranjada y la cola se vuelve
verde.
Los ejemplares de esta especie no hibernan realmente, sino que se
mantienen activos la mayor parte del año. Solo la existencia de
episodios realmente fríos en el invierno pueden forzarlos a
permanecer en sus refugios durante un tiempo. La especie necesita
veranos cálidos, por esta razón está ausente en las áreas con los
veranos más frescos de la Península ibérica, como Asturias y el
norte de Galicia, así como en las áreas de montaña por encima de
los 1650 m. Es una especie diurna y de claras preferencias
trepadoras. Con frecuencia toma el sol cerca de un refugio, donde
se introduce rápidamente a la menor alarma.
Su alimento lo constituyen una enorme variedad de pequeños invertebrados a los que buscan activamente, aunque en ocasiones cazan al acecho. Dada su extrema agilidad y capacidad para trepar, capturan sin excesivos problemas multitud de hormigas, moscas, pequeños escarabajos y arañas. Incluso pueden llegar a comportarse como caníbales y devorar puestas y juveniles de su propia especie. También se ha documentado la captura de juveniles de otros reptiles, como las salamanquesas con las que comparte hábitat.
A finales del invierno los machos comienzan a defender un pequeño territorio y muestran una coloración mas intensa al iniciarse el periodo de celo. Defienden pequeñas porciones del roquedo y en las luchas que se producen muchas veces pierden la cola. Una vez conquistada una hembra, la inmovilizan mediante mordiscos en el cuello o el lomo y se aparean con ella. Las cópulas tienen lugar hasta finales del mes de abril. La hembra selecciona grietas o huecos bajo piedras, o directamente realiza un pequeño agujero en la tierra donde deposita de 1 a 5 pequeñísimos huevos de consistencia elástica. Dependiendo de su tamaño puede realizar hasta 3 puestas en una temporada. El periodo de incubación es de entre 60 y 80 días por lo que a finales de julio, y sobre todo en agosto y septiembre, emergen las pequeñas y vistosas lagartijillas. El cuerpo mide unos 2 cm y más de 3 cm la cola, que está llamativamente coloreada de azul y verde. Alcanzan la madurez sexual al año y tienen una longevidad máxima comprobada de cuatro.
La lagartija ibérica sufre la pérdida de hábitats y la muerte de
ejemplares a manos de animales de compañía, como los gatos, que
matan gran número de lagartijas y otros pequeños reptiles. La
sustitución de los tradicionales muros de piedra, para el vallado o
las construcciones rurales, por alambradas y otros materiales
actuales, reduce el número de hábitats óptimos para la
especie.