Revista 79
Número 79

Obsolescencia programada


Pocos habrán escuchado antes este término, normal, es el mayor secreto de la sociedad de consumo; sin embargo la obsolescencia programada es la base del crecimiento económico tal y como lo entendemos en nuestros días.
La mayoría de las empresas han asumido la filosofía de la obsolescencia programada, es decir, diseñan sus productos para que duren mucho menos y así incentivar el consumo.

Después de la Revolución industrial y con la producción en masa de bienes de consumo los precios bajaron, pero la gente no podía consumir al ritmo de producción de las máquinas. Los grandes empresarios comenzaron a preocuparse, ¿qué pasaría cuando todo el mundo lo tuviera todo? Un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios.

Tras la crisis de 1929 se propuso una ley cuyo contenido era la obsolescencia programada. Esta ley pretendía que todos los productos tuviesen fecha de caducidad para maximizar los beneficios y crear empleo.

La obsolescencia programada está en la raíz del crecimiento económico mundial desde 1950: desde entonces el crecimiento ha sido el santo grial de nuestra economía. El objetivo no es crecer para cubrir las necesidades, sino crecer por crecer hasta el infinito con una producción sin límites y un consumo también sin límites.

Existen tres elementos que impulsan a la sociedad a crecer: la publicidad, la obsolescencia programada y el crédito. No se trata de obligar al consumidor, sino de seducirle jugando con el deseo de tener algo más nuevo, un poco mejor y un poco antes de lo necesario. El objetivo es crear un consumidor insatisfecho. En los últimos años nuestro papel en la sociedad se limita a pedir créditos para comprar cosas que no necesitamos.

Todo esto no es sostenible a largo plazo, porque se basa en una contradicción flagrante: el crecimiento ilimitado no es compatible con los recursos de un planeta limitado.

¿Cuál es la solución a esta locura consumista? Los críticos quieren reformar la economía y nuestros valores, es una revolución cultural que se llama decrecimiento y que pretende acabar con el mito del crecimiento viable, infinito y sostenible, abandonar la cultura del exceso. La esencia del decrecimiento se puede resumir en una palabra: reducir.  Los críticos de esta teoría temen que destruirá la economía y nos llevará a la edad de piedra. Asumir la idea del decrecimiento supondría que España volvería a niveles de la década de los noventa, cuando éramos más pobres, pero sin duda mucho más felices. La sociedad del decrecimiento hace realidad la visión de Ghandi: «El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero es demasiado pequeño para satisfacer la avaricia de algunos».

Rogelio Manzano Rozas

 
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