Los ixodoideos (Ixodoidea) son una superfamilia de ácaros, conocidos vulgarmente como garrapatas. Son ectoparásitos hematófagos (es decir, se alimentan de sangre) y son vectores de numerosas enfermedades infecciosas entre las que destacan el tifus o la enfermedad de Lyme. Son los ácaros de mayor tamaño.
Con la llegada del calor las garrapatas despiertan y esperan pacientes a que algún animal pase a su lado para agarrarse a él y chuparle la sangre. Pese a ser uno de los parásitos más comunes, se trata de un gran desconocido para la mayoría de las personas.
En
nuestro país se identifican tres tipos de garrapatas. Las dos
habituales en el perro son:
Rhipicephalus sanguineus. Se encuentra en toda España. Suele estar
activa en estaciones como la primavera o el verano. Si la
temperatura templada se prolonga, la garrapata de esta variedad
suele estar activa.
Dermacentor reticulatus. La encontramos en la España húmeda. No
resiste el calor de la zona sur del país. Morfológicamente tienen
la forma de una pequeña lenteja, de color marrón los machos y
verdosa la hembra. Su dorso está cubierto en los machos por un
escudo, que en las hembras sólo cubre la parte anterior. Se
alimentan de sangre, sobre todo las hembras, durante toda su vida
hematófaga. Los machos lo hacen en menor medida. La hembra pone los
huevos después de succionar la sangre del hospedador.
La hembra se fija sobre la piel del perro con la boca,
mediante dos apéndices denominados quelíceros, que vienen a
desempeñar el mismo papel que la mandíbula en otros animales. Otro
par de apéndices se fusiona a los quelíceros formando el hipostoma,
una especie de trompa que emplean para succionar. Las garrapatas
están dotadas de un órgano especial, denominado de Haller, que es
un receptor de gran sensibilidad, capaz de captar el más mínimo
calor de un cuerpo. El termostropismo le hace actuar buscando
cuerpos calientes. La larva tiene igualmente órganos sensoriales de
gran precisión, que detectan cualquier movimiento por mínimo que
sea.
Una idea falsa muy común es pensar que la garrapata es capaz de
saltar de la planta al huésped, pero el único método de transmisión
es el contacto directo. Pueden esperar semanas o incluso meses
antes de hallar un huésped adecuado. Cuando se encuentran con uno
apropiado trepan sobre él (algunos se dejan caer desde la
vegetación alta), y por medio de sus quelíceros, perforan la piel y
empiezan a succionar sangre; su cuerpo se hincha y cuando está
lleno, la garrapata se suelta. Los Ixodidae atacan a numerosos
mamíferos, incluido el hombre, y los Argasidae parasitan sobre todo
a las aves.
La garrapata se termina soltando del animal cuando se llena, pero esto puede tardar varios días. En su boca, las garrapatas tienen una estructura que les permite engancharse firmemente al lugar del que están chupando sangre. Lo primero que hay que aclarar es que la mayoría de las picaduras de garrapatas son inofensivas, no conllevan la transmisión de gérmenes patógenos; además, aunque inoculen gérmenes, la mayoría de las veces no se manifiestan síntomas de la enfermedad. Eso sí, una vez detectada la garrapata se debe retirar lo antes posible, sin precipitación, pero sin dejar pasar tiempo innecesario.
Se deben descartar métodos tradicionales como el uso de alcohol,
aceite, vaselina, petróleo, esmalte de uñas u otros productos,
porque crean una especie de película alrededor de la garrapata que
impide que respiren, lo que parece acelerar la regurgitación de
sangre. Tampoco deben cortarse, quemarse y sobre todo no se debe
tirar con los dedos aplastando su cuerpo, pues en este momento
podría producirse la inoculación de fluidos infecciosos desde la
garrapata hacia el cuerpo del hospedador.
La forma
correcta de retirarla es usando unas pinzas, de punta estrecha, a
ser posible curvadas, con las que sujetaremos a la garrapata por su
zona bucal, lo más cerca posible de la piel del hospedador,
evitando aplastar el cuerpo. A continuación se debe realizar una
tracción continua y lenta (podría llevarnos casi un minuto),
progresiva, sin excesiva fuerza, nunca bruscamente, en
perpendicular a la piel hasta conseguir su extracción. Nunca
retorcer a la garrapata. Si alguna parte del aparato bucal de la
garrapata queda en el interior de la piel, usar la hoja de un
bisturí o una aguja para extraer los restos. En cualquier caso, si
quedara algún cuerpo extraño, lo normal es que pasados unos días
fueran expulsados por nuestro cuerpo.
Aunque la mayoría de las picaduras de garrapata son inofensivas,
éstas pueden propagar una enfermedad recientemente identificada
como enfermedad de Lyme causada por la Borrelia burgdorferi. Esta
enfermedad causa artritis, trastornos del corazón y del sistema
nervioso, como encefalitis o meningitis. La época de mayor riesgo
para contraer esta enfermedad es al final de la primavera y el
inicio del verano. Los síntomas por los que se identifica esta
enfermedad son similares a los de una gripe común (fiebre, dolor
muscular, malestar general, cefalea y fatiga), precedidos de un
"eritema crónico migrans" (mancha rojiza circular o sarpullido)
como primer signo de la enfermedad.
El diagnóstico se realiza mediante una demostración de anticuerpos
frente a la Borrelia burgdorferi. El tratamiento suele ser
tetraciclina o penicilina, y macrólidos.
Es necesario tratar esta enfermedad a la mayor brevedad, ya que
incluso el 15% de los pacientes que reciben tratamiento inmediato
sufren complicaciones. En ocasiones esta enfermedad es confundida
con artritis reumatoide, meningitis o esclerosis múltiple.
Conviene aclarar que, a pesar de que comúnmente en los medios e,
incluso, muchas veces en ámbitos científicos como la Medicina, se
las menciona erróneamente como «insectos», las garrapatas no son
insectos, sino arácnidos (parientes lejanos de las arañas). La
manera más fácil de distinguir entre insectos y arácnidos es que,
mientras que los primeros tienen seis patas (y muchas especies son
capaces de volar), los últimos tienen ocho y son incapaces de
volar.
Conviene saber que este tipo de parásitos tiene una actividad
especialmente importante en las horas nocturnas.
Para la erradicación del parásito debemos conocer algunos
aspectos importantes de su ciclo vital.
La cópula entre el macho y la hembra siempre se desarrolla sobre
el perro que las hospeda. La hembra, tras la fecundación, se
desprende del animal y pone los huevos en el suelo. Su ciclo de
vida necesita de hospedarores intermedios. De los huevos nacen
larvas que se sitúan en lugares donde pueden prenderse de un futuro
portador. Tras la ingesta de sangre del portador, la larva se deja
caer y muda a la fase de ninfa. La ninfa vuelve a situarse en un
lugar desde donde pueda alojarse en un hospedador del que ingerir
sangre, para volver a dejarse caer y convertirse en adulta. La
garrapata adulta se sitúa en lugares donde pueda fácilmente buscar
un nuevo hospedador, en el que realizar la cópula y desencadenar de
nuevo todo el ciclo descrito.
Las garrapatas generalmente se hospedan en las orejas de sus
víctimas.
Si descubrimos que nuestra mascota tiene garrapatas, existen
algunos remedios caseros que podemos aplicar:
1 Mezclar 2 cucharadas de aceite de oliva y 1
litro de alcohol. Se aplica en la zona de la picadura, esto
facilita la extracción o el desprendimiento de la garrapata.
2 Mezclar 15 mililitros de aceite de almendra y
una cápsula de vitamina E en un frasco gotero. Aplicar el contenido
en las dos orejas una vez al día durante tres días. Dar un
buen masaje a la oreja. Esta mezcla oleosa ahoga las garrapatas y
ayuda a la curación. Guardar en el frigorífico la mezcla cuando no
se use y calentar antes de usarla.
3 Aplicar gel de aloe vera o sábila con un hisopo
en las orejas de la mascota para atacar las garrapatas.
Recomendaciones
Las orejas de los perros y gatos requieren atención y cuidados
regulares. La limpieza es fundamental. Lo ideal es usar, cada
semana, un algodón empapado en aceite mineral tibio.
Son
especialmente vulnerables las razas de perros con orejas largas
como el cocker y el basset, ya que presentan el conducto auditivo
cerrado por el pabellón auricular, por lo que se puede convertir
fácilmente en un nido de garrapatas.
Si observa que el animal se ha lastimado el oído porque se ha
rascado continuamente debido a la presencia de las garrapatas, se
debe usar un algodón empapado de agua oxigenada y aplicar sobre la
herida.
Si después de un paseo en el campo el perro presenta garrapatas en
el pelo, debe pasar un peine de dientes finos para pulgas que
atrapará a las garrapatas que no se hayan fijado a la piel.
Las garrapatas no se deben arrancar bruscamente, ya que
generalmente el cuerpo del arácnido se desprende de la cabeza que
permanece sujeta a la piel del animal y le puede causar alguna
infección. Lo mejor es usar una aguja muy caliente sobre la
garrapata para que, por acto reflejo, suelte a al perro. También
podemos usar unas pinzas e incluso los dedos. Antes de nada debemos
ponernos un guante, preferiblemente de látex. Con sólo dos dedos la
agarramos de la parte de la boca, lo más cerca posible de la piel
del animal y tiraremos con suavidad. Después desinfectaremos con
yodo. Nunca hay que usar alcohol o aceite para arrancar una
garrapata, ya que esto provocaría que la garrapata vaciase el
contenido infectado de su estómago en la piel del perro.
No aplaste ni comprima la garrapata.
No le eche queroseno.
No frote con vaselina.
No use un fósforo ardiendo ni la colilla de un cigarrillo
encendido.
Las acciones anteriores sólo aumentan la probabilidad de que la
garrapata transmita alguna infección.
Cuando acudir al veterinario
Debe acudir al veterinario urgentemente si su mascota presenta
alguno de estos síntomas:
Sangre en el excremento, sangrado de boca y recto, o vómito y
diarrea pueden ser señales de muchas enfermedades, entre ellas una
hemorragia interna por envenenamiento.
Diarrea abundante cada media hora u hora completa, sin comer o
beber en los intermedios, puede producir shock.
Dificultad para respirar, especialmente con encías azules, puede
ser señal de trastorno cardíaco.
Ataques. Deben ser referidos inmediatamente al veterinario. La
causa podría ser envenenamiento. No trate de sujetar al animal
durante las convulsiones.