El acentor común habita desde la orilla del mar hasta las montañas. En toda la campiña vive en matorrales que bordean carreteras y caminos, también en setos de jardines y granjas, plantaciones, linderos de bosques y páramos de montaña. Aunque es un ave tímida se deja ver, en ocasiones, posada sobre una rama en busca de insectos o cantando.
El Acentor Común Prunella modularis, es un pájaro relativamente numeroso y abundante durante el invierno en toda la Península Ibérica. Se reproduce en el Norte y en zonas montañosas del Centro y es relativamente poco conocido. Su plumaje es poco vistoso, aunque cogiendo el pájaro en la mano se aprecian matices en la coloración que pasan desapercibidos incluso viéndolo de cerca. Lo primero que nos llama la atención al observar a esta ave es su parecido con los colores de un gorrión, pero de cerca el acentor nos revela que es un ave silvestre que luce unos rasgos físicos diferenciados. En general muestra un plumaje de color pardo con listas de color oscuro. Su pequeña cabeza alberga unos ojos de color pardo y un pico fino y oscuro, así como un píleo pardo listado. Se diferencia de su homólogo acentor alpino (Prunela collaris) en que tiene las alas más lisas y los flancos menos rojizos, además de carecer del característico babero blanco de los alpinos. Sus patas son pardo anaranjadas y también destaca su garganta, que es de color gris.
No es fácil diferenciar a las hembras y no es segura en todos los
casos la norma que se da atendiendo al color del plumaje.
Observando los nidos y el diferente comportamiento de los adultos,
las hembras parecen de coloración más apagada, menos castaña o
pardo rojiza en la espalda y con el gris más tenue en el pecho y la
cabeza.
Los jóvenes acentores se diferencian, sin embargo, relativamente
bien, por carecer casi completamente del color gris de la cabeza y
la nuca. El píleo, la nuca y los lados del cuello están matizados
de pardo y la espalda no es tan rojiza, sino más bien pardo
amarillenta. La garganta es blancuzca o grisácea muy pálida y con
manchas de un gris más oscuro. El pecho es beige amarillento muy
rayado de pardo oscuro. El plumaje de adultos lo adquieren por muda
completa entre agosto y octubre.
Es un pájaro que pasa muy desapercibido y la mayoría de las personas que tienen de él una visión fugaz creen que se trata de un vulgar gorrión. Es curioso que no estamos ante una especie que posea hábitos discretos y permanezca oculta, sino que por el contrario se muestra con frecuencia al descubierto. Come en el suelo fuera de la vegetación y canta, casi siempre, desde el tope de un arbusto o pequeño árbol. Camina de forma característica, despacio y como arrastrando los pies a la vez que sacude las alas espasmódicamente, sobre todo en los segundos siguientes a haberse
Acentor Común
Prunella modularis
Prunellidae
Passeriformes
14 cms.
20 cm
23 gramos.
Hasta 5 años
Residente
posado en el suelo. Realmente, anda a pequeños saltos, con las patas muy flexionadas y como aplastado contra el suelo. Rara vez corre, más bien en alguna ocasión se le ve caminar deprisa, procurando no alejarse mucho de cobertura vegetal. A pesar de esta aparente timidez, es muy manso y acude a comer migas diminutas de pan cerca del observador si no se hacen movimientos bruscos. Vuela pocas veces al descubierto y más bien progresa por el interior de los arbustos. Si vuela en descampado lo hace recto y a baja altura, batiendo las alas con rapidez. Aunque es muy solitario, puede concentrarse en grupos numerosos que comen en rastrojeras mezclados con otras especies, sobre todo bisbitas, fringílidos y emberícidos.
Un melancólico y silbante «¡¡tsiip!!» agudo y de gran alcance
puede ser su nota de alarma en ocasiones. No siempre, puesto que
durante el otoño e invierno es su voz más común, repitiéndola a
veces con insistencia, primero desde el interior de un seto o
matorral y a continuación saliendo al descubierto y posándose en
una rama, para volar a ocultarse enseguida. Cuando se acerca al
nido con cebo para los pollos, los avisa con un tenue y breve
«¡¡ziit!!» que apenas es perceptible, pero que basta para que los
pollos se pongan alerta. Nota de otoño, un rápido
«¡¡i-i-i-i!!».
El canto es agradable y fino. Está en línea con el del Chochín,
Troglodytes troglodytes, pero es más suave, más breve y no lo emite
con tanto ardor. Canta por períodos no superiores, normalmente, a
15 minutos y la duración de cada estrofa no suele superar los 3
segundos. Tucker lo expresa así: «¡¡uisssissi-uiss, sissi-uiss,
sissi-uiss!!» Canta durante todo el año. En días soleados de otoño
e invierno se le oye mucho, aunque probablemente los que más cantan
son los nativos que no se mueven de su territorio. Las hembras
también cantan, pero solo ocasionalmente y por supuesto que su voz
es diferente, más débil y las estrofas emitidas más cortas.
Se alimenta de semillas en el otoño e invierno, sin desdeñar los pequeños insectos que encuentra revolviendo las hojas secas caídas en el suelo. En primavera y otoño sobre todo come insectos y sus larvas. Coleópteros, larvas de lepidópteros y hemípteros. A los nidos se le ve acudir con arañas y, en especial, con pequeñas orugas verdes. Jourdain (1940) menciona entre las semillas que este pájaro recoge en el suelo las de Spergula, Polygonum, Atriplex, Lamium, Rumex, Ranunculus, Stellaria, Geranium, o Plantago. En cautividad come granos menudos de cereales.
En el cortejo, ambos sexos entreabren las alas y estas y la cola desplegada tiemblan espasmódicamente. Muchos son ya los ornitólogos que atestiguan un repetido picoteo de la cloaca de la hembra por el macho, aunque no siempre el apareamiento siga a esta extraña conducta que es iniciada siempre por las hembras.
Los primeros nidos están acabados a primeros de abril. Antes son
raros, pero casi todos los años se encuentra alguno en la última
semana de marzo. Generalmente las parejas están todas ocupadas en
su construcción entre el 10 y el 20 de abril. Su situación es,
normalmente, en el interior de un seto o arbusto, con preferencia
si este crece en un pequeño talud, de forma que la altura real
sobre el suelo esté entre 1,5 y 2 m. Sin embargo, los nidos en
pequeños arbustos de zonas montañosas están casi siempre muy cerca
del suelo, a una altura no muy superior a 60 cm. En conjunto se
dispone de datos de nidos situados desde una altura sobre el suelo
de 30 cm hasta 2,8 m. No siempre el acentor común construye su
propio nido. Alguna vez utiliza uno abandonado de Mirlo Común,
Turdus merula. Usan también los de zorzales y Golondrina Común,
Hirundo rustica, pero no se ha comprobado nunca en Iberia. El nido
es una esmerada construcción, bastante voluminosa para el tamaño
del pájaro y que la hembra sola construye con ramitas, musgo, hojas
secas, raicillas y tallos de plantas, forrándolo por dentro con
musgo y pelos. A veces tienen algo de lana y alguna pluma. La
puesta es normalmente de 4-5 huevos, alguna vez de 3 y raramente de
6. La mayoría son de 4, su color es azul y también los hay con
puntos inapreciables pardo rojizos.
Solamente la hembra incuba y parece que el macho no la ceba,
puesto que sale ella a intervalos y no es raro encontrar el nido
solo con los huevos, pues tarda en regresar por lo menos 10
minutos. A los 12-13 días nacen los pollos, cubiertos parcialmente
con un plumón de color negro. El interior de la boca es de un rojo
anaranjado muy destacado, con dos puntos negros en las barbas
laterales de la lengua. Atendidos por ambos adultos, abandonan el
nido a los 12 días. Muy a menudo los últimos días solamente el
macho los ceba, puesto que la hembra ya está construyendo un nuevo
nido para la segunda y, a veces, hasta la tercera puesta. Se han
encontrado nidos incluso en pleno invierno, pero excepcionalmente.
No son raros, sin embargo, en los primeros días del otoño.
El acentor común tiene en Europa una amplia distribución, que incluye gran parte del Continente y las Islas Británicas, pero falta en la zona mediterránea (parte de España, Italia del Sur y los Balcanes), y en Islandia. Igualmente no se reproduce en Baleares, Córcega y Cerdeña. En la Península Ibérica cría en todo el Norte, donde es muy numeroso desde el nivel de mar hasta por lo menos los 2000 m y más en determinadas zonas de los Pirineos y la Cordillera Cantábrica. Abundante en la campiña Cantábrica y Gallega, baja notablemente su densidad cuanto más al Este, ocupando en Aragón y Cataluña zonas montañosas con preferencia a otros hábitats. La misma situación se presenta con altos niveles en el centro de Iberia, faltando como nidificador en el resto.
Los nativos son sedentarios y los que viven en la campiña norteña
se alejan muy poco de sus lugares de nacimiento. Normalmente. el
mismo matorral es invariablemente ocupado año tras año para anidar
por la misma pareja, si sobrevive, o por otra formada por acentores
nacidos allí. Los que viven a cierta altitud descienden hacia zonas
más bajas y se concentran en campos cultivados y rastrojeras,
vagando por ellos durante el invierno junto con otras especies,
sobre todo fringílidos y escribanos. Muchas parejas suben al monte
antes de que la nieve desaparezca totalmente y es frecuente oírles
cantar y observarles sobre matojos sin hojas que sobresalen en las
laderas nevadas.
A partir de la primera semana de octubre son muchos los acentores
de más allá del Pirineo que llegan a la Península Ibérica para
invernar. En rastrojeras y zonas de monte bajo se acumulan a veces
en tal cantidad que dan la impresión errónea de que este pájaro es
gregario. El paso primaveral se aprecia bien a partir de febrero en
toda la costa Cantábrica, porque un gran aumento de acentores se
nota en todos los campos. Cuando el Pinzón Vulgar, Fringilla
coelebs, termina el paso a finales del mes de marzo, ya solamente
se ven aquí los acentores nativos.
Del mismo modo que otras muchas especies, el anillamiento ha
puesto al descubierto la fidelidad que estos pájaros guardan a su
lugar de invernada, volviendo a él año tras año.