Guijosa es mucho más que su bello castillo: al pasear por sus solitarias calles descubrimos rincones únicos detenidos en el tiempo.
A escasos seis kilómetros de Sigüenza encontramos la pedanía de Guijosa. La estrecha carretera que nos lleva a este pequeño pueblo se abre paso entre cerros romos, poblados con manchas de monte bajo, y suaves depresiones sembradas de cereal. Es la zona que precede a la conocida como sierra Ministra. El pueblo está ubicado en la pendiente de un barranco, situado en el páramo entre el Henares y el río Dulce, en un vallejo junto al arroyo Quinto, un arroyo de mediano caudal sobre el ancho valle y que nace cerca de este pueblo, entre abruptos cortados que van a morir al Henares.
A medida que nos vamos aproximando, los cerros nos descubren la
esbelta figura de un castillo que nos recibe justo a la entrada del
pueblo. Guijosa, según los datos del INE de 2011, cuenta con 21
habitantes, la mayoría jubilados. Al igual que en otros pueblos de
la provincia, en invierno la mayoría de los vecinos huyen de los
rigores de los crudos inviernos de estas tierras y buscan refugio
en la cercana Sigüenza o en capitales como Madrid, Guadalajara o
Zaragoza, pero con la llegada de la primavera regresan a su pueblo.
Con tan poca población Guijosa no cuenta con bar, hogar del
jubilado ni otro lugar de reunión, así que a los jubilados les
gusta reunirse en la calle donde echan sus partidas de cartas en
buena armonía.
Las casas en Guijosa son muy interesantes, se ajustan al patrón de las típicas casonas de la zona de Sigüenza: sus gruesos muros están levantados con piedras de la arenisca rosada tan abundante en toda la comarca y los vanos de puertas y ventanas se sustentan en grandes dinteles.
Muchos de estos viejos caserones se levantan sobre otras construcciones todavía más antiguos. Sus muros, arcos y ventanas se muestran a la luz en ruinas y estas se ven también en los solares antaño ocupados por casas de recios muros, que abandonadas por sus moradores no pudieron aguantar el paso del tiempo y los elementos.
Guijosa respira quietud, es como si el tiempo se hubiese detenido
en sus calles limpias y desiertas, siempre vigiladas por la silueta
del imponente castillo.
El edificio más representativo de Guijosa es su castillo. Es una
construcción única en la zona, pues aunque en Guadalajara
encontramos multitud de castillos ninguno de ellos responde a las
características morfológicas, constructivas y funcionales de la
presente fortificación.
Por sus características podemos situar sus orígenes en la segunda
mitad del siglo XIV. El rey Alfonso XI, como recompensa por su
fidelidad y por los servicios prestados, concede a don Íñigo López
de Orozco el Señorío de Guijosa. Las armas de este caballero quedan
plasmadas en un escudo de piedra en la antigua puerta de acceso al
castillo, corroborando que debió ser él quién ordenó su
construcción. No existe explicación lógica a la construcción
de este castillo señorial en la zona, a no ser la de controlar a la
minoría judía que habitaba en la comarca. Después de varios cambios
de dueño y tras un largo periodo en el cual perteneció a la Casa de
Medinaceli, el castillo pasa a pertenecer al propio pueblo, por
donación expresa en su testamento de la duquesa. Algún tiempo más
tarde se cede la propiedad al Ayuntamiento de Sigüenza. Es posible
que el castillo fuese destruido por las tropas austriacas del
archiduque Carlos tras su derrota en la batalla de Villaviciosa
(1710). Estas tropas también causaron importantes destrozos en
otros castillos de la zona, como el de Pelegrina. En 1938 se
construye la casa adosada a su muro meridional. En 1973 el estado
saca a subasta la fortaleza al negarse los vecinos de Guijosa a
pagar la contribución de 40.000 pesetas. El castillo es comprado
por Luis Moreno de Cala Torres por la suma total de un millón cien
mil pesetas. En 1989 se derrumba el muro meridional, que los
vecinos habían usado como frontón.
Los actuales dueños comenzaron la recuperación del edificio para
convertirlo en un hotel. Las obras iban a buen ritmo y la
restauración se realizaba teniendo en cuenta la estructura
original, pero la crisis económica obligó a parar las obras y
actualmente el castillo se encuentra cerrado y sin ninguna
actividad.
Otro edificio muy representativo es la iglesia parroquial, de una
nave y cubierta con bóvedas de crucería. Fue construida en los años
finales del siglo XV o primeros del XVI. El retablo mayor, que se
levanta en el presbiterio, es obra del siglo XVII. El edificio se
sitúa próximo al castillo, en el extremo de poniente. Consta de una
nave única con cabecera cuadrada, espadaña a los pies y portada de
ingreso en el muro sur, cobijada bajo un sencillo porche. Se accede
al conjunto por un recinto murado que fue utilizado como antiguo
cementerio. Destaca de esta iglesia su sólida construcción
utilizando mampostería, con refuerzos de sillar en las esquinas,
espadaña y contrafuertes.
Muy cerca de Guijosa, en el castro de Castilviejo, se halla una
fortaleza celtibérica cuyo peculiar sistema defensivo se
asemeja al de los castros de la zona soriana. Por las
excavaciones realizadas se deduce que debió de haber dos etapas de
ocupación y que el poblado seguramente fue destruido en una fase
previa a la romanización. En las cercanías del cerro se halló
también una necrópolis.