Revista 85
Número 85

Azor común

El azor común, Accipiter gentilis, es uno de los pájaros de presa de nuestros bosques menos conocido, pero, sin embargo, cuando se le puede observar es muy espectacular en todas sus acciones. Posee una estructura de ave fuerte y poderosa con un tamaño medio, no mayor que un busardo ratonero, Buteo buteo, y es de conducta y hábitos extraordinariamente reservados.

Azor-vuelo-lateral

 

EsΩta rapaz de mediano tamaño y hábitos marcadamente forestales se caracteriza por presentar un acusado dimorfismo sexual inverso, según el cual las hembras resultan bastante más voluminosas que sus compañeros. En el diseño del plumaje existen también algunas diferencias, aunque más sutiles, entre sexos, puesto que el macho luce un plumaje grisáceo oscuro en el dorso, mientras que el pecho, así como la cara inferior de las alas, aparecen finamente barrados transversalmente; la hembra, sin embargo, resulta algo más parduzca en el dorso, tiene la cabeza (donde ambos sexos exhiben una marcada ceja) menos contrastada, y en ella el barrado de las regiones inferiores es más grueso. Los ejemplares juveniles son parduzcos dorsalmente, mientras que en el pecho y el vientre muestran un color pardo o rojizo relativamente claro, surcado por abundantes manchas longitudinales. Con el transcurso de las sucesivas mudas adquieren (cuando cuentan con tres años de edad) el plumaje característico de las aves adultas. En vuelo, el azor presenta una silueta muy característica, sobre todo durante las escasas ocasiones en que es posible contemplarlo mientras se eleva sobre el dosel forestal. En tales momentos se puede comprobar que el ave posee unas alas relativamente cortas, anchas y redondeadas y una cola muy larga, adaptaciones todas encaminadas a dotarlo de gran movilidad dentro de las espesuras que frecuenta.

 

Clasificación científica

Nombre común:

Azor común

Nombre científico:

Accipiter gentilis 

Familia:

Accipitridae

Orden:

Accipitriformes

Longitud:

45 - 62 cm. 

Envergadura:

96 - 127 cm.

Peso:

Macho: 650-750 g. Hembra: 800-1.200 g

Longevidad:

10 años 

Estatus:

Residente

Costumbres

El vuelo del azor común es una característica inconfundible para distinguir la especie. Vuela con extraordinaria habilidad por entre los árboles batiendo con rapidez las alas y alternando con planeos y ladeándose totalmente para pasar entre las ramas y las enredaderas que cuelgan de los árboles. Es netamente un ave de bosque, donde desarrolla todas sus actividades. Sin embargo, primero en el celo y después en el otoño no es difícil ver, en especial a los inmaduros o jóvenes del año, volando y planeando sobre el bosque e incluso en claros del mismo y campo abierto o monte bajo. Se trata, en realidad, de una de las aves más agresivas solo comparable al gavilán común; pero su fiereza es superior no sólo en función de su mayor tamaño y potencia, sino en su audacia, que le impulsa a perseguir incansablemente a su presa aunque ésta a veces, en su alocada huida, penetre en zonas habitadas por el hombre.

 

Pasa gran parte del día posado inmóvil en la rama de un árbol y generalmente mimetizándose bien, de forma que es una verdadera sorpresa levantar tan de cerca a uno de estos pájaros siempre tan vigilantes. Con su larga cola, que pliega y despliega continuamente, y sus alas redondeadas, vuela espectacularmente realizando quiebros y frenadas que resultarían increíbles si no se vieran.

 

Acostumbra a cazar al acecho, posado en una atalaya o lugar privilegiado desde donde poder observar su territorio y localizar a sus posibles presas sin ser visto; una vez localizadas, ataca siguiendo su ángulo muerto, normalmente desde abajo en el caso de un ave en vuelo, o a ras de suelo si su presa está en el suelo. Devora sus presas en el lugar donde las atrapó.

 

Una pareja de azores permanece unida mientras vive y puede también asegurarse que, durante el invierno, en zonas donde normalmente los pájaros abandonan el bosque, pueden ambos separarse, pero al llegar la primavera la hembra siempre acude al lugar donde antes anidó y con fuertes y constantes chillidos llama al macho, quien, o ya merodeaba por el bosque y acude inmediatamente o tarda aún unos días en acercarse.

 

Hábitat

El azor común es sedentario en Iberia. Ocupa un territorio muy variable en función de la extensión del bosque en que vive. Se le menciona siempre como habitante de bosques frondosos y remotos, pero la realidad no parece ser esta. Los bosques cantábricos de especies caducifolias como el roble, Quercus robur, el castaño, Castanea sativa, el abedul, Betula verrucosa y el fresno, Fraxinus excelsior, situados en plena campiña y esparcidos por aquí y por allí, pueden albergar una pareja de azores en competencia casi siempre con  el gavilán común, Accipiter nisus y el busardo ratonero, Buteo buteo. 

 

Igual que los gavilanes, el Azor Común tiene tendencia a ocupar un territorio no lejano del agua, un riachuelo o charca, donde se introduce con frecuencia y en el que pasa un buen rato agachado, de forma que el agua le llegue hasta el pecho.

 

Alimentación

El azor es un depredador bastante generalista, que se adapta bien a la disponibilidad de presas que le ofrece su territorio. No obstante, hay dos grupos de vertebrados que soportan una mayor presión por parte de la rapaz: las aves medianas, hasta del tamaño de un urogallo -en especial, córvidos y palomas-, y mamíferos como conejos (la presa básica allí donde abundan), liebres y ardillas. No es raro que capture algunos reptiles -sobre todo, grandes lagartos-, así como pequeñas rapaces diurnas y nocturnas y algunos pequeños carnívoros del tipo de comadrejas y armiños.

 

En varios nidos estudiados en el Guadarrama, exactamente en un área que comprende zonas de las provincias de Madrid, Segovia y Ávila, se encontraron 12 grajillas, Corvus monedula, 7 lagartos ocelados, Lacerta lepida, 6 conejos, Oryctolagus cuniculus, 4 urracas, Pica pica, 2 estorninos, Sturnus unicolor, 2 palomas torcaces, Liebre, Pito Real, Picus viridis, Corneja Común, Corvus corone, Codorniz Común, Coturnix coturnix, y passeriformes pequeños. 

 

Se calcula que un azor común necesita comer entre 150 y 180 gr. de carne fresca al día y muy excepcionalmente come carroña, probablemente solo en duros inviernos. Lo que sí parece claro es que algunos individuos pueden especializarse en la captura de determinadas especies. Probablemente en los hayedos de la Cordillera Cantábrica el urogallo no es una presa casual.

 

Azor-nido

 

Reproducción

El cortejo nupcial de azor común es muy espectacular. Realiza vuelos acrobáticos, en ocasiones combinados con planeos sobre la zona del nido, semejantes a los realizados por otras aves de presa.

 

El nido del azor común suele ser bastante grande sobre todo si, como sucede casi siempre, su construcción se limita a un aporte de material encima de otro nido viejo de él mismo o de otra especie. Tiene forma alargada y el mayor diámetro supera en pocos centímetros al metro. Es bastante plano, con un espesor de aproximadamente 25 cm y en el interior una copa de 30 cm de ancho y 6-8 cm de profundidad.

 

El área de cría puede contener varios nidos. Aunque en un primer momento parece que todos van a ser ocupados, pronto los azores se deciden por uno desde el que la hembra llama, con su grito chillón, al macho. Se dice que la elección de un nido viejo del año anterior la hace la hembra y si se trata de uno nuevo es el macho quien elige el lugar. Tan pronto como el nido está comenzado la pareja se posa junta en las proximidades y allí duerme, a una altura de entre 10 y 20 m. Poco antes de la salida del sol todos los días exteriorizan su celo con un dúo de chillidos continuos. Si se trata de construir un nido nuevo el macho hace todo el trabajo, y si de reparar uno viejo también la hembra ayuda algo. La mayoría del material está formado por ramas pequeñas secas que los pájaros cogen en las copas de los árboles. Solamente construyen en las primeras horas del día, cesando en el trabajo bastante antes del mediodía. El interior del nido está casi siempre forrado con hierba seca, cortezas y, en zonas de pinares, acículas secas y verdes de los pinos.

 

El comienzo de las puestas de huevos es variable en la Península Ibérica. En zonas de la España central han sido controladas en diversos años y se han producido en fechas tan distantes unas de otras como la última decena de marzo, primeros días de abril y primera quincena de mayo.

Cada puesta suele consistir en tres huevos, pero oscila entre uno y cinco. Una hembra suele comenzar a poner todos los años en la misma fecha y distanciar cada huevo tres días entre sí. Estos tienen color azulado o blanco sucio uniforme y sin marcas. La medida de los huevos obtenidos en España por coleccionistas extranjeros da un promedio de 56,3 x 43 mm.

 

La incubación comienza con la puesta del primer huevo y casi todo el trabajo es desempeñado por la hembra, aunque en los primeros días también el macho incuba por períodos cortos. A partir de la segunda parte de la incubación, después de los 15 días, el macho solamente se sienta en el nido unos minutos mientras la hembra come. La incubación dura no menos de 36 días y tampoco sobrepasa los 41. La hembra mientras está incubando es alimentada por el macho. Al principio, cuando este llega con una presa sale a su encuentro, pero más tarde la recoge cerca del nido, donde su pareja la deposita. Según se ha comprobado el macho no se aleja mucho de las proximidades del nido para cazar y espera con frecuencia a que este pequeño territorio sea invadido por algún arrendajo, paloma torcaz o mirlo para darles caza instantánea, de forma que puede decirse que aquella zona va quedando poco a poco deshabitada. Cuando nacen los pollos tienen un plumón blanco bastante espeso. A los 28 días de edad ya rasgan la carne de las presas, aunque continúan siendo alimentados por la hembra. A los 38 días casi están emplumados y se mueven muy curiosos por el nido mirándolo todo con atención. A partir de los 35 días vuelan a las ramas próximas y al mes y medio de vida lo hacen muy bien. Su dependencia de la hembra es tan grande que si ésta muere, el macho sigue aportando presas para alimentarlos, pero al no cebar, se puede dar el caso de que los pollos mueran hambrientos rodeados de abundante comida. 

Los jóvenes cazan con los adultos a poco de salir del nido, pero no son completamente independientes hasta los 70 días de edad.

 

 
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