Vega del Jarama
Las intensas lluvias de marzo han llenado los embalses, que se han visto obligados a soltar agua.
El pasado mes de marzo ha
sido el más lluvioso de la historia documentada. El volumen de agua
embalsada en los pantanos aumentó tanto que fue necesario abrir las
compuertas de algunas presas de la vega del Jarama como El Atazar o
El Vado.
El miércoles 26 de marzo, justo antes de la Semana Santa, el río
Jarama empezó a crecer y al día siguiente ya había inundado los
lugares más próximos a su cauce. Por ejemplo en Talamanca de Jarama
ya había inundado el Kiosco Recreativo junto al puente romano con
medio metro de agua. El nivel del agua siguió subiendo hasta
alcanzar, el lunes 1 de abril, su nivel más alto.
Según los boletines del Canal de Isabel II el
máximo desembalse desde El Vado no superó los 55 m3/s, sin embargo,
las entradas de agua superaron en algunos momentos los 80 m3/s, por
lo que se entiende que esta presa ha laminado (frenado) la riada,
cumpliendo así una de las principales funciones que tienen los
embalses. A este caudal de El Vado hay que sumar el de los
afluentes de aguas abajo como la presa de El Atazar, que
desembalsaba durante esos días unos 70 m3/s. El caudal total de
entrada en los embalses de la cuenca del Jarama llegó a ser de 155
m3/s. Seguramente la riada hubiera sido mayor de no haber existido
los embalses.
El río
recuperó su ribera natural y anegó muchas huertas y tierras de
cultivo, incluso algunas viviendas que siempre se habían sentido a
salvo. Las inundaciones duraron una semana, dejaron un rastro
de barro y hay que lamentar una víctima: un anciano murió ahogado
en el río Jarama a su paso por el término municipal de Uceda
Desde la construcción del embalse de El Vado (1954) el
desbordamiento del Jarama ha ocurrido en muy pocas ocasiones. Antes
no era raro que el Jarama se desbordase. Algunas de estas riadas
pasaron a la historia. La más recordada fue en marzo de 1947,
cuando el NODO registró del suceso.