La construcción del Monasterio se realiza en los años de transición del románico al gótico. Dando origen al gótico cisterciense, arquitectura sobria, austera, sencilla y luminosa.
El Monasterio de Piedra, es uno
de los más emblemáticos de toda la arquitectura cisterciense. Toda
su arquitectura respira sobriedad. Prescinde de los adornos, en
consonancia con los preceptos del cister de ascetismo riguroso y
pobreza, consiguiendo así unos espacios minimalistas, limpios y
originales. Su estilo se inscribe en el final del románico, con
elementos del gótico inicial, lo que se ha llamado «estilo de
transición».
El lugar que hoy ocupa el Monasterio era una fortaleza de defensa
de los musulmanes. En tiempos de la Reconquista (1194) Alfonso II
de Aragón cedió el castillo y todas las tierras que lo rodeaban a
la Orden del Cister.
Doce monjes y un abad procedentes de la abadía de Poblet, en Tarragona, se trasladaron a estas tierras aragonesas para consolidar la fe cristiana. Tardaron 23 años en construir el Monasterio (1195 - 1218). Es muy poco tiempo dadas las dimensiones del edificio. Hay que pensar que no hizo falta ir a buscar la piedra ni pulirla. Todo lo tomaron de la muralla y el castillo de los árabes. Además de los monjes, Alfonso II llamó a personas de Cataluña, Navarra, Valencia... ya convertidas al cristianismo para repoblar la zona. Fueron estos quienes levantaron el Monasterio dirigidos por los monjes.
La construcción del Monasterio se realiza en los años de
transición del románico al gótico. Dando origen al gótico
cisterciense, arquitectura sobria, austera, sencilla y luminosa. La
distribución del Monasterio es similar a la de otros monasterios
cistercienses: al norte, la iglesia, y su galería de claustro: la
panda del mandatum; al oeste las bodegas y cilleros, la panda del
trabajo; al sur la cocina, el refectorio y el calefactorio, con la
panda del servicio; y al este la sala capitular, la panda del
capítulo. Esta distribución aprovechaba al máximo la luz solar.
Los monjes vivieron en este monasterio casi 650 años desde 1195 a
1835. En este periodo tuvieron que abandonar el Monasterio en tres
ocasiones: la primera vez que lo dejan es en 1808 con la Guerra de
la Independencia. El Monasterio es ocupado por el ejército francés.
La segunda es en 1820-1823 durante el trienio liberal y,
definitivamente, en 1835 con la desamortización de Mendizábal,
valido de Isabel II (lo que hoy en día llamaríamos un ministro de
Hacienda) que expropió todas las tierras a las ordenes
contemplativas y las vendió en subastas públicas. El Estado
necesitaba dinero ya que se habían perdido las colonias en América
y acababa de terminar la Primera Guerra Carlista en España. En 1840
fue comprado en subasta pública por D. Pablo Muntadas Campeny y
pasó a ser de propiedad privada.
Claustro cisterciense, siglo XII
Cuatro pandas o galerías que rodean el patio central. Estas
galerías facilitaban la circulación de los monjes hacia las
diferentes estancias del Monasterio y también eran lugares de
celebración litúrgica o para la meditación.
En el claustro aparece la arquitectura: gótica cisterciense:
decoración austera, fina, sin ornamentación y sencilla; con las
columnas truncadas, -característica del gótico del Cister-, con
ménsula y capitel. Los monjes rechazaron al principio la gran
ornamentación, pensaban que la decoración los distraía de sus
labores y ejercicios espirituales. (Regla de San Benito).
Sala capitular
La Sala Capitular es uno de los lugares más importantes en un
monasterio cisterciense. Construida generalmente en el ala o panda
este del claustro. Suele ser una pieza muy amplia para dar cabida a
todos los monjes y favorecida con buena ornamentación
arquitectónica. En algunos monasterios de estilo románico o gótico
se accede a esta sala por una entrada que constituye una verdadera
fachada en pequeño, con puerta de arquivoltas y mucha
decoración.
En este lugar se reunía la comunidad de monjes con el abad para
hacer el capítulo, es decir, recordar las escrituras de la regla
adoptada y conversar sobre asuntos concernientes al monasterio y
sus habitantes. Las reuniones se celebraban generalmente después de
la misa, por la mañana. Los monjes se sentaban a lo largo de los
muros siguiendo un riguroso orden de antigüedad. Se terminaba el
acto con la confesión pública de los monjes que desearan acusarse a
sí mismos de las faltas cometidas o denunciar a algún otro
compañero; en este caso debía omitirse el nombre.
La panda de la sala capitular era la primera que se construía en
el claustro del monasterio. Se empezaba a edificar poco después de
haberse levantado la cabecera de la iglesia.
Altar barroco, siglo XVIII
El siglo XVIII corresponde al barroco español y de ahí que los
monjes pasen de la austeridad a un exceso de ornamentación. La
imagen central del altar representa a San Benito de Nursia.
fundador de la Orden Benedictina. Llegó un momento en que los
benedictinos que alcanzaron un gran poder económico y algunos de
ellos dejaron de cumplir los votos de pobreza.
La abadía
La Iglesia es el centro neurálgico de los monasterios. En el
monasterio cisterciense era habitual que no estuviera abierta para
el culto, sino reservada a los monjes, novicios, conversos y otros
encargados de realizar tareas. La iglesia no tiene bóveda. Esta se
derrumbó al quedar el Monasterio abandonado después de la
desamortización.
Está formada por tres naves longitudinales y dos transversales, en
forma de cruz latina, un amplio transepto y cabecera con capillas.
Desde el altar mayor de la iglesia, es desde donde mejor se
observan los estilos arquitectónicos en los que está construido el
Monasterio: todas las columnas hasta el capitel de estilo románico
y desde este hasta que se unen los arcos de estilo gótico.
La cilla
Era la bodega y granero donde se guardaban las provisiones del
monasterio. Es un edificio de planta rectangular, con dos alturas.
En la actualidad alberga la exposición de aparejos agrícolas y
alimentación titulada Et labora, no solo de oración vive el
monje y el Museo del Vino de la D. O. de Calatayud.
La cocina monacal
Es el primer lugar de Europa donde se cocinó el chocolate. Un
monje cisterciense, fray Jerónimo de Aguilar, viajo a América con
Hernán Cortés y en 1535 trajo unos sacos de cacao como regalo al
Abad de este Monasterio.
El refectorio o comedor
El refectorio o comedor de los monjes es una sala enorme, acorde
con la gran comunidad de monjes que llegó a albergar el Monasterio.
Situado al lado de la cocina, tiene planta cuadrangular y una
bóveda sexpartita que le confiere una gran acústica.
La disposición para comer en la sala consistía en una mesa en
forma de U debajo de la vidriera, en medio se sentaba el abad y a
su lado se iban sentando los monjes más ancianos, de forma que los
más distantes fuesen los monjes más jóvenes. En la actualidad se
encuentra allí expuesta la copia de «El Tríptico- Relicario
Monasterio de Piedra» una joya gótico-mudéjar aragonés.
El calefactorio
Sala con una gran columna neoclásica en el centro. Se utilizaba
para calentarse los monjes en invierno, pues era una habitación
caliente provista en la parte de abajo de gloria. donde se mezclaba
paja, madera ... con fuego. Ello permitía calentar.
El alabastro
El material que cubre las ventanas en todas las salas es un
mineral: el alabastro. Todas las ventanas o vanos que daban al
exterior estaban cubiertas con este material. Difumina la luz y la
envía en todas direcciones, la ventaja que tiene es que deja pasar
la luz( luz blanca , la luz celestial del Cister), protege del frío
y no permite ver el exterior. Esto evitaba a los monjes la
curiosidad de saber lo que ocurría en el mundo exterior. Eran
monjes de clausura.