Virtud

El dramaturgo francés Moliere se encontró con un pobre a quien dio un luis de oro; creyó el mendigo que Moliere se había equivocado al sacar de su bolsa tan espléndida moneda, y volviéndose hacia él le devolvió la moneda diciendo: "No quisiera ser un aprovechado con quien tuvo caridad conmigo". Moliere sonrió y dijo que no había sido un error, y que podía quedarse con ella, y añadió otra como premio a su honradez, mientras exclamaba: "¡Dios mío, dónde fue a refugiarse la virtud!"

Confianza

El pintor y dibujante inglés William Ryland, ejecutado en 1798 bajo la acusación de haber falsificado un cuadro de otro artista, estaba internado en la prisión de Tothill Fields, donde entabló amistad con el alcaide del centro penitenciario que le permitía incluso salir del recinto del penal y dar vueltas por el campo que rodeaba la prisión. Sabido por los amigos del pintor que la condena iba a cumplirse de manera inminente y que toda apelación había fallado, le dijeron: "si quieres evitar ser ahorcado deberás aprovechar la momentánea libertad de que gozas algunas tardes por tu amistad con el director del centro, y escapar…". Ryland, cuyo sentido de la amistad y del honor personal era exagerado, contestó: "Cómo podría yo vivir con el recuerdo de haber traicionado a un amigo, y de haber abusado de su generosidad y confianza…?".

Condecoración merecida

Alfonso XIII distinguió al escritor y filósofo Miguel de Unamuno con la Gran Cruz de Alfonso XII. Durante la recepción en el Palacio; y tras escuchar las cariñosas palabras que el monarca le dedicaba, dijo: "Señor, me siento muy orgulloso de la distinción que me concedéis, y que verdaderamente me merezco". El rey se sorprendió de las palabras de Unamuno, y le dijo: "Don Miguel, sois el único que me ha dicho una cosa así, porque todos a los que he distinguido con esta condecoración me han dicho que no la merecían". Unamuno respondió: "Señor, y tenían razón… al deciros eso".

En otra ocasión el periodista Manuel Aznar le preguntó: "Don Miguel, ¿le gustaría vivir cien años o más?" El filósofo bilbaíno contestó que sí; y como el periodista le dijera que vivir tantos años era una lata, Unamuno replicó: "Sí lo es: pero para los demás".

Cabeza inútil

Cristina, Reina de Suecia, hija de Gustavo Adolfo, que reinó hasta 1689, era mujer de carácter y entendimiento agudo. Se comentaba con estupor la decapitación de Carlos I de Inglaterra y todos exclamaban asombrados: "Qué barbarie y crueldad tan grandes; cortarle la cabeza!". La soberana sueca intervino diciendo: "No sé por qué os extrañáis tanto, ya que después de todo a Carlos la cabeza no le servía para nada"

Codicia

En los años veinte del siglo pasado, contaba el escritor franco-argentino Paul Groussac, que tres malhechores llevaron a cabo un atraco y tras su fechoría se reunieron en un lugar convenido para repartirse el botín. Para celebrarlo, una vez instalados en el hotel dos de ellos pidieron al tercero que fuera a comprar un par de botellas de whisky. Así lo hizo éste, y mientras caminaba de regreso al hotel pensó que sería estupendo quedarse con todo el dinero, cosa que podría conseguir si envenenaba con arsénico las botellas. Una vez en la habitación, sus compañeros, que habían pensado que sería sencillo eliminarlo y repartirse su parte, lo asesinaron, tras lo cual procedieron a celebrarlo bebiéndose las dos botellas de whisky envenenado. El jefe de policía local encontró dos días después a los tres ladrones muertos en la habitación del hotel, con todo el dinero sobre la mesa.

Caridad

Tras el estreno de Gilda, en 1946, la actriz Rita Hayworth se convirtió en un mito erótico del cine. La famosa actriz, hija de un bailarín español apellidado Cansino, visitaba una leprosería dirigida por Misioneras, al terminar el recorrido por las distintas dependencias del hospital dijo a una de las monjas que le servía de interprete: "Hermana, yo no haría un trabajo como el que ustedes hacen ni siquiera por un millón de dólares". La monjita le sonrió, y contestó: "Por esa cantidad, tampoco yo lo haría, señora".