Revista 68
Número 68

Buendía (II)

Rutas para los sentidos

Buendía tiene dos preciosas rutas para los amantes de la naturaleza y las curiosidades: la ruta de las caras en la orilla del embalse de Buendía y la ermita de los Desamparados, situada en el cañón del río Guadiela.

 

Maitreya-Arjuna

 

Ruta de las caras

La Ruta de las Caras es un lugar singular creado por Eulogio Reguillo y Jorge Maldonado, aficionados a la escultura que, enamorados del lugar, solían acampar entre sus enormes rocas a principios de los años 90. Parece que todo fue surgiendo de manera espontánea, casi como un juego. En una de sus acampadas de fin de semana se llevaron unos cinceles y comenzaron a tallar la roca junto a su tienda de campaña, sin tener ninguna idea de lo que querían hacer. Así en 1992 crearon «La Monja», la más antigua de todas las esculturas de la ruta.

 

A lo largo de los 2 km del recorrido vamos descubriendo tallas de muy distinto tamaño, desde los 5 m hasta los 30 cm. No es un conjunto homogéneo en cuanto a temática ni estilo de las obras. Podemos encontrar motivos geométricos como cruces y espirales, caras inspiradas en la tradición hindú, vírgenes cristianas, hieráticos rostros primitivos y otros más expresivos, casi grotescos.


Si contemplamos cronológicamente las dieciocho esculturas del recorrido podemos apreciar la evolución técnica y artística de los autores, desde la ingenua sencillez de «La monja» hasta la inquietante «De muerte» (la única que es propiamente una escultura de bulto redondo, ya que las demás son relieves), que mira de frente a las otras esculturas recordando al visitante la efímera vanidad.


El camino para llegar a la ruta de las caras sale del núcleo urbano de Buendía. Es un camino de tierra bien cuidado y con suaves pendientes, apto para todo tipo de vehículos, pero lo ideal es ir andando. Tras un agradable paseo de 4 km llegamos a un frondoso pinar con un pequeño aparcamiento, donde los perezosos que se hayan acercado en coche pueden dejar el vehículo. No hay posibilidad de perderse ya que se encuentra perfectamente señalizado.


Es importante recorrer la ruta libres de prejuicios y dejarse sorprender por los relieves a la vuelta de cada roca. Algunas de las esculturas que encontraremos en nuestro recorrido son:
Moneda de la vida: con su contorno esférico pretende simbolizar el universo, con los huesos la estructura física y con el círculo concéntrico el núcleo donde se gesta la vida. En este relieve los autores han querido representar la esperanza de la vida ante la muerte. La escultura se realizó en el año 2000.


Krishna: inspirada en uno de los dioses más importantes y adorados de la india. Según el hinduismo es uno de los principales avatares del dios Visnu. Es una de las esculturas más grandes con 3,50 m y se realizó en 2002.


Maitreya: Según la literatura sagrada budista, el bodhisattva Maitreya nacerá en la tierra para lograr la completa iluminación de un Buda y enseñar el dharma. El Buda Maitreya será el sucesor de Siddhartha Gautama (el Buda histórico actual) el cual anunció a Maitreya como el próximo Buda. Esta escultura se realizo en 2007 y mide 4,50 m.


Árjuna: Escultura de 2007. Árjuna era un arquero magistral que desempeñó un papel central en la lucha entre los Pándavas y sus adversarios, los hijos de Dhritarashtra conocidos como los Kauravas. Al principio, Árjuna era reacio a participar en la batalla, debido a la matanza que sabía que iba a causar en las filas enemigas, que incluían a muchos de sus propios familiares. Sin embargo, fue persuadido por su auriga y amigo cercano, el dios Krishná, para cambiar de opinión. El diálogo entre ambos acerca de los temas involucrados en la guerra -el valor, el deber del guerrero, la naturaleza de la vida humana y el alma y el papel de los dioses- conforman el argumento del Bhagavad Guitá, uno de los episodios claves en la epopeya del Majábharata.


De muerte: Representa una calavera y tiene una altura de 1,5 m. Es la única que mira al Este y da la espalda al pantano.
La Ruta no presenta ninguna dificultad y es recomendable para todos los públicos, pero quienes más disfrutan del recorrido son los niños.

 

 

Ermita

 

Ermita de los Desamparados

Aunque pertenece al término municipal de Buendía la Ermita se encuentra a 12 km del núcleo urbano. El camino que nos lleva hasta este maravilloso lugar arranca en la misma presa de Buendía y desciende paralelo al cañón del río Guadiela.


Unos 2 km antes de llegar a la ermita el camino está cortado por una puerta para evitar que pasen los coches. En ese lugar se encuentran los restos de un antiguo puente que cruzaba el río y que fue destruido por una riada antes de que se levantara la presa de Buendía. Al lado del puente se ha acondicionado un espacio para tomar un baño. El color del agua pasa del azul turquesa al verde esmeralda y los pescadores suelen probar suerte confiando en que algún lucio o barbo despistado muerda el anzuelo.


La ermita se cobija bajo una enorme cornisa de piedra. Frente a ella podemos ver la casa del santero y entre ambas construcciones un enorme platanero silvestre, que en verano cubre con su sombra y frescura gran parte de la explanada entre los dos edificios y las aguas del pantano de Bolarque.


La ermita fue levantada en los siglos XVI y XVII, sobre un pequeño eremitorio, que albergaba al Cristo del Amparo y que posteriormente se amplió para instalar a la Virgen de los Desamparados tras su aparición en ese lugar. La portada del edificio es de sillería y medio punto con una hornacina en el frontis. Tiene una sola nave construida en bóveda de cañón y en el altar se encuentra la imagen de la Santísima Virgen.

 

De origen árabe, este lugar era conocido como el molino de Bolarque. Durante años fue motivo de disputa entre las poderosas familias nobles de los Lara y los Castro, hasta que el rey Alfonso VIII sancionó la propiedad. Seguramente los primeros en levantar un santuario en este lugar fuesen los visigodos, ya que justo encima del lugar donde se asienta la ermita se encuentra el yacimiento conocido como «Recópolis de Buendía».


Hasta no hace muchos años los vecinos de Buendía acudían a este lugar a pasar algunos días de descanso y todavía se pueden ver señales de los muros de las casas de la Hermandad de la Virgen, donde familias enteras se hospedaban; en la actualidad tan solo queda la casa del santero, la fuente, el patio y la ermita, pues las aguas de Bolarque inundaron toda la vega y la chopera.


La imagen de la Virgen de los Desamparados permanece ocho meses al año en la ermita, hasta que el segundo sábado de mayo los vecinos la suben en romería hasta la iglesia parroquial donde la encontraremos los otros cuatro meses. El último domingo de agosto pasean la imagen en procesión por el pueblo como inicio del novenario solemne con que concluirá su estancia en el pueblo. Al alba del primer domingo de septiembre, después de la misa la imagen es trasladada en romería a la ermita.


El sábado siguiente, víspera del segundo domingo de septiembre los romeros se vuelven a reunir junto a la ermita. Durante esa noche nadie duerme: se reza, se canta y se baila al son de una orquestina en un ambiente festivo. Al amanecer el domingo y tras la misa, los romeros se despiden de la Virgen con el canto de la Salve y vuelven al pueblo para comenzar las fiestas tradicionales.


La antigua imagen de la Virgen de los Desamparados fue quemada en el verano de 1936. La actual no tiene gran interés artístico. Es una imagen de bastidor, hecha para vestir, de reducidas dimensiones y moderna.
En la parte superior de la ermita existe un camarín o cripta donde, de la pared de roca, mana un agua fresca y cristalina que los más devotos afirman que tiene el poder de sanar. Muchos acuden al lugar para llenar una botella con el agua milagrosa.


Más allá del fervor religioso, la ermita se encuentra en un lugar de una singular belleza que a nadie dejará indiferente.

 
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