Calmarza está situada en el centro del Cañón del río Mesa, escondida tras impresionantes paredes de roca caliza. Pocos son los que se acercan a este lugar, apartado de los circuitos turísticos pero que conserva un patrimonio natural de enorme belleza.
La carretera que conduce hasta Calmarza serpentea entre las enormes paredes de piedra roja excavadas hace millones de años por el río Mesa. Posiblemente el trayecto entre Calmarza e Ibdes sea el más espectacular de todo el cañón del rio Mesa. En algunos tramos apenas hay espacio para la carretera que acompaña el escaso cauce de agua que hoy es el río Mesa. Desde sus posaderos, los buitres leonados vigilan a los pocos que circulan por esta enorme herida en el páramo semidesértico que es esta comarca.
Antes de llegar a Calmarza dejamos a la izquierda el pueblo de
Jaraba, famoso por sus balnearios pero que ha sucumbido al cemento
que cubre las fachadas de sus casas hechas de adobe y tapial.
Pasado Jaraba las paredes del cañón se vuelven más altas y
sinuosas. En un recodo, a la entrada del barranco de la Hoz Seca,
suspendida en la mitad del precipicio, se encuentra la ermita de la
Virgen de Jaraba, uno de los mayores encantos de la cuenca del
Jalón. El santuario constituye un conjunto arquitectónico de los
siglos XIII y XVIII y cuenta con la casa del ermitaño, un edificio
auxiliar para romerías y la propia ermita. El templo se halla
parcialmente situado bajo la roca. Tiene planta de cruz latina con
la nave central de cuatro tramos y los brazos cubiertos por bóvedas
de medio punto con lunetos perpendiculares a la central. En el
exterior, la fachada del evangelio se mira en el valle y exhibe el
escalonamiento de los volúmenes, con el juego de contrafuertes
emergiendo sobre las capillas laterales, el volumen prismático de
planta cuadrada del cimborrio y los muros de mampostería. La torre
se sitúa en este lado a los pies y presenta un solo cuerpo de
planta cuadrada hasta la altura de la nave y un humilde cuerpo de
campanas. Junto a ella se dispone la portada de los pies con arco
de medio punto entre pilastras.
Muy próximas al santuario se encuentran las pinturas rupestres de Roca Benedí. El conjunto está compuesto por dos figuras humanas, y dos ciervos. Las figuras humanas son un hombre marchando a la derecha, que porta un arco sin cuerda y flechas en su mano izquierda que mide 30 cm y una mujer de 22,7 cm, con un niño encima. Los ciervos, que miran hacia la izquierda, tienen una espléndida cornamenta y actitud estática. Todas las figuras son del más clásico estilo levantino y de color negro. Los expertos calculan que podrían tener 7000 años de antigüedad.
Encaramado sobre un abrupto espolón, al borde de un pequeño
acantilado aparece Calmarza. Rodeado de pequeñas huertas cuidadas
con esmero por los vecinos más ancianos del lugar, el pequeño
pueblo se esconde entre los meandros esculpidos por el agua.
Al llegar, sorprende la pequeña plaza recientemente remozada,
donde se ha instalado la estatua de una joven con un cántaro, como
las que podemos encontrar en muchos viveros y posiblemente
fabricada en China, que intenta imitar el estilo neoclásico y que
rompe con el conjunto arquitectónico del pueblo. Pero no es este el
único atentado de los responsables municipales.
También el antiguo frontón ubicado en la plaza ha sido revestido de piedra haciendo imposible su función original destinada al juego de pelota. Pero, sin duda , el mayor disparate arquitectónico es el pabellón multiusos, una enorme nave ubicada en el centro del casco urbano cuya estructura, tejado y paredes, han sido cubiertas con paneles de plástico de vivos colores. Un verdadero disparate.
Pese a estos destrozos Calmarza no ha perdido la esencia de pueblo auténtico. Sus estrechas calles albergan rincones llenos de encanto que nos hablan de tiempos mejores, antes de que muchos de sus vecinos tuviesen que emigrar en busca de un futuro mejor. A principios del siglo XX la población llegó a superar los 300 habitantes, hoy apenas alcanza los 80. A pesar de este éxodo, en los últimos tiempos, y debido a la crisis, algunos jóvenes han regresado y tratan de devolver la vida al pequeño pueblo de sus antepasados. Este es el caso de Óscar, que ha abierto el único bar del pueblo, llamado «Papito Caracol», donde se pueden degustar los caracoles que él mismo produce.
Dentro de su patrimonio hay que destacar la iglesia parroquial
dedicada a San Blas. El templo está ubicado en la parte más alta
del pueblo. Los tres tramos de la nave, los brazos del crucero y el
presbiterio, se cubren con bóvedas de medio cañón con lunetos
curvos, entre pares de arcos. El crucero se cubre con una cúpula de
ocho paños en los que se inscriben ocho vanos de luz adintelados y
descansa sobre pechinas. Los muros son de mampostería con ladrillo
en las esquinas, en el encintado de los huecos y en el cimborrio
octogonal, que exhibe tramos de esquinillas. a los pies se dispone
el campanario de piedra, a modo de espadaña de gran grosor con
cubierta a dos aguas y dos vanos de medio punto. La portada se abre
en el tramo central de la nave, entre los contrafuertes; consta de
un arco adovelado de sillería con la arquivolta levemente decorada.
Adosada al brazo sur del crucero hay una capilla con muros de
sillería y portada de medio punto a la que se accedía directamente
desde el cementerio. El templo es del siglo XVIII, pero conserva
partes de su construcción original románica del siglo XIII. También
hay una ermita dedicada a San Bartolomé.
Destaca asimismo su torreón de vigilancia, posiblemente levantado en el siglo XVI, que nos indica su importante situación estratégica para controlar el desfiladero del río Mesa en el Alto Medievo, frente al reino de Castilla. Hoy el torreón es una vivienda particular.
En el término municipal de Calmarza, en un paraje llamado Los
Villarejos, junto al río Mesa, han aparecido numerosos restos
arqueológicos de distintas épocas. Del Eneolítico se han encontrado
raspadores y raederas, así como motivos geométricos; de la Edad del
Bronce, se han encontrado cerámicas lisas o decoradas con apliques
de cordones digitados y superficies esgrafiadas. Por último, existe
un poblado altomedieval en el que ha aparecido una necrópolis con
tumbas trapezoidales excavadas en la roca.
Pero, sin duda, el mayor atractivo de Calmarza es su privilegiado
entorno natural. El río Mesa ofrece imponentes formaciones de roca
caliza con vertiginosos cortados donde anidan numerosas colonias de
buitre leonado y de alimoche. Esto le ha valido formar parte de las
zonas protegidas ZEPA y LIC. También se puede disfrutar de un
variado patrimonio de aves y peces de todo tipo.