Revista 72
Número 72

Codorniz-1Codorniz

La codorniz es un ave pequeña, corpulenta y de cuerpo rechoncho. Para su tamaño se puede decir que es pesada. Esto no representa inconveniente para recorrer largas distancias. Es la única especie migratoria de su familia.

A pesar de la enorme disminución que la codorniz común Coturnix coturnix ha sufrido en los últimos años, todavía es ave común en los campos de la Península Ibérica. Vista de lejos, el plumaje no tiene una coloración destacada, pero sí muy mimética y fácil de confundir con el terreno. La parte superior de la cabeza tiene una franja estrecha central beige  y sobre los ojos posee también una raya pálida en tonos variables según los individuos y que, por lo tanto, es más acusada en unos que en otros. Nace en la base de la mandíbula superior y continúa por detrás hasta el cuello. La cola es oscura, parda negruzca con borde estrecho y barras beige  pálido. Las partes inferiores son variables en la coloración, sobre todo en el mentón y la garganta, donde aparece una raya parda negruzca estrecha en muchos ejemplares, casi imperceptible en otros y que cubre toda la superficie en algunos. El pecho es beige  anaranjado o castaño lo mismo que los lados de la garganta; el resto de las partes inferiores es blancuzco. La diferenciación entre machos y hembras hay que hacerla sobre todo atendiendo a la coloración de la garganta y el pecho. En general las hembras carecen de raya central oscura en la garganta, y el collar negruzco es solamente una sucesión de puntos y no una línea continua. El pecho de las hembras está rayado longitudinalmente de oscuro y es en general pardo grisáceo amarillento, no herrumbroso como en los machos. De cualquier modo, no siempre son seguros estos rasgos para la correcta identificación de los sexos puesto que sabemos que existe una gran variedad en el color de los plumajes, bien por la edad o por los biotopos de cada zona. Habitualmente las hembras son de menor tamaño, menos corpulentas que los machos, aunque algunas parecen mayores y su medida alar es superior. Su garganta es además casi siempre muy pálida. Ambos sexos tienen una raya o punteado oscuro que nace en las comisuras del pico y se curva detrás de los ojos en forma de collar en la garganta, ya sea completo o incompleto.


Hábitat y costumbres

La codorniz común es un ave popular, pero a causa de sus costumbres eminentemente terrestres resulta muy difícil de observar en la vida silvestre y muchos de los datos sobre cortejo, reproducción, alimentación y ocupación territorial proceden de suposiciones o estudios en cautividad. Su presencia únicamente puede ser detectada por su aguda llamada «¡¡uíc-uiuíc!!» que se oye a gran distancia. Debido a su pequeño tamaño, plumaje muy mimético y velocidad para la carrera, es prácticamente imposible distinguir a uno de estos pájaros entre la hierba o los cereales. Campos extensos de trigo, avena, cebada u otros cereales, así como herbales, praderas (naturales o artificiales) y pastos, son los lugares favoritos de la codorniz, que, sin embargo, evita vegetación muy densa y crecida. Camina por el fondo de la hierba con tanta suavidad y agilidad que muchas veces no se puede descubrir en el extremo de los tallos el movimiento producido por un macho de codorniz que canta a pocos metros. Nada delata su caminar a pesar de que el celo mostrado y el intenso canto denoten cierta excitación en este pájaro. Cuando levanta el vuelo, normalmente al ser acosada por un perro, lo hace de forma curiosa, elevándose con un zurrido característico que producen sus pequeñas alas y volando una distancia muy corta para dejarse caer inmediatamente entre la hierba o las plantas y correr a ocultarse, de manera que es ya difícil que vuelva a levantar el vuelo.


Canta tanto de día como de noche y algunas veces con mucha intensidad al amanecer y anochecer. Normalmente lo hace bien oculta entre la vegetación y solo ocasionalmente en vuelo. Algunas veces se descubre el nido porque el macho, al acercarse a él, es recibido por la hembra que incuba con un suave y dulce «¡¡píu-píu!!». Si son asustados y obligados a volar, ambos adultos lanzan un áspero «¡¡creck-creck-creck!!». Su llegada desde tierras africanas tiene lugar los meses de abril y mayo (aunque se puede alargar hasta junio).


Primero harán su aparición, bien en grupos pequeños o de forma individual, los machos, después aparecerán las hembras jóvenes y por último las cluecas o hembras que ya han nidificado. El recorrido lo realiza por la noche y en vuelo rasante (no suelen despegarse más de 4 o  5 m de las olas o de la tierra) y ayudados por un excelente sentido de la orientación y el viento, pues son de las pocas aves que gustan de volar a favor del viento. Aunque le cueste volar por sus limitaciones en cuanto a peso y tamaño de sus alas, esta ave recorre considerables distancias y llega a alcanzar velocidades de 60 y hasta 70 km a la hora.

 

Alimentación

La mayor parte de los estómagos examinados proceden de codornices muertas durante la época de la caza en el otoño. Por lo tanto, la proporción de materia vegetal en la dieta alimenticia es grande. Si no encuentran maíz, centeno, trigo o cereales, comen semillas de cardos, y otras plantas silvestres o incluso se las puede ver en viñedos, o comiendo insectos, sobre todo si en la época del año en la que estén escasean sus principales alimentos. Es muy comilona y por ello se la puede encontrar comiendo a cualquier hora del día, incluso en las horas más calurosas.

 

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Reproducción

Anida en el suelo entre la hierba, a veces cerca de un pequeño arbusto, pero más corrientemente en campo libre de obstáculos, en un campo de cereales, etc., rellenando con hierba seca una oquedad del terreno. Casi siempre lo hace en parejas solitarias o diseminadas, pero algunas veces forma grupos o pequeñas colonias. La hembra excava una depresión, si no la hay natural, y allí deposita normalmente de 6 a 12 huevos, pero se han registrado raras puestas de hasta 18. Las mayores seguramente pertenecen a dos hembras. Su color es blanco amarillento o verdoso, muy manchado de color marrón o pardo oscuro y con numerosos puntos parduzcos. Alguna vez se encuentran huevos con solo menudos puntitos repartidos por igual en toda la superficie. A partir del 15 de mayo ya hay puestas completas en algunos lugares favorables, pero no están la mayoría de las hembras en plena incubación hasta primeros de junio. Durante julio aún hay huevos en muchos nidos y se han encontrado puestas completas incluso más tarde, en  agosto y ocasionalmente en septiembre. La hembra incuba sola a partir de la puesta del último huevo y lo hace durante 18 días. Los pollos al nacer están cubiertos de plumón bastante denso, salvo en los tarsos. En la cabeza el color anaranjado está manchado con un punto negro en la frente y dos líneas paralelas negras que alcanzan la nuca juntándose en una sola, que continúa por el dorso del cuerpo. El resto del plumón es pardo anaranjado y en la espalda hay dos líneas paralelas a la central descrita. Las partes inferiores son amarillentas lo mismo que la cara, que tiene a menudo uno o varios puntos negros. A las pocas horas abandonan el nido agitando las alas y revoloteando entre la hierba. Son atendidos por la hembra, pero no vuelan libremente hasta cumplir los 19 días. Normalmente efectúan una cría al año y solo  algunas veces dos.

 

Problemática

A nivel nacional, según los datos del Programa de Seguimiento de Aves Comunes (SACRE), esta especie está sufriendo un declive continuado, de más de un 50 % en el período comprendido entre 1998 y 2012.
Leyendo libros antiguos de caza se comprende cuán drástica ha sido la disminución de esta especie en todo el continente europeo. Algunos cazadores eran capaces de matar, todavía a finales del siglo XIX, más de 1000  codornices cada uno en un año, por no hablar de los incontables millares que caían anualmente en las redes de los pajareros de todos los países del Mediterráneo. Esta caza masiva llegó a convertirse en una pública vergüenza y tuvo que ser prohibida o controlada en muchos lugares. El cazador García Parra en 1871 logró capturar vivas 1600 codornices en las vegas de los ríos Tajuña y Jarama y en Colmenar (provincias de Madrid y Guadalajara) y lo mismo sucedía en el noroeste de África y otros países africanos del Mediterráneo, donde la llegada en masa de las codornices a las playas, agotadas después de tan largo viaje a través del mar, era considerada como un auténtico maná.


Migración

Parece comprobado que, en parte, la codorniz migra en primavera por diferente ruta de la que usa en el otoño para regresar a los países europeos, lo que se ha dado en llamar «migración en lazo», aunque también hay una considerable cantidad de ellas que en primavera vuelan hacia el nordeste  por la mitad oriental de Iberia y, sin duda, muchas ya han pasado antes por allí en el otoño. En España la migración otoñal es muy acusada en todo el norte y noroeste, incluso en Portugal de norte a sur, pero es escaso el paso primaveral al oeste de una línea que va desde Navarra hasta Extremadura.


La codorniz común inverna desde el  Norte del África Tropical hasta los mismos países mediterráneos. Numerosos ejemplares se quedan en la Península Ibérica a pasar el invierno.


Existe una curiosidad, en parte cinegética y también científica, protagonizada por las codornices: las famosas «lluvias de codornices». La más reciente es, seguramente, la producida en Santander y sus costas el 25 de septiembre de 1940 coincidiendo con un fuerte temporal del Cantábrico. Muchas codornices fueron atrapadas agotadas en las calles de la ciudad donde estuvieron cayendo durante parte de la noche. Ahora son muy raros estos fenómenos y en los campos castellanos, cuando se levanta la veda, los cazadores quedan sorprendidos por la escasez de estas aves. Pronto habrá allí una concentración mayor de cazadores que de codornices sobre las que disparar.

 
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