El Centro de rescate de primates Rainfer es un lugar de rehabilitación y descanso para todos aquellos primates que han sido forzados a vivir una vida que no merecían. Ubicado en Fuente el Saz de Jarama sus instalaciones les ofrecen un lugar adecuado para desarrollar sus conductas naturales y un grupo social para relacionarse.
No hay más que observar a los chimpancés o a los gorilas para darse cuenta de cuánto nos parecemos. Nuestros cerebros son casi idénticos, nuestro ADN solo se diferencia en un 1 %, el sistema inmune es tan parecido que podemos contraer las mismas enfermedades y nuestra sangre es tan similar que podríamos recibir una transfusión sanguínea de ellos. Pero lo más importante es que compartimos muchas emociones: la felicidad, la tristeza, la desesperación, etc. Incluso tienen sentido del humor. Los vínculos familiares pueden durar toda su vida, más de 60 años. Y se ayudan y se apoyan entre ellos. Se pensaba que la mayor diferencia entre humanos y simios era la capacidad para usar el lenguaje y comunicarse. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado, varios experimentos realizados con gorilas y chimpancés han demostrado la posibilidad que tienen los grandes simios de comunicarse mediante el lenguaje de signos. Especialmente conocidos son los casos del chimpancé Nim, cuya vida es contada en el maravilloso documental Proyecto Nim, y de la Gorila Koko que domina más de 1000 signos y es capaz de comprender el significado de más de 2000 palabras del inglés hablado.
Paradójicamente, este parecido con los seres humanos ha sido su
condena. Tradicionalmente se ha usado a los simios como una
caricatura grotesca de las personas. Explotados en el cine, el
circo y la televisión y obligados mediante castigos a interpretar
comportamientos que les son ajenos, reciben un daño psicológico
que, en la mayoría de los casos, les marcará para el resto de su
vida y hará imposible su reintroducción en su medio natural. La
mayoría de las personas no sabe que para capturar a una cría de
primate los furtivos tienen que matar a toda su familia, ya
que los simios tienen un fuerte sentido familiar y de grupo que les
impulsa a defender a sus pequeños llegando a morir por ellos. No es
difícil imaginar el trauma que supone para las crías ver morir a
toda su familia y ser raptados para vivir el resto de su vida solos
y encerrados en una jaula. Es conveniente saber que la sonrisa de
los chimpancés no es tal, sino un gesto de miedo.
Rainfer fue fundado en 1995 por el primatólogo Guillermo Bustelo.
En estos veinte años de funcionamiento se ha convertido en un
referente nacional y europeo en cuanto a la recuperación de
primates. En España existen otros centros que realizan una
actividad similar a la de Rainfer, por ejemplo la Fundación Mona,
aunque en este centro sólo tienen chimpancés y macacos de Berbería
y suelen acogerlos desde pequeños. Rainfer, sin embargo, mantiene
en sus instalaciones a más de una veintena de especies entre
prosimios, monos y grandes simios. Rainfer es uno de los centros a
nivel nacional que más chimpancés alberga, y son pocos de estos los
que tienen tanta variedad de especies primates. Esto lo convierte
en un caso único en España y de los pocos que existen en Europa.
Por esa razón, primatólogos de gran renombre como, Jane Goodall o
Franz de Waal, han visitado el centro en varias ocasiones.
Que nadie piense que este lugar es un zoológico. El objetivo de
Rainfer es acoger en sus instalaciones a primates de todo tipo,
porque o bien ya nadie se quiere hacer cargo de ellos, o sufrían
una existencia llena de abusos, traumas y pésimos cuidados, fruto,
muchas veces, de la irresponsabilidad humana. En este sentido, los
sujetos que llegan al centro suelen proceder de zoológicos que han
cerrado, de circos, de particulares o de incautaciones. Algunos,
como los más pequeños conocidos como titís o tamarinos, simplemente
llegan porque sus dueños, que los han comprado ilegalmente, se han
cansado de tenerlos en casa. Otros propietarios se ven obligados
por la Guardia Civil a entregar sus primates al centro. En algunos
casos, cuando el animal ha tenido la suerte de ser rescatado antes
de ser vendido o utilizado, los animales llegan en unas condiciones
no tan dramáticas, se adaptan rápidamente a su nueva vida y no
tienen problemas de convivencia con sus nuevos compañeros. Pero en
otros casos su vida ha sido un auténtico suplicio lleno de malos
tratos. Muchos de ellos, adquiridos de manera ilegal para ser
utilizados como mascotas, llegan a Rainfer en un estado lamentable,
con taras psicológicas, deprimidos o con movimientos rutinarios
(estereotipias), por lo que necesitan un periodo de rehabilitación
y adaptación antes de integrarlos en el resto de los grupos
sociales.
La mirada de algunos chimpancés esconde una historia cruel. A
Jacky sus dueños le castraron y le arrancaron casi todos los
dientes. A Guillermo su dueña lo tuvo 12 años encerrado en una
diminuta jaula a oscuras, solo comía Coca-Cola, chocolate y todo
tipo de bollería industrial, y había que cantarle el cumpleaños
feliz. Tenía miedo de todo, incluso le daba pánico la luz. Sin
embargo, su dueña pensaba que las condiciones de su encierro eran
buenas, que era uno más de la familia. Ella lo quería y sufrió
mucho cuando se lo llevaron. «Ahora está en una jaula, mucho más
grande que donde ha vivido toda la vida. Aquí aprenderá a vernos a
nosotros, sus cuidadores, pero también va a ver a los demás
chimpancés que hay en el centro», explica Guillermo Bustelo,
director de la institución. El problema era que este
chimpancé se creía hombre y, por lo tanto, no identificaba
como congéneres a los otros primates. Le daban miedo y no sabía qué
hacían ni qué le podían hacer. Hoy Guillermo está integrado
completamente en su grupo social y recuperado físicamente
exceptuando su ceguera irrecuperable. De lo que no se recuperará es
de las deformaciones óseas que tiene, causadas por su encierro.
Desde que llegó al centro, ya come hortalizas, verduras y frutas y,
como al resto de sus colegas, le pirran los yogures y los helados
de zumo y frutas.
Un caso especialmente dramático es el de un grupo de seis chimpancés procedentes de Valencia. Cuando llegaron al centro estaban alopécicos, llenos de herpes y heridas y con atrofias musculares; pero, sobre todo, con depresiones y otros graves trastornos psicológicos. Procedían de un circo y cuando Guillermo fue a por ellos, se quedó impresionado: «Estaban los seis metidos en una jaula de metro y medio de largo por dos de ancho; así habían pasado toda su vida».
Semejante encierro transformó sus conductas. Redujeron hasta hacer
desaparecer su agresividad innata, eliminaron la jerarquía y se
robaban las cosas. Todo lo contrario a lo que hacen sus congéneres
salvajes. «Era la única manera que tenían de sobrevivir», explica
Bustelo, quien señala que el etólogo Frans de Waal, una de las
máximas autoridades de la primatología mundial, asegura, cuando
viene a verlos, que tienen un comportamiento idéntico al que
desarrollan los hombres cuando están prisioneros en un campo de
concentración.
Jenny, una hembra de más de 30 años, pasó toda su vida encadenada
y siendo víctima de brutales palizas. Como castigo ejemplar le
cortaron tres dedos y debió pasar toda clase de privaciones y
temores. Por todo ello, esta vieja chimpancé es la que peor
carácter tiene en todo Rainfer, lo cual parece bastante
comprensible.
Jacky, otro de los veteranos del centro. Estaba preso en una
planta recicladora de Murcia, donde era exhibido. Para amansarlo,
le cortaron las cuerdas vocales. Como pensaron que no era
suficiente, le arrancaron los colmillos y, finalmente, le
castraron. Hoy es un chimpancé independiente, muy juguetón y
amigable, sobre todo con Ivan, un compañero de su grupo, rescatado
en 2009 del último circo con chimpancés en activo.
Afortunadamente, hay casos que animan a seguir en este largo camino de la rehabilitación de primates. Es el caso de Lulú, una chimpancé de Telde, en Gran Canaria: cuando llegó a Rainfer estaba muy afectada psicológicamente. Cuando terminó el periodo de cuarentena, por el que tienen que pasar todos los animales que ingresan en el centro, no se atrevía a salir al aire libre donde los otros chimpancés corretean y juegan. Por fin salió por su propia voluntad, y le gusto tanto que ya no quería entrar, con tan mala fortuna que era invierno y entró en hipotermia. Hubo que anestesiarla para poder tratarla y que entrara al recinto. En un primer momento se le asignaron como compañeras a Jenny y Judy, pero al estar en un grupo grande y con muchos conflictos de dominio, no llegó a encajar. Por eso acabó en otro grupo, el de Gombe, donde encontró en Sandy a su amiga del alma. «En el momento en el que se conocieron, las dos se abrazaron repetidas veces, gritando de ilusión, y se espulgaron durante horas». Desde entonces, su vida ha mejorado mucho. Es dulce, cariñosa y atenta con el resto de sus compañeros y con el personal. Adora estar en lo alto de la atalaya hasta que atardece y siempre es la última en entrar a dormir y abandonar la gran isla de 1.200 m donde pasa la mayor parte del día.
Hasta hace poco Rainfer era un lugar secreto y muy pocos conocían
su existencia y ubicación. El temor de su director, Guillermo
Bustelo, es que algún traficante sienta la tentación de recuperar
sus animales. Para evitarlo, el centro está dotado de unas
impresionantes medidas de seguridad, cámaras de vigilancia, vallas
electrificadas, varios mastines y guardias de seguridad las
veinticuatro horas.
En sus instalaciones, de 40.000 m2, sobreviven hoy 140 ejemplares
entre monos, chimpancés y orangutanes liberados de una vida
indigna. Mantener a tantos animales es muy caro. Guillermo
prácticamente les mantiene con su propio dinero. Solo recibe 12.000
euros anuales del Ministerio de Economía y pequeñas aportaciones
individuales de amigos y simpatizantes. Sin embargo, la crisis
económica ha hecho que las aportaciones y las escasas ayudas se
reduzcan, mientras que el número de animales acogidos ha aumentado.
La situación comienza a ser insostenible y, si no se encuentran
nuevas vías de financiación, el centro se verá obligado a cerrar
sus instalaciones a finales de año. Todos podemos poner nuestro
granito de arena para mantener el centro. Quienes tengan una
frutería pueden donar las frutas y verduras que vayan a retirar de
la venta por estar en mal estado. Avisen al centro y pasarán a
recoger la mercancía. Los agricultores pueden donar paja para
acondicionar los dormitorios, Los hortelanos pueden donar las
hortalizas que les sobren o tengan mal aspecto, los constructores
pueden donar el material defectuoso que no vayan a usar y
cualquiera que lo desee puede ayudar como voluntario. Todas las
ayudas y colaboraciones serán bien recibidas. La satisfacción de
ayudar a mantener un proyecto como este es algo que no tiene
precio.
Menos de diez empleados sacan adelante el duro trabajo de mantener
las amplias instalaciones, aunque cuentan con la inestimable ayuda
de voluntarios que acuden al centro para colaborar en esta noble
causa. Gracias en buena parte a su programa de voluntariado, el
centro consigue mantener viva su actividad.
Rainfer tiene convenios con cinco universidades españolas para
llevar a cabo estudios de etología, comunicación gestual y
capacidad cognitiva. Los acuerdos también son para que los alumnos
hagan prácticas.
Como último recurso para obtener fondos y mantener este bello
proyecto, Guillermo Bustelo ha decidido abrir sus puertas al
público a unos precios muy económicos. El objetivo no es solo
conseguir fondos, sino acercar y dar a conocer el fabuloso y
sorprendente mundo de estos animales, tan cercanos a nosotros, a
todo aquel que lo desee.
Para los colegios de primaria se ha creado un novedoso y atractivo
programa, orientado hacia el respeto a los seres vivos y a la
naturaleza, el desarrollo social, la creatividad y la afectividad.
Para ello se han desarrollado una serie de talleres permanentes y
actividades temáticas ajustadas al contenido del programa
educativo. Una experiencia que los niños no olvidarán jamás.
En Rainfer consideran que la mejor manera de aplicar su programa
es mediante la experiencia y viviendo emociones que hagan recordar
al alumno los conocimientos adquiridos y asimilar, al mismo tiempo,
los contenidos didácticos mostrados de manera teórica en las aulas.
Los talleres de concienciación fomentan la conducta social de los
alumnos y ofrecen la oportunidad de poner en común los conceptos
adquiridos y desarrollar el espíritu competitivo en el
aprendizaje.
El centro varía cada año la temática de sus talleres, en función
del programa educativo que se oferta. Este año se desarrollarán los
siguientes talleres:
Taller 1: La diversidad animal. Diferencias entre animales
salvajes y domésticos.
Taller 2: El bienestar animal. ¿Qué necesitan los animales
salvajes para ser felices?
Taller 3: Detrás del escenario. ¿Se divierten los primates
actuando?
Rainfer se encuentra en el término municipal de Fuente el Saz de
Jarama, rodeado por un entorno natural protegido y perfectamente
equipado con un amplio taller, comedor y salón para el profesorado.
Además, cuenta con personal altamente cualificado para que los
niños aprendan y tengan una experiencia inolvidable.
Información y fechas disponibles en:
visitas@rainfer.com
tel: 91 661 70 34
También puedes consultar todas las novedades del centro
en: www.rainfer.com