Ecología
La mortandad invernal de las colonias de abejas en Europa ha subido a un 20% de media, llegando al 53% en algunos países.
Greenpeace ha publicado el informe El declive de las abejas. Peligros para los polinizadores y la agricultura en Europa. En este documento, la organización ecologista realiza una revisión científica de los principales factores que están provocando el declive de las abejas. Greenpeace ha analizado cómo ciertos tipos de plaguicidas están afectando directamente a estos insectos fundamentales para la agricultura y el medio ambiente. Por ello, demanda su prohibición urgente e inmediata.
Esta prohibición sería un primer paso crucial y eficaz para
proteger la salud de las poblaciones de abejas y salvaguardar así
su importancia para la polinización, un servicio ecológico y
gratuito fundamental para la seguridad alimentaria y los
ecosistemas. Una tercera parte de nuestros alimentos dependen
de la polinización de los insectos, principalmente las abejas. Su
valor para la agricultura europea supone unos 22 mil millones de
euros anuales y a nivel mundial de unos 265 mil millones de
euros.
El dramático descenso general global en las poblaciones de abejas
es el resultado de múltiples factores, como las enfermedades y los
parásitos, el cambio climático y muchas prácticas de la agricultura
industrial. Dentro de estas últimas, las evidencias científicas
recogidas por Greenpeace destacan el papel mortal de algunos
plaguicidas, entre los que se encuentran los neonicotinoides.
Además de la intoxicación aguda que provoca la muerte inmediata de
abejas, los efectos sub-letales de estos plaguicidas a dosis bajas
son diversos y extensos. Abarcan desde efectos fisiológicos,
alteración del patrón de pecoreo (actividad de recolección de
néctar, polen, agua y propóleos en el exterior de la colmena),
interferencias en el comportamiento alimentario, hasta efectos
neurotóxicos en los procesos de aprendizaje.
La capacidad de las abejas para resistir a enfermedades y
parásitos parece estar directamente influenciada por su exposición
a estas sustancias químicas peligrosas, lo que tiene consecuencias
catastróficas para la salud y supervivencia de las abejas y otros
polinizadores silvestres. Sin abejas, ecosistemas enteros,
agricultura y producción de alimentos estarían en riesgo.
"La ciencia es clara: los impactos negativos de los plaguicidas tóxicos para las abejas superan con creces cualquiera de sus supuestos beneficios. Las abejas y los polinizadores silvestres son demasiado valiosos para que los perdamos. Los países de la UE simplemente no pueden esperar más y deben actuar prohibiendo total e inmediatamente los plaguicidas tóxicos para las abejas", ha afirmado Luis Ferreirim, responsable de la campaña de Agricultura de Greenpeace.
Greenpeace ha identificado siete plaguicidas prioritarios que
deben ser prohibidos debido a su toxicidad extremadamente alta y
efectos sub-letales y/o sistémicos en las abejas. Son: imidacloprid
y clotianidina de Bayer; tiametoxam de Syngenta; fipronil de BASF;
clorpirifos; cipermetrin y deltametrin, producidos por otros
compañías de agroquímicos. Todas estas empresas obtienen beneficios
significativos de la utilización generalizada de estos productos
químicos en la agricultura.
España es el mayor productor de miel y polen de la
UE
España tiene la mayor cabaña apícola y es el principal productor
de miel y polen en Europa. Posee unos 2 millones y medio de
colmenas y una de las apiculturas más profesionalizadas dentro de
la UE. Greenpeace trabaja directamente con estos apicultores,
puesto que son quienes gestionan el principal y más eficiente
polinizador de la UE, las abejas. Ellos, al estar directamente en
contacto con las poblaciones, han sido los primeros en presenciar
su declive. Por ello, desde hace años se han movilizado para pedir
la prohibición de estos nocivos plaguicidas.
"El tema de los plaguicidas de nueva generación nos están
afectando de una manera muy callada. Nuestra mortandad invernal
estaba entre el 5 y el 10 como mucho el 15%. En estos momentos
estamos en mortandades del 25, del 30, del 35%", denuncia Manuel
Izquierdo, apicultor andaluz. "Estamos hablando de plaguicidas que
envenenan toda la planta, que no solamente se quedan en la
superficie, sino que penetran y envenenan la planta. Osea, estamos
hablando de auténticas bombas atómicas en el campo y en el
medio".
La publicación de este informe científico marca el lanzamiento de
una nueva campaña a nivel europeo para salvar a las abejas y para
promover la agricultura ecológica. Greenpeace insta a los
responsables políticos de toda Europa a que apoyen, como primer
paso, la prohibición de tres plaguicidas neonicotinoides tóxicos
para las abejas, según lo propuesto por la Comisión Europea el 15
de marzo.
"El dramático declive de las abejas es solo la punta del iceberg
de un modelo agrícola fallido basado en el uso intensivo de
productos químicos y que sirve los intereses de las poderosas
corporaciones, como Bayer y Syngenta. Tenemos que adoptar con
urgencia la moderna agricultura ecológica. Esta es la única
solución a largo plazo para salvar a las abejas, a la agricultura y
los ecosistemas en Europa", ha añadido Ferreirim.
Los expertos técnicos de países de la UE no lograron
alcanzar la mayoría necesaria en marzo para prohibir el
imidacloprid, la clotianidina y el tiametoxam. 13 países votaron a
favor de la prohibición, entre ellos España, nueve países en contra
y cinco se abstuvieron. Una nueva votación está prevista para
principios de mayo.