Revista 77
Número 77

Calmarza

Calmarza está situada en el centro del Cañón del río Mesa, escondida tras impresionantes paredes de roca caliza. Pocos son los que se acercan a este lugar, apartado de los circuitos turísticos pero que conserva un patrimonio natural de enorme belleza.

La carretera que conduce hasta Calmarza serpentea entre las enormes paredes de piedra roja excavadas hace millones de años por el río Mesa. Posiblemente el trayecto entre Calmarza e Ibdes sea el más espectacular de todo el cañón del rio Mesa. En algunos tramos apenas hay espacio para la carretera que acompaña el escaso cauce de agua que hoy es el río Mesa. Desde sus posaderos, los buitres leonados vigilan a los pocos que circulan por esta enorme herida en el páramo semidesértico que es esta comarca.

 

Apertura-pueblo


Antes de llegar a Calmarza dejamos a la izquierda el pueblo de Jaraba, famoso por sus balnearios pero que ha sucumbido al cemento que cubre las fachadas de sus casas hechas de adobe y tapial.
Pasado Jaraba las paredes del cañón se vuelven más altas y sinuosas. En un recodo, a la entrada del barranco de la Hoz Seca, suspendida en la mitad del precipicio, se encuentra la ermita de la Virgen de Jaraba, uno de los mayores encantos de la cuenca del Jalón. El santuario constituye un conjunto arquitectónico de los siglos XIII y XVIII y cuenta con la casa del ermitaño, un edificio auxiliar para romerías y la propia ermita. El templo se halla parcialmente situado bajo la roca. Tiene planta de cruz latina con la nave central de cuatro tramos y los brazos cubiertos por bóvedas de medio punto con lunetos perpendiculares a la central. En el exterior, la fachada del evangelio se mira en el valle y exhibe el escalonamiento de los volúmenes, con el juego de contrafuertes emergiendo sobre las capillas laterales, el volumen prismático de planta cuadrada del cimborrio y los muros de mampostería. La torre se sitúa en este lado a los pies y presenta un solo cuerpo de planta cuadrada hasta la altura de la nave y un humilde cuerpo de campanas. Junto a ella se dispone la portada de los pies con arco de medio punto entre pilastras.

 

Muy próximas al santuario se encuentran las pinturas rupestres de Roca Benedí. El conjunto está compuesto por dos figuras humanas, y dos ciervos. Las figuras humanas son un hombre marchando a la derecha, que porta un arco sin cuerda y flechas en su mano izquierda que mide 30 cm y una mujer de 22,7 cm, con un niño encima. Los ciervos, que miran hacia la izquierda, tienen una espléndida cornamenta y actitud estática. Todas las figuras son del más clásico estilo levantino y de color negro. Los expertos calculan que podrían tener 7000 años de antigüedad.


Encaramado sobre un abrupto espolón, al borde de un pequeño acantilado aparece Calmarza. Rodeado de pequeñas huertas cuidadas con esmero por los vecinos más ancianos del lugar, el pequeño pueblo se esconde entre los meandros esculpidos por el agua.


Al llegar, sorprende la pequeña plaza recientemente remozada, donde se ha instalado la estatua de una joven con un cántaro, como las que podemos encontrar en muchos viveros y posiblemente fabricada en China, que intenta imitar el estilo neoclásico y que rompe con el conjunto arquitectónico del pueblo. Pero no es este el único atentado de los responsables municipales.

También el antiguo frontón ubicado en la plaza ha sido revestido de piedra haciendo imposible su función original destinada al juego de pelota. Pero, sin duda , el mayor disparate arquitectónico es el pabellón multiusos, una enorme nave ubicada en el centro del casco urbano cuya estructura, tejado y paredes, han sido cubiertas con paneles de plástico de vivos colores. Un verdadero disparate.


Santuario-de-la-Virgen-de-Jaraba

 

Pese a estos destrozos Calmarza no ha perdido la esencia de pueblo auténtico. Sus estrechas calles albergan rincones llenos de encanto que nos hablan de tiempos mejores, antes de que muchos de sus vecinos tuviesen que emigrar en busca de un futuro mejor. A principios del siglo XX la población llegó a superar los 300 habitantes, hoy apenas alcanza los 80. A pesar de este éxodo, en los últimos tiempos, y debido a la crisis, algunos jóvenes han regresado y tratan de devolver la vida al pequeño pueblo de sus antepasados. Este es el caso de Óscar, que ha abierto el único bar del pueblo, llamado «Papito Caracol», donde se pueden degustar los caracoles que él mismo produce.


Dentro de su patrimonio hay que destacar la iglesia parroquial dedicada a San Blas. El templo está ubicado en la parte más alta del pueblo. Los tres tramos de la nave, los brazos del crucero y el presbiterio, se cubren con bóvedas de medio cañón con lunetos curvos, entre pares de arcos. El crucero se cubre con una cúpula de ocho paños en los que se inscriben ocho vanos de luz adintelados y descansa sobre pechinas. Los muros son de mampostería con ladrillo en las esquinas, en el encintado de los huecos y en el cimborrio octogonal, que exhibe tramos de esquinillas. a los pies se dispone el campanario de piedra, a modo de espadaña de gran grosor con cubierta a dos aguas y dos vanos de medio punto. La portada se abre en el tramo central de la nave, entre los contrafuertes; consta de un arco adovelado de sillería con la arquivolta levemente decorada. Adosada al brazo sur del crucero hay una capilla con muros de sillería y portada de medio punto a la que se accedía directamente desde el cementerio. El templo es del siglo XVIII, pero conserva partes de su construcción original románica del siglo XIII. También hay una ermita dedicada a San Bartolomé.


Vista-desde-arriba

 

Destaca asimismo su torreón de vigilancia, posiblemente levantado en el siglo XVI, que nos indica su importante situación estratégica para controlar el desfiladero del río Mesa en el Alto Medievo, frente al reino de Castilla. Hoy el torreón es una vivienda particular.


En el término municipal de Calmarza, en un paraje llamado Los Villarejos, junto al río Mesa, han aparecido numerosos restos arqueológicos de distintas épocas. Del Eneolítico se han encontrado raspadores y raederas, así como motivos geométricos; de la Edad del Bronce, se han encontrado cerámicas lisas o decoradas con apliques de cordones digitados y superficies esgrafiadas. Por último, existe un poblado altomedieval en el que ha aparecido una necrópolis con tumbas trapezoidales excavadas en la roca.


Pero, sin duda, el mayor atractivo de Calmarza es su privilegiado entorno natural. El río Mesa ofrece imponentes formaciones de roca caliza con vertiginosos cortados donde anidan numerosas colonias de buitre leonado y de alimoche. Esto le ha valido formar parte de las zonas protegidas ZEPA y LIC. También se puede disfrutar de un variado patrimonio de aves y peces de todo tipo.

 

 
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