Queridos Reyes Magos, el 2013 nos
ha traído todo lo que no le pedimos. Ya son muchos años de deseos
incumplidos. ¿Será que no hemos sido buenos y merecemos un castigo?
Si debíamos pagar por los excesos de los demás ya los hemos
pagado con creces.
Para el próximo año me gustaría pediros la materia prima de
vuestros regalos, esa luz que hemos perdido hace mucho tiempo:
Ilusión, no cuesta nada y hace que el mundo gire. Es importante que
no os equivoquéis, la ilusión que quiero no es esa que nos venden
los anuncios. No es el decorado barato de estrellas de neón,
árboles de plástico, carrozas de cartón y belenes "made in china".
Esa ilusión es un espejismo, un engaño, una alucinación.
Todos estos años lobos con piel de cordero nos han dado gato por
liebre. En esta ilusión donde nada es lo que parece estamos
perdidos y nos sentimos engañados e impotentes. Poco a poco, la
ilusión se ha convertido en resignación, en caras serias y miradas
tristes.
Hemos perdido la esperanza a base de engaños y ya no nos creemos
nada. Nacemos sin dientes, sin pelo, sin ilusiones. Y morimos
igual, sin dientes, sin pelo, sin ilusiones. Cuando las ilusiones
se han agotado es que una era ha terminado. Hay que buscar nuevos
proyectos para seguir viviendo.
La precariedad de la existencia y la angustia vital imponen que,
para sobrellevarlas, tengamos que valernos de ilusiones a las que
necesitamos dar crédito. Sin la ilusión no somos más que muertos
vivientes. Quizás el único modo de sobrevivir, aun sabiendo que el
mundo no tiene arreglo, sea actuar como si no lo supiéramos.
La ilusión que quiero es esa que nos da fuerza para levantarnos
cada mañana con una sonrisa pensando que todo es posible.
Rogelio Manzano Rozas