La corneja es la especie dominante sobre el resto de los córvidos a excepción del cuervo (Corvus corax). Probablemente el comportamiento más notorio de las cornejas de la península, en comparación con las del resto de Europa, es la aparición de poblaciones con grupos familiares estables, en los que los individuos juveniles ayudan a los reproductores dominantes en la cría de las nuevas polladas.
Fotografías: AGE
El plumaje es negro de lejos pero
de cerca se aprecian bien irisaciones verde azuladas. Las plumas de
la garganta son redondeadas, no lanceoladas como las del cuervo. El
interior de la boca tiene siempre, en los adultos, un color más
pálido que el pizarroso de los cuervos adultos.
De lejos, la corneja negra Corvus corone puede ser confundida con
la graja Corvus frugilegus y con el cuervo grande Corvus corax. De
la graja se diferencia por el vuelo, más lento, con batir de alas
no tan rápido y que casi nunca se cierne ni se remonta. Es también
menos gregaria y durante el día siempre se la ve en parejas
aisladas a no ser en zonas donde abunda, concentrándose entonces
muchas sobre las copas de los árboles, situación cada año más
frecuente debido al considerable crecimiento de su población. En el
suelo y vista de lejos con los prismáticos se aprecia bien que
camina más agachada y menos erguida que la graja, y sus muslos
carecen del abundante mechón de plumas que da a la graja un
aspecto como si llevara pantalones. A corta distancia, las adultas
de ambas especies muestran un pico diferente: la corneja negra más
grueso, fuerte, emplumado en la mitad basal de la mandíbula
superior, de color negro y con el culmen más curvado. Más delgado y
fino, gris negruzco y sin plumas en la base la graja, pero, sobre
todo, el rasgo más destacado de las grajas adultas lo constituye la
piel calva, sin plumas de color blanco grisáceo, en la base del
pico, frente y garganta que incluso puede ser apreciado en buenas
condiciones de luz desde lejos. Las jóvenes grajas tienen, sin
embargo, plumas en la base del pico y es difícil diferenciarlas de
las cornejas a no ser por la distintiva voz y por su conducta
general y movimientos. Del cuervo se pueden separar ambas especies
con facilidad por tener el tamaño mucho menor, cola cuadrada o
redondeada, no acuñada y vuelo más ágil y directo, no remontándose
ni cerniéndose con la frecuencia con que lo hace aquel y, sobre
todo, por tener la voz menos ronca y profunda. No hay dimorfismo
sexual.
Toda la campiña es hábitat ideal para la corneja negra. En general, es muy territorial y las parejas viven dispersas y separadas, aunque ocasionalmente la carroña, un basurero o bandadas de insectos, las concentren en grupos más o menos numerosos. También la presencia de depredadores terrestres o aves de presa diurnas y nocturnas puede ser un gran acicate para que todas las parejas de cornejas de una zona vuelen sobre las copas de los árboles chillando incansablemente. Estas reuniones son muy frecuentes y cabe la duda de si la especie es realmente gregaria o no. Parece claro que entre las distintas parejas, que comen en los campos cultivados, o los prados, existe una unión que se manifiesta inesperadamente ante cualquier suceso como los descritos. Las cornejas prefieren campo abierto, con grupos de árboles dispersos, más que los bosques densos. Páramos, lugares áridos, bordes de caminos y carreteras, laderas rocosas, acantilados marinos y estuarios, lagunas, etc., son frecuentados por este pájaro. Dormideros y reuniones comunitarias son habituales en bosques, linderos de estos, grandes matorrales y, sobre todo, cornisas y bordes de cortados rocosos. Muy tímida y desconfiada en general, puede llegar a acostumbrarse a la presencia del hombre y en algunos parques públicos y jardines de grandes ciudades come en el suelo entre las palomas. Como consecuencia de los daños que produce en los cereales, legumbres y hortalizas, es perseguida por los campesinos.
Corneja negra
Corvus corone
Corvidae
Passeriformes
45 cms.
100 cms.
550 grs.
10 años
Residente
Se posa normalmente en el suelo, donde casi siempre come, efectuando movimientos como el cuervo, agachándose y permaneciendo alerta y volando lejos al menor atisbo de peligro. Vuela a baja altura y no se remonta como el cuervo en similar situación. Camina por el suelo, entre la hierba o las plantas picoteando sin cesar. Varias parejas pueden estar en un mismo prado a la vez. En la península ibérica, los dormideros pueden concentrar varias docenas de cornejas y en ellos hay también grajillas Corvus monedula.
Su voz es desagradable en su tono y por lo repetida. Un ronco y
croante «¡kraaac!» o «¡tchaarr, tchaarr!». Existen
variaciones considerables, más que en función de cada individuo,
por la situación o el momento en que las voces se emiten. En vuelo,
unas cornejas se llaman a otras lanzando un graznido en tono bajo.
La presencia de un ave de presa o de un Zorro las concentra
formando todas un ensordecedor griterío, que no cesa a veces en
media hora y que con intervalos de silencio continúa increscendo
hasta que desaparece la causa que lo originó. Otros sonidos son
difíciles de expresar por escrito. Algunas veces lanzan un metálico
«¡yonk!» y otras un graznido de matraca agresivo frente a un ave de
presa posada.
La alimentación es omnívora. Prefiere, sin embargo, materia vegetal y come gran cantidad de granos maduros o verdes. Destruye mazorcas de maíz, espigas de trigo, guisantes, patatas, frutas silvestres y cultivadas (sobre todo manzanas e higos), plantas y semillas silvestres, micromamíferos vivos y sus nidos que encuentra entre la hierba, lombrices de tierra, moluscos terrestres y acuáticos, pequeños invertebrados de las costas y fangales, toda clase de insectos que recoge entre la hierba, carroña animal, desperdicios en basureros, etc. No pocas veces captura insectos, en especial grandes escarabajos, al vuelo. También pájaros, cogiéndolos con las patas, aunque esto debe de ser realmente ocasional. Se la ha visto atrapar peces pequeños, vivos, en aguas someras de las rías. Para ello no duda en introducir en el agua completamente la cabeza y el pico. Como otros córvidos, tiene también la costumbre de esconder alimentos. Con el pico cava un agujero en la arena o en la tierra ocultando nueces, trozos de pan, fruta, etc. Algunas veces lo hace en grietas de los troncos de árboles caídos en el suelo. En los campos donde pasta el ganado voltea con habilidad el estiércol seco para capturar los escarabajos que se esconden debajo. Su presencia cerca de vacas y ovejas es un espectáculo corriente. Se aprecia entonces que la corneja negra es más sociable de lo que vulgarmente se cree y pueden concentrarse muchas parejas en un solo campo.
La corneja negra se empareja para toda la vida, y en cuanto las
jóvenes han adquirido la madurez sexual, no antes del segundo año
de vida, forman las parejas, que se dispersan y ocupan un
territorio del que no se alejan el resto de sus días. Sin embargo,
fuera de la época de la reproducción las que ocupan una zona se
concentran en dormideros al atardecer, bien en árboles o en
cortados rocosos. Incluso estos mismos dormideros pueden ser
ocupados en época de cría por cornejas inmaduras no reproductoras y
también por alguna de las adultas de territorios próximos.
Los machos comienzan muy pronto el cortejo de las hembras. Muchos
están ocupados en ello en el mes de enero, aunque la mayor
intensidad no se produce hasta febrero. Cada macho baja la cabeza,
eleva los hombros, entreabre las alas y despliega la cola en
abanico, bamboleándose de un lado a otro, y más corrientemente
subiendo y bajando la cola. Sin embargo, nunca puede asegurarse si
estamos ante un cortejo nupcial o es simplemente una representación
de dominio del macho sobre la hembra. Sucede que los movimientos
expresados y otros que incluyen vuelos rápidos, descensos en
picado, etc., se pueden ver durante todos los meses del año sin que
esto represente necesariamente manifestación alguna de celo. Las
cornejas son realmente sociables y,
como otros córvidos, forman grupos ruidosos e inquietos sin que por ello renuncien a defender un pequeño territorio. Ambos sexos construyen el nido con palos, ramas secas y barro, forrándolo por dentro con lana, pelos, crines, papeles, trapos, plásticos, raíces, plumas, etc. Casi siempre es una estructura bien hecha y ordenada, algunas veces disimulada, más de lo que se podría esperar para su tamaño, entre la hiedra de un viejo árbol. Aunque muchos nidos están en grandes arbustos, prefiere la horquilla de un árbol y también repisas o salientes en cortados rocosos y acantilados. En estos su altura es considerable, pero en árboles hay mucha variación, desde la copa de un alto eucalipto hasta las ramas medias de un manzano. Aunque ambos sexos se ocupan de la construcción, la hembra suele permanecer en el interior del nido entrelazando los palos y el material que el macho aporta. La llegada de este es saludada muy ruidosamente y, a no ser a alturas elevadas, puede observarse fácilmente que la corneja negra construye con gran esmero su nido. En marzo hay bastantes nidos terminados y comienzan las puestas, que en zonas montañosas se retrasan normalmente hasta mayo e incluso junio. Cada una consiste en cuatro-cinco huevos, más corrientemente cinco y pocas veces seis. En Iberia, la mayoría están completas a mediados de abril. Su color es verdoso, azulado o verdoso-azulado pálido, punteado o moteado con pecas y manchas pardas oliváceas, grises azuladas, verdosas, etc. La mayoría están tan densamente moteados que ocultan casi completamente el color de la cáscara. Algunos son más oscuros en uno de los extremos y muy pocos tienen escaso punteado, de forma que parecen totalmente azules. El macho vigila la puesta desde un posadero cercano: la hembra se sienta a incubar inmediatamente después de poner el primer huevo. Indudablemente, y teniendo en cuenta los intervalos en el nacimiento de los pollos, parece claro que si bien se sienta en el nido con la puesta del primer huevo, la incubación no debe de comenzar hasta el tercero. De dieciocho a veintiún días puede durar el período de incubación. Al nacer, los pollos tienen un plumón gris humo abundante, pero se advierte bien el color rosa de la piel, que enseguida pasa a tener un tono más oscuro. El interior de la boca es rosa brillante y no hay puntos oscuros en la lengua. Ambos adultos los alimentan y el crecimiento es rápido. Abandonan el nido a los veintiséis días y se colocan en las ramas próximas al nido. Allí continúan siendo cebados hasta que, a los treinta-treinta y seis días se alejan, siempre vigilados por los adultos. Los primeros días después del nacimiento la hembra permanece sobre ellos y los ceba con la comida que aporta el macho. Cada ceba dura unos minutos, pues ambos adultos pueden transportar en sus gargantas tanto alimento que, incluso desde lejos, se les observa un notable abultamiento. Una sola puesta al año es lo normal.
La corneja negra es sedentaria y, muy territorial. Sin embargo, es
posible ver en un solo árbol dos nidos ocupados por diferentes
parejas y también varios árboles próximos con nidos. Los adultos
efectúan movimientos cortos en otoño e invierno, que probablemente
solo corresponden a un desplazamiento diario al dormidero
comunal.