Revista 62
Número 62

La economía del futuro

 

Hemos visto como nuestro modo de vida y nuestra economía violan las leyes más importantes de la materia y la energía, de ahí que podamos sospechar que en el fondo de la actual crisis económica lo que hay es una fractura ecológica que va a provocar la quiebra del actual modelo económico y su inevitable sustitución por otro.

En los cuatro números anteriores de esta revista hemos tratado de resumir las leyes fundamentales del funcionamiento de este maravilloso fenómeno que es la vida en la Tierra. Por desgracia también hemos visto cómo nuestro modo de vida y nuestra economía violan las leyes más importantes de la materia y de la energía y de ahí que podamos sospechar que en el fondo de la actual crisis económica haya una fractura ecológica que pueda provocar la quiebra del actual modelo económico y su inevitable sustitución por otro. Para finalizar esta serie de artículos sobre la mirada que la ecología científica ofrece del mundo, expondremos en esta entrega y en la siguiente unas pinceladas de cómo será la economía ecológica que tendremos en el futuro.

A nivel energético será una economía necesariamente baja en carbono que se sustentará, sobretodo, en la energía solar. Aunque aún quedará algo de petróleo, este se empleará en una escala exponencialmente menor y en usos más «nobles» que quemarlo en vehículos privados, por lo que el grueso de la actividad productiva y de la energía doméstica procederá del sol. Como en la actualidad el modo más eficiente de captar energía solar es la fotosíntesis, la humanidad retornará masivamente a la biomasa, es decir, la procedente de las plantas salvajes y cultivadas en sus diversas formas (desde la leña al biogás). También se desarrollarán las eólica, solar fotovoltaica y fototérmica pero no del modo centralizados, monopolístico y privado que hoy han impuesto las grandes empresas eléctricas, sino con un modelo de instalaciones a pequeña escala, descentralizadas, enfocadas al autosuministro de familias y comunidades. De hecho la energía, así como otros sectores estratégicos para la supervivencia de las personas, no estará ya en manos privadas y mucho menos será un activo financiero con el que especular.

La economía del futuroTanto las actividades industriales como productivas en general serán profundamente rediseñadas y relocalizadas de modo que se generen pocos residuos y estos sean siempre aprovechables como materia prima para otros procesos. En el futuro se producirá muy poca o ninguna basura, porque, entre otras cosas, se prescindirá de producir y utilizar materiales y compuestos que sean peligrosos para la salud de las personas y de la naturaleza. Otras sustancias ya producidas o inevitables deberán circular en total estanquidad y aislados de la biosfera. No se producirán tantos artefactos como hoy día, pero serán más robustos, duraderos y eficientes; al contrario que en la actualidad, la obsolescencia programada, la chapuza y la cultura del usar y tirar serán reprobadas y hasta perseguidas.

Será también una sociedad más lenta y tranquila. La cada vez mayor dificultad para acceder a petróleo barato nos obligará a reducir drásticamente la movilidad: se moverán menos cosas y personas, se recorrerán distancias más cortas y se hará a menor velocidad… Esto entrañará cambios enormes en el comercio mundial, en los medios de transporte (volverá la tracción animal y el tren, se disparará el uso de la bici, prácticamente desaparecerá el vehículo privado de explosión…). Este cambio radical en el transporte también obligará a cambiar la estructura de las ciudades, trabajar y obtener servicios cerca de casa será norma, el modelo de urbanismo disperso será abandonado y se desarrollarán unos modelos de construcción y urbanización más blandos, estéticos y adaptados a las condiciones climáticas de cada región. Igualmente habrá que reequilibrar la población entre lo urbano y lo rural, ciudades más pequeñas, pueblos más ocupados y productivos, también la costa hoy superpoblada y el interior peninsular abandonado tendrá que reequilibrarse.

También desaparecerán y se perseguirán los xenobióticos, es decir, aquellas sustancias de síntesis que la naturaleza no puede degradar fácilmente y devienen venenos (y también los compuestos radioactivos, los organismos genéticamente modificados) y eso implicará que habrá que adoptar nuevas formas de producir y consumir (entre otras, una auténtica revolución agrícola y alimentaria) sin mucha de la química que hoy nos hace la vida fácil a cambio de envenenarnos lentamente. Uno de los sectores que requerirá atención, inversión y trabajo será, precisamente, el de limpiar la tierra y las aguas, el de curar la biosfera, el de la regeneración de los ecosistemas y la protección y promoción de la biodiversidad que, como ya vimos, es una cuestión central de cara a la supervivencia colectiva y la buena vida. Para el próximo capítulo dejamos la explicación de algunos de los cambios y mutaciones sociales y culturales que se necesitarán para vivir en equilibrio con la naturaleza de la que somos parte y no dueños.

 

Fernando Llorente Arrebola

 
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