El pinzón vulgar es el fringílido más abundante en Europa. Su área de reproducción se extiende por todo el continente, excepto en el extremo norte de Escandinavia e Islandia. Prácticamente no falta en ninguna parte donde exista aunque sea un árbol aislado, pero su densidad es mayor en los bosques no muy poblados de especies caducifolias.
Fotografías: AGE
Al comienzo de la primavera El macho de Pinzón vulgar Fringilla coelebs, es un pájaro que no pasa desapercibido. La frente es negra, el píleo, la nuca y parte de los hombros tienen color gris azulado; la espalda es pardo rojiza y el obispillo verde oliváceo. Los carrillos, la garganta y el resto de las partes inferiores poseen un tono pardo rosado brillante. La cola tiene la pareja central de rectrices gris pizarra y el resto de ellas son negras con bordes blancos, muy notorios en las exteriores. Las plumas de las alas son pardas negruzcas con bordes verdes amarillentos. Una banda blanca es muy visible y junto con la gran mancha de los hombros, es un rasgo inconfundible a la hora de identificar a este pájaro. El pico es azul plomizo con el extremo más oscuro. Los tarsos y los pies son pardos, así como el iris de los ojos.
El plumaje de la hembra es mucho más apagado. La cabeza y las
partes superiores son pardas amarillentas, más oscuras o grisáceas
en el centro del píleo. La espalda y el obispillo son verdes
amarillentos. Las partes inferiores tienen un tono gris pardusco.
Las bandas blancas de las alas y hombros (cobertoras) no son tan
nítidas como en el macho. El pico es pardo. Muchas hembras tienen,
al comienzo de la primavera la cabeza ligeramente gris pizarra,
color que se extiende hasta la nuca. Los jóvenes se parecen mucho a
las hembras, pero tienen en la nuca una mancha blanca. Los machos
ya se diferencian de las hembras por tener la espalda teñida de
castaño rojizo y el pecho menos pardo amarillento y más beige.
Durante la reproducción, su hábitat favorito es la campiña abierta con árboles dispersos, bosques de especies caducifolias y perennes, parques y jardines, plantaciones de árboles frutales y zonas de monte bajo con grandes arbustos. Una vez que el periodo de cría ha pasado, a partir del mes de agosto, frecuenta también el campo abierto, prados, rastrojeras, caminos, calles de pueblos y ciudades, muelles en los puertos de mar, pistas, etc.
Camina por el suelo con pasos cortos y rápidos, a menudo ligeramente agachado; sobre todo las hembras, que flexionan más las patas. También se mueve a saltos y a menudo volando en corto para cambiar de posadero. Es un pájaro muy arbóreo durante la reproducción, pero más aficionado a posarse en el suelo en otoño e invierno, en especial las hembras. Para cantar, los machos se posan en las ramas más altas. Les gusta frecuentar lugares habitados, proximidades de casas de campo, alquerías, zonas donde se acumula el estiércol, alrededores de graneros, silos, tolvas de descarga de cereales y también las cercanías de pajares y
Pinzón vulgar
Fringillia coelebs
Fringillidae
Passeriformes
15 cm
13 - 17 cm
23 g
5 años
Residente
almacenes de hierba seca. Al volar lo hacen con marcadas ondulaciones. Durante su vuelo de migración son incansables y en un día pueden recorrer grandes distancias. Incluso cansados, son capaces de volar contra el viento, resguardándose de él con las irregularidades del terreno y la vegetación. Muchas parejas permanecen unidas y no abandonan su lugar de nacimiento o de cría, pero otros pinzones se agrupan y vagan por los campos formando bandos. Realmente, se puede decir que fuera de la época de cría es un pájaro gregario que no tiene inconveniente en buscar la compañía de otros fringílidos, gorriones y escribanos. Generalmente se ven grupos de machos juntos y, por otro lado, grupos de hembras. Esto es mucho más evidente durante la migración. Los bandos o flujos migratorios son siempre de un solo sexo. Rara vez se ve entre los machos alguna hembra o un pequeño grupo de ellas. Lo inverso también es cierto.
La llamada usual del pinzón vulgar es un fuerte y metálico
¡¡chink-chink, chink!! que repite insistentemente si está alarmado
o espaciando mucho las notas si el macho llama a la hembra. Este
sonido recuerda a otro similar emitido por el carbonero común,
Parus major. En vuelo invariablemente lanzan, macho y hembra, un
débil, pero bien audible ¡¡tsip, tsip...!! En febrero los machos
emiten repetidamente un agudo y fuerte ¡¡chuit!! o también ¡¡uit!!
en cierto modo sibilante.
El canto típico tiene variaciones individuales y regionales, pero
esencialmente está formado por dos o tres notas repetidas durante
2-3 segundos y terminadas en un más breve floreo que se eleva de
tono al final. No excesivamente musical, resulta muy monótono
cuando se escucha por mucho tiempo. Los machos cantan desde un alto
posadero con extraordinario vigor y, en buenas condiciones
acústicas, se oyen con facilidad desde 400 m, a veces más. Machos
con gran celo repiten su estrofa hasta nueve veces por minuto, pero
generalmente no lo hacen más de seis veces. Las hembras
cantan en tono bajo, ocasionalmente, una corta retahíla que quiere
recordar la misma del macho. Los machos pueden cantar casi todo el
año. La mayor intensidad se produce entre febrero y los primeros
días de julio. Mayo registra el mayor vigor y después del silencio
de julio y agosto, hay una ligera reactivación en septiembre y
primeros días de octubre.
Su dieta es muy variada. Fuera de la época de la reproducción, las semillas de plantas gramíneas son fundamentales. Le atraen especialmente las semillas de los hayucos, pero como estos frutos del haya, Fagus sylvatica, no son constantes en su desarrollo y hay años en que apenas se producen, los pinzones buscan alimento en cualquier parte, sobre todo en tierras cultivadas, rastrojeras y prados. Igualmente en el suelo de los bosques de especies caducifolias. Los granos de los cereales les atraen especialmente y los pájaros se congregan en las proximidades de silos, muelles, cintas transportadoras, máquinas cosechadoras, etc. Sin embargo, la mayor parte de su alimentación está basada en semillas silvestres. Plantas tan abundantes en los campos como Sinapis, Brassica, Chenopodium, Polygonum, Stellaria, Cerastium, etc., son fundamentales en la dieta invernal y otoñal del pinzón. Muchas de estas semillas, que caen de las plantas, no son visibles para el ojo humano y, como gran parte de ellas no germinan, quedan en el suelo formando un tapizado que puede durar años y constituir una reserva estimada en varios centenares de millones por hectárea. Al arar la tierra muchas quedan al descubierto. Es así que no son solamente los insectos los que atraen bandadas de pájaros a las tierras preparadas para el cultivo. Se estima que un 75 por 100 del total de su alimentación es de origen vegetal y el 25 por 100 restante a base de insectos, sobre todo durante la primavera. Come asimismo huevos de caracoles, arañas y lombrices de tierra.
La reproducción comienza a finales de abril. Pero los pinzones viejos que han criado por lo menos un año, ya están en su territorio en enero. Los machos que crían por primera vez no suelen llegar hasta febrero e incluso algunos después. Normalmente, un macho joven se establece en un territorio vacío un mínimo de ocho a quince días más tarde que uno viejo del territorio vecino. Al principio se mueve inquieto por entre las ramas de los árboles lanzando su típico ¡¡chink, chink!! y alterna con períodos en que se le escucha una especie de seudocanto en tono muy bajo.
El pinzón vulgar es un pájaro eminentemente territorial y fiel a
su lugar de nacimiento. Con el anillamiento se ha comprobado que
las parejas que pasan otoño e invierno vagando por los
campos, regresan en enero y febrero y ocupan su vieja parcela. Los
machos son muy agresivos y defienden el territorio persiguiendo
encarnizadamente a los intrusos o a los vecinos que se acercan
demasiado. Los primeros días se hacen notar solamente por la
mañana, pero conforme el mes de abril se aproxima ya no se mueven
del lugar. Las hembras viejas (que criaron por lo menos una vez)
llegan en marzo y a veces antes, pero las jóvenes atraídas por el
fuerte canto de los machos noveles, no aparecen y se emparejan
hasta abril e incluso después. Las parejas permanecen juntas
normalmente hasta seis semanas antes de comenzar la nidificación.
Durante este tiempo los cortejos del macho a la hembra están
marcados por la agresividad que se observa entre ambos miembros de
la pareja, quizá mayor por parte de la hembra, que no permite que
el macho se acerque. A menudo, sin embargo, comen juntos en el
suelo. El macho que ocupa un territorio y ya está emparejado, no lo
abandona si la hembra muere.
La hembra construye sola el nido. Tarda normalmente entre tres y
dieciocho días en hacerlo y en ello influye mucho la lluvia y la
edad del pájaro. Las jóvenes tardan más y el promedio puede estar
en siete días. Los nidos están hechos con musgo fundamentalmente,
hierba seca y alguna otra materia vegetal, unido todo con telarañas
y decorado exteriormente con líquenes y trozos de corteza. El
interior está forrado con pelos y alguna pluma, muy pocas. Suelen
estar casi siempre en árboles, a una altura variable, pero
tendiendo a ramas elevadas de árboles frutales o de adorno. Los
primeros están ya acabados en la última semana de abril, pero
habitualmente se terminan durante los primeros diez días de mayo y
aún después. Los anteriores a estas fechas son ocasionales y
coinciden invariablemente con unas condiciones meteorológicas muy
buenas. La puesta normal es de 4-5 huevos y hay algunas de 6 y 7,
pero muy raras. Su cáscara es lisa y brillante y tiene color azul
pálido, ocasionalmente teñido de rosa y rayado o manchado con
puntos pardos rojizos, o pardos violáceos, teniendo las manchas un
cerco rosado más claro. Otros tienen rayas y dibujos negruzcos.
Algunos casi carecen de punteado. Solamente la hembra incuba y lo
hace durante 11-13 días, empezando con la puesta del penúltimo
huevo. Los pollos al nacer tienen un plumón gris pálido, largo y
abundante. El interior de la boca es rojo carmín, con el paladar
anaranjado. No hay puntos oscuros en la lengua; las comisuras son
blancas. Ambos adultos los alimentan con orugas pequeñas casi
siempre y a los 13 o 14 días dejan el nido, aunque todavía son
colicortos e incapaces de volar. Por lo menos durante otros 15-20
días continúan siendo atendidos por los padres. Muchas parejas
tienen dos puestas en cada temporada.
El tipo de alimentación del pinzón vulgar, a base de semillas, lo
hace muy vulnerable a los plaguicidas. Los frecuentes tratamientos
para combatir insectos, y sobre todo plantas parásitas, con
herbicidas altamente venenosos, no hay duda de que influirán
grandemente en las poblaciones de este pájaro.
Una parte de la población europea inverna más al Sur de su área de
reproducción. Iberia es receptora de millones de pinzones que
comienzan a llegar en los últimos días de septiembre.
El pinzón vulgar recibe la denominación de célibe, (el coelebs que
aparece en el latín de su nombre científico) por la costumbre que
tiene de formar a menudo bandos de un solo sexo durante el otoño y
el invierno. El nombre vulgar de "pin-zón" es una onomatopeya de su
reclamo habitual.