Desde su privilegiada atalaya, Uceda se asoma al valle del Jarama ofreciendo unas preciosas vistas de la sierra norte de Madrid. Su situación estratégica, ideal para la defensa, la convirtió en un enclave codiciado por romanos, visigodos, árabes y cristianos.
El río Jarama marca el límite entre las provincias de Madrid y Guadalajara. Podemos decir que Uceda es un pueblo fronterizo que ve cómo los pueblos vecinos de Madrid ubicados en el valle disponen de unos recursos económicos y unas infraestructuras que ya quisieran los de Guadalajara. La ubicación geográfica ha condicionado el carácter de los vecinos, que mezcla la austeridad serrana y la desconfianza propia de las gentes de la campiña. Para tomar el pulso al pueblo lo mejor es pasarse por alguno de sus cinco bares, cada uno de ellos con un carácter propio.
Uceda se compone de tres núcleos urbanos: el casco histórico y las
urbanizaciones de Caraquiz y Peñarubia. El aumento de población que
ha registrado en los últimos años el municipio se debe, en gran
parte, a los nuevos residentes de estas urbanizaciones.
Su situación estratégica, ideal para la defensa y de gran
utilidad como atalaya, le ha valido a Uceda a lo largo de su
historia ser un enclave codiciado por romanos, visigodos, árabes y
cristianos.
Uceda es uno de los enclaves de más larga y densa historia de la
provincia de Guadalajara. Fue asiento de pueblos primitivos, de los
celtíberos y aun los romanos desde ella controlaron el paso por el
valle del Jarama. Tiene un castro o ciudadela que se ha querido
identificar con la Vescelia de las crónicas. Los árabes, en el
siglo IX construyeron el castillo y fortificaron toda la población.
Y, por supuesto, los cristianos castellanos trataron en varias
ocasiones de apoderarse de ella, haciéndolo Fernando I hacia 1060,
y luego Alfonso VI, definitivamente, en 1085. Desde ese momento, la
villa se repuebla intensamente: su castillo se reconstruye y se
refuerza toda su muralla y sus defensas. Los reyes amparan bajo su
directo señorío a este lugar y le otorgan fuero propio, concediendo
a Uceda un amplio alfoz o territorio de su jurisdicción. En total
19 aldeas conformaron el común de la Villa y Tierra de Uceda.
Todavía hoy, muchos pueblos de la campiña de la comarca conservan
su apellido de origen: Mesones de Uceda, El Cubillo de Uceda,
Villaseca de Uceda, etc.
La época de esplendor de la villa fue el siglo XIII, cuando sus
dominios pasaron al arzobispado de Toledo regido por el infante
Sancho. Durante este periodo se construyen sus iglesias y se le
otorgan fueros y privilegios.
En 1390, Torrelaguna consigue eximirse de la jurisdicción de Uceda
y hacerse Villa independiente, lo que hizo que muchos de los
vecinos de Uceda decidieran bajarse a vivir al más cómodo
asentamiento del valle, dejando allí sus bienes e impuestos. De
esta manera, se propició la decadencia de Uceda, a partir sobre
todo del siglo XVI. En 1553 se inicia la construcción de la nueva
iglesia, que produjo un gran crecimiento del arrabal y el abandono
del antiguo recinto amurallado. En 1575, Felipe II vendió la villa
a don Diego Mejía de Ávila y Ovando, y le otorgó el título de conde
de Uceda. Pero los vecinos solicitaron ejercer el derecho de
tanteo, realizando su propio rescate y exención. Esto ocurrió en
1593, quedando Uceda como villa exenta e independiente solo
sometida al poder real. Sin embargo, los pleitos generaron enormes
deudas, que obligaron a los vecinos a poner la villa en venta en
1609, siendo comprada por el duque de Lerma, don Cristóbal Gómez de
Sandoval, a quien el rey Felipe III nombra en 1610 duque de
Uceda.
Durante los siglos XVIII y XIX se realizan los aprovechamientos
hidráulicos del Jarama y del Lozoya, que dieron lugar a las
construcciones del canal de Cabarrús en 1790 (para regadío de las
vegas de Uceda y Torrelaguna) y la presa del Pontón de la Oliva en
1858 para abastecer de agua a Madrid.
Uceda posee un rico patrimonio, a pesar de que la mayor parte esté
bajo tierra. Es muy habitual que, cuando se quiere edificar una
nueva construcción en el casco antiguo, aparezcan restos
arqueológicos de épocas remotas. El año pasado un promotor iba a
levantar un grupo de casas y al hacer los cimientos apareció un
cementerio mozárabe con más de 200 tumbas.
Entre el patrimonio visible hay que destacar:
Ruinas del castillo. Levantado por los árabes
durante los siglos X y XI. Fue reconstruido en varias ocasiones.
Hoy solo se conservan algunos restos de la muralla.
Iglesia románica Santa María de la Varga.
Edificada sobre una antigua mezquita, es obra de transición del
románico al gótico, mandada construir en la primera mitad del siglo
XIII por el arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada. Está ubicada en
lo que era el centro de la villa medieval de Uceda. En su interior
se encuentra el antiguo cementerio del pueblo.
Iglesia parroquial Nuestra Señora de la Varga. Es
un gran edificio de estilo renacentista construido en sillar calizo
y sillarejo, de enormes proporciones. Sobre la puerta occidental se
encuentra un bello relieve tallado en piedra que representa a la
Virgen de la Varga, patrona de Uceda, escoltada por dos de sus
milagros: la victoria del capitán don Juan Vela de Bolea sobre una
gran «sierpe» (cuyo esqueleto estuvo durante años colgado dentro
del templo). Buena parte de los materiales de su construcción
proceden de antiguas edificaciones de la villa medieval.
Cartuja. Es un sobrio edificio levantado con
ladrillo rojo y sillarejo, con refuerzo de sillería en las
esquinas. Era dependiente de la Cartuja del Paular y estaba
destinada a recaudar las tercias reales de la región de Uceda. Hoy
alberga el Ayuntamiento y una Posada rural.
Calzada Medieval. Este camino, que hasta hace
relativamente poco era muy transitado, nace a los pies de la
iglesia románica y desciende por el cerro en fuerte pendiente hasta
la fuente de la Varga rehabilitada en el año 2012 y lugar de
aparición de la Virgen de la Varga, patrona de Uceda, ya cerca del
río Jarama.