Debido a su situación geográfica Zaorejas es considerada por muchos como la capital de la comarca del Alto Tajo. El pueblo cuenta con dos pedanías: Villar de Cobeta y Huertapelayo.
Zaorejas se asoma al valle por donde discurre el arroyo de Fuentelengua que más tarde desembocará en el río Tajo. El paisaje que rodea el núcleo urbano es árido y descarnado y contrasta con los extensos bosques que, a poco más de un kilómetro, pueblan los abruptos cortados y que forman el típico paisaje del Alto Tajo.
Desde la carretera se accede al pueblo bajando una pequeña
pendiente que se encuentra antes del cuartel de la Guardia Civil. A
la izquierda hay una plaza ajardinada con una original fuente de
piedra. Junto a esta plaza se ubica el moderno centro de
interpretación de la comarca. Si nos adentramos por las calles
encontramos bellos ejemplos de arquitectura popular. Casas con
recios muros de piedra y
arcos de medio punto nos transportan épocas remotas.
Callejeando, llegamos a la plaza vieja donde se encuentra el
edificio del Ayuntamiento. De construcción más reciente que las
casas cercanas, está coronado por un pequeño reloj que hace años
que permanece parado. Seguimos caminando por sus enrevesadas calles
y llegamos a la plaza nueva, un precioso espacio donde todo es
armonía y sus antiguas casas contrastan con el nombre del lugar. En
el centro de la plaza hay una fuente de piedra y una de sus salidas
es un pasadizo con un arco de medio punto, que lleva a la vega
donde se encuentran los huertos del pueblo. Justo al otro lado de
la plaza hay un mirador y sale un camino que lleva al acueducto
romano situado a un kilómetro del casco urbano. La iglesia es un
enorme edificio levantado en el siglo XVIII en cuyo interior apenas
hay elementos decorativos: solo algunas imágenes de santos pueblan
el espacio vacío. Durante la Guerra Civil española Zaorejas estuvo
en la línea del frente y, como muchas otras iglesias de la comarca,
sufrió el expolio de sus imágenes y retablos.
El término municipal acoge lugares de gran belleza, como el
acueducto romano o el Puente de San Pedro. Para llegar al acueducto
hay que tomar un camino que sale de la plaza. A lo largo de un
kilómetro el camino pasa por huertos, choperas y zarzales donde nos
salen al paso una pareja de gamos así como conejos y abubillas,
entre otros animales. Antes de llegar a lo que queda del acueducto
encontramos un pozo, unas pilas donde abreva el ganado y unos
rústicos bancos a la sombra de los chopos. Un poco más allá nos
sorprende el enorme muro de piedra sobre el que, en tiempos
remotos, corría el agua.
Gran parte de su material constructivo ha ido desapareciendo para
utilizarse en otras construcciones, como cerramientos o
aterrazamientos de los terraplenes circundantes. En sus orígenes
salvaba el desnivel formado por el barranco del arroyo de
Fuentelengua y aprovechaba las aguas del paraje de la Barbarija,
situado a unos 1260 metros de altitud, para transportarlas a la
población que algunos autores han identificado con Carae. La parte
mejor conservada es la central donde un impresionante arco deja
paso al escaso cauce que circulaba por el barranco, impidiendo su
embalsamiento.
En el alzado se notan claramente diferentes secciones, de grosor
creciente hacia la base y con molduras horizontales. El muro
presenta fábrica de sillarejo y el interior relleno de mampostería
de mortero. El conjunto tiene unas dimensiones de 12 metros de
altura y 95 metros de longitud.
El arco central además de la función utilitaria ya referida,
dejar paso a las aguas que transcurren por el barranco, posee otra
aún más importante: otorgar fuerza expresiva y estabilidad a la
construcción.
Se trata de un arco de medio punto de doble rosca o arco doblado,
es decir, constituido por dos hiladas de dovelas concéntricas, con
lo que consigue un doble efecto: primero, una mejor distribución de
las cargas, y segundo, la intensificación del efecto estético de la
rosca del arco, que se magnifica con la diferencia de tamaño de las
dovelas.
La cara norte del arco central está finamente acabada con una
uniformidad mayor en su aparejo, ya que era visible desde una
importante vía romana, por lo que se convertía, como era habitual
en el mundo romano, en un elemento de propaganda.
Otro paraje de Zaorejas es el puente de San Pedro, un lugar muy
popular para los habitantes de la comarca. Este puente cruza el río
Tajo y cuenta con una zona habilitada como aparcamiento y varios
espacios para descansar y tomar un baño. El lugar es de una gran
belleza y las aguas del Tajo en este punto son tranquilas y
cristalinas.