Carnívoro generalista y muy adaptable. En las montañas del centro de la Península Ibérica, la garduña es una especie principalmente forestal con preferencia por las zonas de pinar, los encinares, los matorrales mediterráneos y los bosques de ribera.
Se trata de un mamífero carnívoro de mediano tamaño, muy similar a la marta (Martes martes). Ambas pertenecen al género martes, siendo la principal diferencia entre ellas, el color de la mancha del pecho, amarilla o naranja en la marta y blanca en la garduña.
Su cuerpo es esbelto y alargado, con la cabeza grande y también
alargada, más clara que el resto del cuerpo y las orejas no
muy pequeñas y bordeadas de blanco. El hocico es alargado y termina
en una nariz color carne. Sus patas son cortas, más oscuras que el
cuerpo, sin pelo en las plantas y están provistas de 5 dedos.
Presenta una coloración parda más o menos oscura, con una mancha
blanquecina que tras ocupar toda la garganta y el pecho, se divide
para alcanzar la parte superior de las patas delanteras.
La garduña habita zonas montañosas y rocosas, con poca
vegetación. También se la encuentra en bosques de robles, hayedos,
encinares, etc. Su territorio puede alcanzar hasta 8 o 10 km de
radio, en el cual normalmente se desplaza por senderos y
generalmente recorre todas las cimas y elevaciones que
existen.
Dentro de ese territorio dispone de varias madrigueras las cuales
ocupa indistintamente, que pueden estar situadas entre piedras, en
tocones de árboles viejos, grietas, etc. Durante el invierno suele
frecuentar o instalarse en construcciones humanas abandonadas o
poco utilizadas, como casas abandonadas, graneros, pajares,
etc.
Dentro de la Península Ibérica, su distribución es más o menos
regular. Son más abundantes en el Noroeste, Álava, Cáceres y parte
de Granada. La garduña de la Península no figura como amenazada.
Por el contrario, falta en las islas Canarias y en las Baleares se
encuentra prácticamente extinguida.
La garduña está en regresión debido principalmente a la caza
ilegal por parte de los furtivos, a las molestias que le ocasionan
los humanos y a la destrucción de su hábitat con la consiguiente
reducción de sus biotipos.
Aparece recogida en el capítulo III del Convenio de Berna, el cual
indica que se debe investigar su situación en Ibiza, si es que
todavía queda algún ejemplar.
Existen diversas opiniones acerca de los periodos de reproducción de este animal, por lo que pudiera tener 2 épocas de celo, una durante el mes de febrero, y la otra entre los meses de junio y agosto. No obstante. diferentes autores afirman que la primera es solo un periodo de excitación o falso celo, mientras que el segundo periodo corresponde al más intenso y productivo o verdadero celo.
Garduña
Martes foina
Mustélidos
Carnívora
Entre 38 y 55 cms.
Entre 22 y 28 cms.
Machos entre 1.100 y 2.500 grs.
Hembras entre 900 y 1.400 grs.
10 - 12 años
Residente
Durante este celo real, los machos se juntan, peleándose y emitiendo chillidos similares a los que produce un perro pequeño o un gato y recorriendo largas distancias hasta encontrar una hembra con la cual aparearse olvidándose totalmente de la cautela y precaución que los caracterizan. Este periodo de celo dura en cautividad unos 15 días.
Tras la cópula, el macho suele abandonar a la hembra, la cual
construye el nido en el interior de una de las madrigueras
valiéndose para ello de hierbas, plumas, hojas, musgo, etc. Debido
a una característica común en algunos animales denominada
implantación retardada, la hembra retendrá los espermatozoides
vivos del macho en su interior hasta aproximadamente el mes de
enero, momento en que los fecundará dando lugar al comienzo de la
gestación real, que durará unos 56 días, con lo cual desde el
momento del acoplamiento hasta el del parto habrán transcurrido
unos 8,5 o 9,5 meses.
Tiene una sola camada anual y el parto suele ocurrir entre los
meses de marzo y julio. En él pueden nacer de 2 a 7 crías, siendo
lo normal que nazcan entre 2 y 5. Las crías nacen sin pelo y con
los ojos cerrados, y pesan unos 30 gr. Transcurridos unos 36 días,
abren los ojos, pero seguirán mamando hasta que cuenten con entre 2
y 2,5 meses de edad.
Progresivamente irán saliendo al exterior de la madriguera para
jugar, bajo la atenta vigilancia de la madre.
A los 3-4 meses, la hembra y los cachorros cambian frecuentemente
de refugio, y estos siguen a la madre en sus excursiones de caza. A
finales del verano o principios del otoño los jóvenes son capaces
de matar presas, lo que ocurre poco antes de abandonar el
territorio natal. Las garduñas son capaces de reproducirse cuando
alcanzan una edad que oscila entre 1,5 y 3,5 años.
Se puede alimentar de liebres y conejos, pájaros y sus huevos,
ardillas, ratas, ratones y topillos. También de peces, anfibios,
reptiles, miel y frutos. Sobre todo en otoño, siente una especial
predilección por los higos.
Esporádicamente puede cazar crías de corzo y entrar en gallineros
en busca de aves de corral, matando muchas veces más de lo que
necesita, comportamiento debido posiblemente al revuelo de las aves
al verla aparecer, que hace que el instinto de protección de la
garduña le lleve a zanjar los aspavientos rápidamente para no ser
descubierta. Seguramente, si al entrar la garduña en el gallinero
las aves permanecieran inmóviles y silenciosas, únicamente mataría
lo necesario y se lo llevaría velozmente a algún lugar seguro donde
disfrutar del festín.
Es un animal solitario, con excepción de la época de celo, aunque,
a pesar de no formarse las parejas más que en esa época, sus
territorios durante el resto del año no distan mucho unos de
otros.
Los machos son territoriales y no dudan en defender su territorio
ante la incursión de otro macho adulto.
La actividad diaria discurre del anochecer al amanecer, aunque los
jóvenes y los adultos en celo pueden tener también actividad
durante el día. Permanece activa durante todo el año, puesto que no
sufre letargo.
Su olfato está bien desarrollado, al igual que su vista, adaptada
tanto a la visión nocturna como a la diurna, pero el más destacable
de sus sentidos es su excelente oído, que le previene del más
mínimo indicio de peligro o de la presencia de una posible
presa.
Este animal se desplaza normalmente dando pequeños saltos, es un
buen trepador (deja marcas de las uñas) y aunque también sabe nadar
evita el agua a no ser que la temperatura sea elevada, en cuyo caso
acudirá para refrescarse.
Las huellas que deja la garduña, son parecidas a las de la marta,
pero más fáciles de localizar, ya que al no tener la planta
recubierta de pelo, las marcas son más nítidas. Normalmente,
aparecen impresos 4 dedos con uñas, midiendo las de la pata
delantera unos 3 o 4 cm. de largo, por unos 3 o 3,5 de ancho y las
correspondientes a la trasera unos 4 cm de largo por 3 de ancho,
medidas que varían enormemente en función del tipo de suelo donde
queden impresas.
Los excrementos son sólidos y alargados, de entre 6 y 10 cm de
largo por 1 o 1,2 de ancho aproximadamente, su olor no es demasiado
repulsivo y normalmente son depositados en elevaciones del terreno,
aunque a veces aparecen en construcciones humanas, sobre un
plástico, periódico, cartón, etc. El color depende en gran parte a
lo que comiera el animal: así, si se alimentó de sangre, la
cagarruta presentará un color negruzco, si comió moras, morado,
rojiza si ingirió bayas de ese color, etc.
Suele afilar las uñas en la base de troncos gruesos, donde pueden
quedar las marcas de los arañazos.
Si caza algún pájaro abandonará los restos, como plumas, alas,
patas, etc. Si una garduña mordiera una pechuga de pollo, la
distancia entre los orificios de los colmillos superiores distaría
aproximadamente 1,5 cm.
Cuando se excita o se asusta, emite una serie de sonidos muy
estridentes similares a chillidos, aunque también puede gruñir,
gritar o producir chirridos.
Entre los animales que se alimentan de la garduña destacan las
grandes águilas, el gato montés (Felis silvestris), el
lobo (Canis lupus), el zorro (Vulpes vulpes),
etc.
La garduña ha sido objeto de una caza feroz por los alimañeros, que vendían su piel haciéndola pasar por marta, (la cual alcanzaba un alto precio en el mercado peletero). Actualmente su principal problema se asocia a la destrucción de sus hábitats naturales.
Últimamente se ha detectado en Europa Central un curioso hábito de
la garduña que está suponiendo muchas molestias y perjuicios: al
introducirse el animal en los motores de los coches estacionados en
las vías públicas (se supone que buscando el calor de estos),
muerde los circuitos de los mismos y los daña considerablemente.
Esta práctica, que se considera nueva en la especie, se comenzó a
detectar a mediados del pasado siglo en Suiza y se ha extendido a
otros países de Europa Central. Por el momento no se tiene
constancia de daños de este tipo en vehículos estacionados en la
Península Ibérica.