Revista 70
Número 70

Patrimonio expoliado

 

Nuestros antepasados nos dejaron un legado rico y variado, sin embargo, en unos pocos años hemos perdido los paisajes de nuestra infancia donde recordar nuestro pasado. La dehesa donde hacíamos cabañas hoy es una urbanización, el antiguo Ayuntamiento donde nos reuníamos en la adolescencia, ahora es un solar, las eras donde jugábamos al fútbol hoy están valladas y ocupadas por casas adosadas.

Hasta los años ochenta España, gracias a su aislamiento, se conservó casi intacta. Su escaso desarrollo económico fue la mejor garantía para mantener nuestros espacios naturales. Desgraciadamente, la economía especulativa de la segunda mitad del siglo pasado acabó en pocos años con un patrimonio que había pasado de generación en generación.

En lugar de utilizar el rico patrimonio heredado de nuestros antepasados como la base para un desarrollo sostenible y preservar todo lo bueno de la herencia recibida, a menudo se ha utilizado la destrucción de este legado como base de un crecimiento insostenible.

Cualquiera que haya viajado un poco por Europa se habrá dado cuenta de que la mayoría de los países han salvado sus campos, bosques y construcciones haciendo del patrimonio natural y cultural su mejor seña de identidad. Es admirable ver como los campos y pueblos europeos conservan todavía la belleza y el sabor de antaño, manteniéndose al margen de la locura inmobiliaria y la corrupción que ha arrasado nuestro país.

Cuando viajo por nuestros pueblos a menudo siento una gran tristeza al ver el abandono de muchos lugares: castillos, iglesias, palacios, plazas y monasterios en estado ruinoso son tratados con desdén por políticos instituciones y vecinos. Lugares que en otro país serían objeto de orgullo  aquí nos meamos en sus paredes.

Es fundamental que la cultura ocupe un lugar protagonista como factor de desarrollo. Hasta ahora, el modelo económico convencional ha marginado las dimensiones social, artística y ecológica en beneficio de la economía especulativa, además de no tener en cuenta las culturas locales, los valores patrimoniales y el capital medioambiental.

Existe un proverbio africano que dice: "No heredamos la tierra de nuestros padres, la pedimos prestada a nuestros hijos".  Algún día habrá que rendir cuentas por el expolio de un patrimonio que no nos pertenece.

 Rogelio Manzano Rozas

 
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