En lo más alto del páramo, a la orilla izquierda del Tajo, muy cerca del valle del arroyo Merdero, se asienta el pequeño pueblo de Peñalén. Son muchos los senderistas y amantes de la naturaleza que eligen este lugar como punto de partida para sus excursiones por el cañón que forma el río Tajo.
El mayor atractivo de esta población es el paisajístico. Las vistas desde su casco urbano son espectaculares. El oscuro verdor de los bosques de pinos y los cerros que emergen del amplio valle por el que discurre el río Tajo. Su casco urbano adolece, igual que otros pueblos de la comarca, de una normativa urbanística que marque unas pautas a la hora de edificar o restaurar edificios. El conjunto de casas es heterogéneo y carece de un criterio estético. Cada uno hace o restaura su casa según le parece.
Entre su patrimonio monumental destaca la iglesia parroquial de
San Juan Bautista, reconstruida recientemente conforme al estilo
antiguo, que era románico rural con portada semicircular. El templo
es muy austero: el interior no cuenta con ningún retablo y las
escasas imágenes son de nueva factura.
Ubicada en la parte más alta del pueblo, ofrece unas vistas
espectaculares del valle del alto Tajo.
Cuenta con una portada semicircular con archivoltas que descansan
en capiteles sin ornamentación. La torre cuadrada del campanario,
con vanos para las campanas, se alza sobre su ángulo meridional. A
pesar de su escaso interés artístico, constituye una bella estampa
urbana en lo alto del caserío.
Peñalén destaca por sus singulares fiestas, que se celebran en
honor de la Virgen de la Torre, en las que se escenifica una
vistosa batalla entre moros y cristianos. Pero, sin lugar a dudas,
su manifestación tradicional más relevante es la popular y conocida
Fiesta ganchera, que tiene carácter itinerante y se celebra cada
año, en el mes de septiembre, en uno de los siguientes municipios:
Peralejos de las Truchas, Poveda de la Sierra, Peñalén, Taravilla y
Zaorejas. En ella se rememora el viejo oficio de los gancheros
(desaparecido en los años 40 del siglo pasado), quienes trasladaban
las maderadas a través del Tajo hasta las factorías madereras de
Aranjuez. Está declarada fiesta de interés turístico regional.
También hay que destacar las tres minas de caolín ubicadas en su
término municipal. Hoy permanecen inactivas, pero los enormes
desmontes de tierra son visibles desde muy lejos. Curiosamente
estas minas no han supuesto ningún beneficio para el pueblo, más
bien al contrario ya que el incesante tráfico de enormes camiones
ha destrozado la carretera que lleva hasta el pueblo, así como la
que lo comunica con Poveda de la Sierra, en obras desde hace tres
años y a la que, por el paso que lleva, calculo que le quedan otros
tres años más.
Como hemos dicho el mayor encanto de Peñalén reside en su
patrimonio natural. De su casco urbano sale un camino llamado calle
Subida a la iglesia. Dicho camino se adentra en el valle formado
por el Tajo ofreciendo unas vistas espectaculares de la zona.
Siguiendo este camino nos encontramos, a unos siete kilómetros del
pueblo, con el bello puente de Peñalén. Algunos creen que es un
puente de factura medieval, pero lo cierto es que fue construido en
1943, como indica una inscripción. El puente es estrecho y no está
pensado para el tráfico de vehículos de motor, sino más bien para
el tránsito de personas y animales, que posteriormente seguían su
camino por estrechos senderos que serpentean entre los abruptos
riscos y desfiladeros que conducen hasta Molina de Aragón y otras
localidades más cercanas.
Las vistas desde el puente son impresionantes: afilados riscos,
donde anidan los buitres y águilas, se elevan sobre la espesa
vegetación y profundas gargantas. Este es el hábitat ideal no solo
para las grandes aves rapaces y carroñeras, sino también para
grandes mamíferos como el ciervo, el corzo, el gamo o el jabalí,
que han encontrado en este agreste terreno un espacio ideal
para vivir.
Esta abundancia de grandes mamíferos ha provocado que la caza sea
una de las actividades preferidas por los lugareños. Para muchos
más que una actividad de recreo se ha convertido en una obsesión, y
es que en Peñalén no hay muchas diversiones aparte de dormitar en
la terraza del bar o echar la partida con los amigos.
Peñalén perteneció, desde su reconquista en el siglo XII por
Alfonso VIII de Castilla, al común de la Villa y Tierra de Cuenca,
pues hasta aquí alcanzaba el amplio alfoz, o territorio comunal de
dicha ciudad, gozando de su Fuero y protección. Sabemos también que
en algún momento de la Edad Media perteneció en señorío a la Orden
militar de San Juan. Ya en las reformas administrativas
territoriales del siglo XIX quedó incluido este pueblo en la
provincia de Guadalajara, donde continúa, aunque geográficamente
pertenece a la serranía de Cuenca.