Revista 85
Número 85

Vista-desde-castilloGalve de Sorbe

Dejamos atrás los espesos bosques de pinos del macizo de Ayllón en la sierra norte de Guadalajara para encontramos con Galve de Sorbe, vigilado desde su atalaya por el castillo de los Estúñiga. Las vacas que pacen junto a la carretera nos indican que la ganadería, especialmente de vacuno, sigue siendo el principal motor de la economía del pueblo.

Las calles de Galve son amplias y están enmarcadas por grandes casonas levantadas con solidos sillares de piedra caliza, muchas de ellas adornadas con relieves alegóricos a la Pasión o la Eucaristía tallados en el dintel de las puertas y ventanas. Gran parte de estas casas se encuentran en un estado de notable abandono, con sus tejados a punto de hundirse y sus puertas y ventanas desvencijadas por el tiempo y los elementos. La estampa ruinosa de estos bellos ejemplos de la arquitectura civil serrana provoca un sentimiento de tristeza al ver como este hermoso patrimonio se pierde para siempre por abandono y falta de medios.

 

Las calles del pueblo son amplias y salpicadas con plazoletas y rincones llenos de encanto. En estos lugares, orientados al sur para aprovechar el calor de los tímidos rayos de sol en las cortas tardes de invierno, se reunían los vecinos a realizar las tareas cotidianas o simplemente a charlar.

Puede que el lugar más característico de Galve, además de su castillo, sea su plaza mayor, con su ayuntamiento aportalado y su picota gótica, donde en tiempos ya remotos colgaban los cuerpos sin vida de los reos ajusticiados. Junto a la plaza del ayuntamiento hay un parque infantil en el que, junto a los columpios y toboganes, han colocado otra picota que originalmente estaba junto a la ermita de la Soledad. Galve de Sorbe cuenta con cuatro ermitas en su término municipal que dan testimonio del fervor religioso de los lugareños, por lo menos en otros tiempos. 

 

Galve de Sorbe tiene una población de 124 habitantes, aunque a comienzos del siglo pasado contaba con más de 500 almas. Desde entonces su número no ha hecho más que decrecer; solo en la década de los años treinta y posiblemente debido a la Guerra Civil, hubo un aumento de población en el pueblo.

 

Como ya hemos dicho la ganadería, especialmente la vacuna, es la principal fuente de ingresos del pueblo. Las vacas pastan solas en las amplias praderas que rodean Galve y en las cuatro dehesas que hay en el término municipal. Hace un siglo la explotación de las 260 ha de bosque que rodean el pueblo era una importante fuente de ingresos. Los carreteros de Galve iban a Madrid con sus carros cargados de madera. El viaje duraba veinte días. Los horguneros de todo Madrid, que son las varas finas que se emplean en los hornos, procedían de Galve de Sorbe. _Y durante el otoño y la primavera el bosque de coníferas se llenaba, aún lo hace, de vecinos y forasteros en busca de setas, especialmente los preciados boletus. Estos frutos del bosque proporcionan a los habitantes de estas tierras unos ingresos extras para afrontar el duro invierno y la persistente crisis económica. Hoy los lobos han vuelto a reconquistar estos parajes, que por derecho les pertenecen, y su aullido se escucha en las noches de luna llena.

 

Plaza-Ayuntamiento

 

De algún modo Galve de Sorbe fue, extraoficialmente, la capital de la sierra norte y contó siempre con un nutrido grupo de funcionarios: médico, sacerdote, maestro y boticario. Incluso tenía comercios donde los habitantes de la comarca acudían a comprar provisiones.

 

El edificio más emblemático de Galve de Sorbe es su castillo. Conocido como castillo de Zúñiga se encuentra en lo alto de un cerro al noroeste del pueblo. Fue construido sobre un castillo anterior, de origen árabe, que defendía la frontera del Califato de Córdoba con el Reino de Castilla.

 

La fortaleza se construyó en la segunda mitad del siglo XV, por los Estúñigas. En el siglo XVI fue propiedad de los duques del Infantado y Pastrana y en el siglo XVIII pasó a la casa de Alba, que lo cedió después al Estado, a quien perteneció hasta que en 1972 fue subastado y pasó a manos privadas.

 

Su planta forma un cuadrilátero irregular con torres cuadradas en los ángulos, más un cubo semicircular adosado a la mitad del paño sur, todo ello de mampuesto muy regular. Son dignos de mención las murallas y los fosos.

 

Castillo-desde-camino

 

Sobre la esquina noroeste se alza la hermosa torre del homenaje. Es de planta cuadrada y posee fuertes muros de sillar que lucen en sus esquinas sendas escaragüaitas, garitones cilíndricos sobre repisas varias veces molduradas, con sendos escudos de sus constructores, los Zúñigas. La torre está rematada por un saledizo sujeto con modillones de triple moldura.

 

En interior de la torre del homenaje está dividido en cinco plantas a las que se accede por una escalera. En la planta baja hay dos saeteras. En la primera, dos ventanas con alfiz enmarcando el escudo. En la tercera planta hay una gigantesca chimenea de piedra sillar de 10 m de lado y 20 de altura con un gran arco escarzano y ventanales escoltados por asientos de piedra. En la cuarta hay una pequeña ventana geminada, y está cubierta por una bóveda de cañón de sillería. Desde la terraza superior se contempla un increíble panorama.

 

El castillo de Galve, pese a su estado, está considerado uno de los monumentos de mayor valor histórico de la zona. Su riqueza arquitectónica y su posición geográfica, que dominante el valle del Sorbe y la sierra Pela, lo convierten en un símbolo indiscutible de la comarca serrana.

 

El problema actual que aqueja al castillo es el abandono en el que lo tiene su propietario, sumiéndolo en un proceso galopante y vergonzoso de degradación. Además, su propietario ha realizado recientemente diversas reconstrucciones arbitrarias. Esta actitud, que atenta contra el patrimonio histórico-artístico, carece además del amparo de las administraciones locales y estatales.

 

 
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