Asociado sobre todo a grandes cantiles rocosos, especialmente de la España caliza, también coloniza en menor grado zonas urbanas, puentes y presas. Dotado, como todos los vencejos, de una enorme capacidad de desplazamiento, recorre cada día cientos de kilómetros en vuelo. Su estancia entre nosotros es prolongada, aunque en todo ese tiempo solo realiza una puesta anual.
Se trata del vencejo más grande de la península. Su silueta tiene forma de ballesta, la cola es corta y levemente ahorquillada, pero su escotamiento es menor que en la del vencejo común; las alas son muy largas y estrechas, de aleteos lentos. Posee un pico corto, plano y con la boca muy ancha; las patas están emplumadas y son muy cortas, tanto que le impiden posarse en el suelo; también sus pies son pequeños y con fuertes garras, sus cuatro dedos van dirigidos hacia delante. La coloración general es pardo olivácea, volviéndose más oscura en las alas. Tiene además dos destacadas manchas blancas en el vientre y la garganta, separadas ambas por un collar parduzco. El iris de los ojos es pardo oscuro y no hay dimorfismo sexual. Los jóvenes resultan muy parecidos a los adultos, aunque un poco más oscuros, con plumas ribeteadas de blanco y con la banda pectoral parda más estrecha. Este pájaro pasa la mayor parte de su vida en el aire, por lo que casi siempre se le ve volando y agrupado, tanto en núcleos urbanos como en acantilados costeros y de interior.
Mucho más grande que el vencejo común, se le distingue fácilmente
cuando ambos vuelan juntos, no sólo por la diferencia de tamaños y
el color de las partes inferiores, sino por planear durante mucho
más tiempo.
Por su especialización en el medio aéreo, es independiente de la vegetación, aunque está limitado por la existencia de zonas aptas para nidificar. Instala sus colonias fundamentalmente en acantilados, tanto marinos como de interior, y prefiere cortados muy abruptos, orientados al sur y de cierta altura. El sustrato que mejor cumple estos requisitos es el calizo, pero se conocen colonias en granito, cuarcita, pizarra y arcilla. A veces utiliza edificaciones humanas, bien rurales, como puentes y presas, bien urbanas. En algunos lugares de Europa es un ave de hábitos urbanos, proceso observado desde los años sesenta en Cataluña, donde se le aprecia cierta tendencia a nidificar en edificios, incluso a costa del abandono de colonias en roca. La pequeña población extremeña cría en gran medida en puentes, incluso en zonas con cortados naturales apropiados. Se conocen colonias desde el nivel del mar hasta los 1.700 metros de altitud en las sierras béticas y 1.900 en Pirineos.
En España es un ave estival. La población europea inverna en
África ecuatorial. En nuestro país está presente entre marzo y
octubre y a veces incluso en febrero y noviembre. Los pasos por el
estrecho de Gibraltar son discretos, con máximos en marzo y
septiembre. Sin embargo, una parte de las aves procede de otros
países europeos, pues las ibéricas se marchan en octubre. Se
calcula que el vencejo real recorre de forma rutinaria entre 600
y1.000 kilómetros cada jornada.
En cuanto llega a Iberia, en los últimos días de abril y en mayo,
comienzan los vuelos de persecución acompañados de gritos que no se
parecen realmente a los del vencejo común, pues son sonidos
bastante musicales y no chillidos estridentes. Más se parecen sus
gritos a los de un bando de limícolos,
Apus melba
Apodidae
Apodiformes
110 gr aprox.
Entre 55 y
60 cm aprox.
Entre 10 y 15 años
Migrador
y se pueden escuchar durante toda la temporada que permanecen los vencejos en la península ibérica, hasta bien entrado septiembre en el Norte y primeros de octubre en el Sur.
Mediante la técnica del anillamiento, los ornitólogos han
demostrado que las parejas se guardan fidelidad prácticamente
durante toda la vida y que sienten, además, un gran apego al viejo
nido familiar, siendo capaces de orientarse hasta el punto de
regresar y recordar un año después su emplazamiento exacto. En
algún caso se ha podido comprobar incluso cómo una hembra ocupó 12
años seguidos el mismo nido.
Uno de los aspectos más llamativos de la biología de los vencejos
es su extraordinaria adaptación para la vida aérea, pues pueden
pasar meses enteros volando ininterrumpidamente y sin posarse
nunca. De hecho, desde el momento en que abandonan el nido por
primera vez no paran de volar ni un solo segundo hasta
transcurridos 21 meses, cuando llega el momento de ser padres. Esta
circunstancia fue descubierta por un naturalista británico hace 200
años, quien observó que los vencejos solo se posan cuando están
criando y, aun así, lo hacen exclusivamente en el nido y en ningún
otro lugar. Su habilidad y resistencia les permite alimentarse en
el aire, y beben de charcas y lagunas mediante arriesgadas pasadas
a ras de agua, sin tocar el suelo ni una sola vez.
La pericia aérea de estos animales alcanza tintes asombrosos
cuando se disponen a pasar la noche, ya que los vencejos, como no
podía ser de otra forma, también duermen en pleno vuelo. Con la
puesta de sol estos animales finalizan sus erráticas acrobacias y
se integran en un solo bando, que se eleva en amplios círculos
hasta desaparecer finalmente de la vista. ¿A dónde se dirigen?
Mediciones de radar han demostrado que tras alcanzar suficiente
altura, los vencejos quedan suspendidos en el aire y en un estado
de aletargamiento similar al sueño, aunque sin dejar nunca de
aletear. En estas condiciones, mecidos por las corrientes de aire,
han sido sorprendidos ocasionalmente por pilotos de aviones a
altitudes de casi 2.000 metros, donde permanecen toda la noche
hasta que, al amanecer, bajan de nuevo en bandadas que se disgregan
cerca del suelo.
Se dice que el vencejo real es la máquina más perfecta para volar,
ya que además de alcanzar velocidades de 200 km/h, es increíble la
manera en que puede cambiar el sentido en pocos metros, o incluso
la velocidad a la que puede llegar a entrar en sus nidos. Esto se
debe a que es el ave con la anatomía más aerodinámica de todas. De
hecho, está tan adaptado al aire que por eso resulta tan torpe para
moverse en tierra firme, con esas patas cortas y prácticamente
inservibles.
Se trata del único pájaro conocido que puede cambiar su rumbo y
hacer rodeos para evitar zonas tormentosas, ya que pueden predecir
con suficiente antelación la llegada de los frentes o las bajadas
térmicas. Cuando se acerca una borrasca a su territorio, los
vencejos prevén su llegada y se desplazan delante de ella,
eludiéndola. Las aves desaparecen y aparecen después en gran número
en otras regiones, a menudo a cientos de kilómetros de su lugar de
origen. Una vez pasado el mal tiempo, los vencejos regresan a su
área inicial y continúan la crianza de sus hijos como si no hubiese
pasado nada.
La población española es poco conocida. La estimación mínima de
9.000 parejas debe revisarse al alza, pues solo en Cataluña se cree
que hay 10.000-18.000; por tanto, parecen más realistas cifras en
torno a 30.000- 50.000 parejas. En Europa se contabilizan más de
100.000 parejas, con las poblaciones principales en Turquía, España
y Croacia.
Los vencejos capturan infinidad de pequeños insectos, los cuales llegan a formar auténticos enjambres suspendidos sobre pueblos y ciudades. Para cazarlos se limitan simplemente a abrir la boca, que en estos animales es un auténtico embudo. Aun así, las presas son tan pequeñas que los padres necesitan aportar diariamente más de 40.000 insectos para poder alimentar a su progenie. A fin de dar una idea de la gran cantidad de invertebrados que un vencejo es capaz de atrapar, diremos que en una sola ceba a una de sus crías se pudieron contar hasta 600 pulgones.
Las presas más comunes son hemípteros (chinches), himenópteros
(avispas y hormigas), pequeños coleópteros y arañas. En zonas donde
coincide con otros vencejos suele cazar a más altura y puede
capturar presas de mayor tamaño.
Realiza una puesta anual. La temporada de cría se extiende entre abril-mayo y agosto. Es una especie colonial, normalmente con colonias de pequeño tamaño, de 10-20 nidos, que muy raramente superan las 50 parejas. El nido es una copa de unos 8-13 centímetros de diámetro y 4-10 centímetros de profundidad, elaborada con plumas aglutinadas mediante materia vegetal y saliva. Puede instalarlo en huecos y grietas de rocas y edificios, o bien adherirlo en superficies verticales; en el primer caso, el nido es más ancho y plano que en el segundo. Copula tanto en vuelo como en el nido. Habitualmente pone dos o tres huevos de color blanco, de forma alargada. Parece ser que ambos sexos incuban, alternándose en cortos períodos, durante 19-21 días. Los pollos son alimentados por ambos adultos, que traen al nido y regurgitan unas bolas formadas por insectos, transportándolas en la bolsa de la garganta. A las 6 semanas ya vuelan bien, pero la salida del nido puede retrasarse en función de condiciones meteorológicas diversas que impiden una alimentación regular. Tiempos lluviosos retrasan bastante la cría, viéndose los vencejos obligados a cazar en pleno crepúsculo. Alcanzan la madurez sexual a partir del segundo año.
En estas circunstancias adversas la ausencia de los padres durante
varios días no entraña peligro alguno para la pollada. Tan pronto
como los padres se marchan y cesa el suministro de alimento, las
crías entran en un periodo de letargo durante el cual su gasto
energético disminuye hasta niveles sorprendentes. Pueden mantener
este letargo hasta 10 o 12 días, tiempo más que suficiente para el
regreso de los padres y la vuelta a la normalidad.
Arn-Willi (1960) estudió bien una colonia en Suiza, anillando
muchos ejemplares. Determinó que el 75 % siguen criando en el mismo
nido durante 2-3 años consecutivos y comprobó asimismo que, en los
años de sus experiencias, 54 parejas se mantuvieron unidas en el
mismo nido por entre 2 y11 años. Algunos de los vencejos anillados
rebasaron edades de 18-19 años. Bernis (1970) cita los ensayos que
se realizaron con vencejos suizos que fueron anillados y
transportados a Lisboa en avión. De un primer grupo de 28 adultos
desplazados, se dieron al menos 12 retornos a la colonia y una de
estas aves estaba ya en su nido al tercer día de haber sido
liberada en Portugal.