Revista 83
Número 83

Bajo el peso de la Ley


Ya lo decía Napoleón: Hay tantas leyes que nadie puede estar seguro de no ser colgado. La verdad, es como para pensárselo dos veces antes de salir a la calle. La mayoría de nosotros, aun sin saberlo, incumplimos un buen número de leyes cada día, es decir, somos unos delincuentes que en cualquier momento podríamos ser sancionados o arrestados sin ser conscientes de que hemos incumplido una norma.

El objetivo de la ley debería ser crear un marco que garantice el respeto y la convivencia de las personas, pero en muchos casos uno se pregunta cuál es el sentido de muchas normas que, en algunos casos, parecen sacadas de una historieta de Mortadelo y Filemón.

En nuestro país, por ejemplo, está prohibido legalmente poner nombres que puedan perjudicar a las personas, y un niño no puede llamarse Caín, Judas o Lenin. De manera más específica, destacan algunos ejemplos, como el de Mojácar (Almería), donde no se puede jugar al dominó en la terraza de un bar; el de Tenerife, que no permite hacer castillos de arena en la playa; o el de ciudades como Barcelona o Gijón, cuyas ordenanzas municipales sancionan escupir en la calle.

Comenzaba este editorial con una frase de Napoleón, ¿saben que en Francia es ilegal poner ese nombre a un cerdo? En Inglaterra, tan monárquicos ellos, se considera un acto de traición poner al revés un sello de correos en el que aparezca una imagen de la monarquía, y es delito acercarse a menos de 90 metros de la reja del Palacio de Buckingham sin usar calcetines.

En un mundo gobernado por hombres las mujeres son el blanco de leyes creadas por algún pelotudo. La normativa del municipio costero Tropea (en Calabria, Italia) prohíbe a las mujeres con sobrepeso pasearse en bikini por la playa. Ese derecho, según la ordenanza, está restringido a las mujeres jóvenes que tengan «un cuerpo adecuado» para lucirlo. En Kentucky, está prohibido que paseen en bañador por cualquier calle o autopista si no cuentan con protección policial. En Michigan, ninguna mujer puede cortarse el pelo sin la aprobación de su marido. No menos sorprendente es el ejemplo de Memphis (Tennessee) donde existe una norma que indica que es ilegal que una mujer conduzca un coche a menos que un hombre vaya por delante del vehículo, agitando una bandera roja, para avisar de su llegada.

Por absurdas que parezcan algunas leyes, si lo pensamos bien, tienen cierto sentido y contribuyen decididamente a hacer un mundo mejor: como la norma del estado de Kentucky que exige que cada persona debe bañarse al menos una vez al año. En Utah es ilegal detonar cualquier tipo de arma nuclear. La ley no impide tenerlas en casa, pero sí hacerlas explosionar. Una ley hawaiana prohíbe meterse monedas en las orejas y en el Estado de Georgia la normativa declara ilegal que los pollos crucen las carreteras.


Así pues ya saben, no importa lo que hagan, en cualquier momento puede aparecer un policía y amargarles en día.

Rogelio Manzano Rozas

 
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