El arrendajo es el más solitario de los córvidos; se mueve en pareja durante todo el año, excepto a finales del invierno, cuando realiza concurridas y ruidosas reuniones, y en verano, cuando se pueden observar grupos familiares.
Fotos A.G.E.
Poco más pequeño que una paloma, siente debilidad por los bosques de vegetación tupida. También habita otras zonas como pequeñas arboledas, campos de frutales e incluso algunos jardines y parques urbanos. Cuanto más densa sea la vegetación en el interior del bosque mayor seguridad tendremos de encontrar una o varias parejas de arrendajos, Garrulus glandarius, conocidos tanto por su áspera voz como por el colorido del plumaje, en el que destaca mucho el azul rayado de negro de las pequeñas plumas del ala bastarda o cobertoras principales. La espalda es beige grisácea clara, más parduzca en los lados del cuello, y el píleo está rayado de blanco y negro; el obispillo es blanco y contrasta mucho con la cola, larga y negra con base gris rayada de azul grisáceo. Las partes inferiores del cuerpo son de color ocre o rosado pálido, excepto el mentón, la garganta, parte del vientre y las plumas debajo del nacimiento de la cola que son blancas. Las alas tienen las primarias negras o marrones negruzcas y las secundarias parcialmente negras con manchas blancas que se ven bien al tener aquellas plegadas, lo mismo que el color castaño de las más internas. A partir de la base del pico y hasta la parte baja de los carrillos se extiende una mancha negra, o bigotera, que es muy visible aun a distancia. El pico es fuerte y negruzco y las patas y pies son pardos; el iris de los ojos, tanto en los adultos como en los jóvenes, es azul con un anillo muy estrecho pardo. Los jóvenes tienen color más apagado, no rosado, y las plumas de la frente y el píleo poseen rayas más pequeñas. Todos ellos las erizan cuando están alarmados o se pelean, a la vez que gritan con voz ronca.
El arrendajo es un pájaro bien conocido en la Península Ibérica. Al volar bate las redondeadas alas con cierta rapidez, pero transmite una sensación de pesadez y lentitud en sus movimientos, e incluso de poseer un vuelo débil. Esencialmente es una especie de bosques, pero también frecuenta la campiña, arboledas, sotobosques y campos, donde se le puede ver al descubierto, caminando a saltos por los prados o bajo los árboles frutales de huertos y jardines. Muy tímido y desconfiado, resulta difícil de observar de cerca cuando está posado. Y aún a distancia pronto descubre al observador y, alarmado, eriza las plumas del píleo y mueve la cola de un lado a otro o arriba y abajo, a la vez que lanza su característico grito que alerta a todo el bando.
Arrendajo
Corvidae
Passeriformes
32-34 cm.
53 cm.
140-190 g.
Hasta 5 años
Residente
Fuera de la época de la reproducción, se juntan varios grupos familiares que suelen estacionarse en determinados lugares del bosque, donde mantienen unas escandalosas conversaciones de graznidos y vuelan y revuelan entre los árboles moviéndose con bastante destreza. Saltan inquietos de una rama a otra y, como vulgarmente se dice, «donde va uno, van todos». De este modo es prácticamente imposible ver un ejemplar solitario. Si un arrendajo atraviesa volando un claro del bosque podemos tener la seguridad de que a los pocos segundos le seguirá otro, formando ambos presumiblemente una pareja (macho y hembra). Esto es común con los demás córvidos y resulta sobre todo muy notorio en las urracas Pica pica. A pesar de lo difícil que es acercarse a ellos, ya que en cuanto nos divisan se alejan con rapidez, parece resultar fácil para algunos hábiles cazadores atraer hacia su escondite a los arrendajos situados en diferentes lugares de un bosque. Un solo cazador mostró en cierta ocasión nada menos que 36 arrendajos que había matado en una mañana, con el único procedimiento de imitar su áspero graznido y atraerlos hasta estar a tiro de su escopeta.
Como los demás córvidos, tienen tendencia a recoger nueces,
castañas, avellanas, bellotas, cerezas, etc. y volar con ellas
hasta un árbol donde suelen ocultarlas, bien por un momento
mientras vuelven a coger más o bien almacenándolas por largos
períodos como si se tratara de una despensa. En estos huecos o
escondites se pueden a veces encontrar considerables cantidades de
frutos secos. La técnica es casi siempre la misma: estos astutos
pájaros tragan a la vez varias avellanas o bellotas y vuelan con
ellas hasta el escondite o posadero elegido, donde las
regurgitan.
Casi todas las aves acuden frecuentemente al agua a limpiar su
plumaje para conservarlo en perfecto estado; esta labor la realiza
también el arrendajo preferentemente a primera y a última hora del
día Una vez tienen ya sus patas en la charca introducen la
cabeza y finalmente las alas y realizan unas sacudidas fuertes a
ambos lados, aunque sin llegar a sumergir por completo su cuerpo de
una vez, ya que podrían tener problemas para salir del agua.
Su voz típica es un grito áspero y duro «¡¡keerr!!» o «¡¡kra
-arr!!» no fácil de expresar por escrito y que tiene un gran
alcance, oyéndose muy bien dentro del bosque pero también en la
campiña. A menudo, varios arrendajos corean estos gritos y parece
como si estuvieran peleando entre ellos. Durante la época de
reproducción emite otros variados sonidos, algunos de forma
sostenida y que bien pudieran ser realmente el canto de este
pájaro. Su potencia es entonces menor y hay que estar muy cerca de
los nidos o de los pájaros para poder escucharles. Se cree que esta
serie de gruñidos con los que el macho saluda a la hembra antes de
la construcción del nido tiene mucho de cortejo nupcial. Es
habitual escuchar a veces su grito de alarma en coro, ya que alerta
rápidamente de cualquier tipo de peligro, incluida la presencia
humana. Además, emite una gran cantidad de voces roncas, chasquidos
y maullidos. También imita las voces de otras aves o incluso ruidos
y gritos de otros animales, sobre todo de las oropéndolas,
Oriolus oriolus. El nombre de la especie proviene
precisamente de esta singular característica. 'Arrendar' en
castellano tiene una acepción que significa imitar.
La alimentación del arrendajo es muy variada y en la práctica no desdeña ninguna materia, animal o vegetal, que esté a su alcance. Campbell al analizar el contenido de 23 estómagos obtuvo de alimento vegetal un 72,1 % y el 27,9 % restante de materia animal. Los guisantes le atraen especialmente y no hay espantapájaros capaz de ahuyentarle de ellos. También come patatas, bellotas de encinas y robles, hayucos, avellanas, nueces, castañas, maíz y todas las frutas que puede. Los higos, las cerezas, manzanas, peras y ciruelas, por este orden, también alcanzan una buena proporción de la dieta de este auténtico depredador. Aunque el arrendajo es acusado de ser depredador de otras especies de aves, por lo que suele ser perseguido por el hombre, dos trabajos exhaustivos sobre la dieta del arrendajo en la Península Ibérica a lo largo del ciclo anual (Sanmiguel, 1983 y Guitian, 1985) ponen de manifiesto que los vertebrados aparecen de forma excepcional entre los alimentos del arrendajo, lo que parece indicar tan solo un uso esporádico y oportunista de la captura de otras aves y nunca un hábito alimentario. A la vez, también consume una buena cantidad de lombrices de tierra, pequeños ratones y musarañas, caracoles, babosillas y bastantes insectos, en especial escarabajos y entre ellos Melolontha y Gryllus. (Escarabajos de San Juan y Grillo campestre).
Pero lo más curioso es que almacenan alimento para la temporada
invernal, cuando escasea más la comida. El arrendajo utiliza su
pico para esconder, entre la corteza de los árboles, en las raíces
o en el suelo, las semillas, bellotas y otros frutos que ha ido
capturando previamente. De esta forma, se asegura una correcta
alimentación en la época en que más escasea el alimento. Este
hábito de esconder frutos, de los que luego olvida muchos,
particularmente bellotas, le convierte en un importante agente
reforestador natural de nuestros bosques. Se estima que, en una
temporada, un solo ejemplar es capaz de almacenar entre 4.500 y
5.000 bellotas, lo que puede dar idea de su papel en la
regeneración natural de nuestros bosques.
En las reuniones que los arrendajos celebran invariablemente a partir de la segunda semana de enero, y ocasionalmente antes, varias parejas se agrupan en las ramas de un sotobosque de eucaliptos y allí comienzan a revolotear entre el ramaje, persiguiéndose unos a otros, esponjando el plumaje, abriendo la cola en abanico y, seguidamente, cerrándola y llevándola hacia arriba y abajo y de un lado a otro, con las plumas de la cabeza erizadas y mostrando lo más posible el color blanco del obispillo y de las plumas infracobertoras caudales. Con relativa frecuencia estas representaciones o cortejos se producen también en el suelo. Algunos vuelan cortas distancias a velocidad extremadamente lenta y gritando sin cesar. Toda esta barahúnda dura de 30 a 45 días y tiene dos puntos álgidos a lo largo del día: desde las 9 a las 10 (hora solar) y de las 16 a las 17 (hora solar). A finales de febrero, pero más notoriamente durante marzo, ya las parejas se han separado y cada una ocupa un territorio en el que construirá el nido. Presumiblemente estos pájaros permanecen emparejados todo el año, pero sus actividades amorosas no parecen despertarse hasta el invierno.
Anida en bosques, huertos de frutales, sotobosques, campo abierto
con árboles formando grupos aislados, etc., normalmente a una
altura superior a los 2 m., y raras veces a más de 10 m. Los nidos
más bajos están siempre en arbustos, laureles y espinos (Laurus y
Pyracantha) sobre todo, e incluso sobre un manzano a 2,5 m. del
suelo. Nidos a alturas superiores a 20 m. son muy raros. Los
materiales que emplea son, sobre todo, palos y ramas secas con
bastantes raíces, las más gruesas forman la base. Su apariencia es
muy plana y a veces con poca cubeta interior. Esta a menudo tiene
un refuerzo de barro o de boñiga de vaca y está forrada con
raicillas y crines de caballo. Para la ubicación del nido los
arrendajos buscan ramas gruesas en su unión al tronco principal del
árbol.
La puesta consiste en 5 ó 6 huevos, a veces 7 y en ocasiones 3 y
4. Si el nido es depredado, una segunda puesta no suele pasar de 4
huevos. Su color es pardo verdoso o guisante claro, unos con un
punteado oliváceo que apenas se percibe y otros con los puntos más
marcados y agrupaciones de estos que forman así pequeñas manchitas.
Las primeras puestas son efectuadas a partir de los últimos días de
abril, pero solo excepcionalmente se pueden encontrar completas, y
hasta la primera decena de mayo e incluso algunos días más tarde.
Macho y hembra incuban alternándose, pero es la hembra quien pasa
más tiempo en el nido. A partir de la puesta del primer huevo la
incubación dura 17 días. Los pollos cuando nacen carecen
completamente de plumón, el interior de sus bocas es de color rosa
pálido y no tienen puntos oscuros en la lengua. Cebados por ambos
adultos, los jóvenes dejan el nido a los 20-22 días. Hay una sola
puesta en el año, pero son frecuentes las repeticiones por
depredación de la primera Los jóvenes y los adultos vagan por el
bosque hasta que, llegado el mes de septiembre, cuando van
completando la muda del plumaje, se unen a otras familias de
arrendajos y pueden llegar a formar grupos numerosos. Estas
partidas se mueven bastante y se han apreciado desplazamientos
relativamente distantes y llegadas de partidas a los Pirineos y a
sierras centrales españolas. Pero su origen no se ha determinado y
el escaso anillamiento efectuado dentro de la Península no permite,
por el momento, afirmar que el arrendajo, considerado como muy
sedentario, realice desplazamientos en el interior de la
península.
El arrendajo ocupa casi toda Europa, faltando en la mayor parte de Noruega. Totalmente ausente de Islandia y el norte de Escocia, no se reproduce tampoco en las Islas Baleares. El plumaje de estos pájaros experimenta una notable variación en su coloración y las poblaciones europeas han sido estudiadas en detalle. En la Península Ibérica se han determinado dos subespecies: Garrulus glandarius fasciatus que ocuparía la mayor parte de Andalucía y la mitad oriental de la península aunque quizá no el Pirineo Occidental. Su aspecto es más grisáceo, sobre todo en las partes inferiores y menos rosado que la variedad tipo europea. Y Garrulus glandarius lusitanicus propio de la mitad occidental de Iberia y todo el Cantábrico, cuyo tono de plumaje es menos gris por encima, más rosado vinoso y tampoco gris, sino rosáceo pálido, por debajo.