Posiblemente sea la rapaz diurna más abundante detrás del cernícalo común, ello gracias a su gran adaptabilidad y al hecho de no estar sufriendo tanto como otras especies la transformación del paisaje donde habita. Al ratonero le bastan algunas zonas arboladas para instalar sus nidos, a gran altura desde el suelo y en lugares donde abunda el alimento.
Es una rapaz de mediano tamaño, complexión robusta y coloración muy variable, que posee un aspecto bastante rechoncho cuando se la observa posada. En vuelo exhibe unas alas relativamente cortas y muy anchas y una cola no demasiado larga, que frecuentemente despliega en abanico, gracias a lo cual el ave puede practicar durante largo rato un vuelo sostenido que alterna con cernidos ocasionales. Su plumaje presenta numerosas variaciones individuales, por lo que se pueden observar desde individuos muy claros hasta ejemplares bastante oscuros. No obstante, la coloración más típica del adulto es de un tono marrón bastante homogéneo en las regiones dorsales y ligeramente más claro en las ventrales, donde aparece una franja pectoral blanquecina de desigual extensión. En vuelo se hacen patentes unas amplias manchas relativamente claras -muy barradas- coincidentes con las rémiges primarias y secundarias en su cara ventral. Las alas muestran el borde posterior recorrido por una banda oscura, al igual que la cola, que puede aparecer variablemente barrada. El joven presenta las partes inferiores de desiguales tonos marrones y las coberteras dorsales con bordes pálidos; además, su cola está finamente barrada, pero carece de la ancha banda terminal propia de los adultos. Visto ventralmente, no se aprecia con nitidez el reborde posterior oscuro de las alas, y tanto estas como el cuerpo dan la sensación de estar más estriados que barrados. Finalmente, a diferencia de los adultos, que poseen el iris de color oscuro, el del joven es bastante claro.
El busardo ratonero es un pájaro ligado al bosque, pero no
totalmente como puede serlo el azor común. Vive en bosques de todas
clases situados en plena campiña o en la montaña, pero siempre
ocupando una zona próxima a terreno abierto. También habita lugares
con pocos y diseminados árboles, grandes extensiones de cultivos y
paisajes de montaña.
Se trata de un ave de presa que produce la impresión engañosa de
ser un pájaro extraordinariamente indolente y perezoso. Aunque es
muy activo pues vuela al descubierto con frecuencia y planea sobre
los campos y bosques, también permanece largos intervalos posado en
un árbol o en lo alto de un poste del tendido eléctrico o de una
cerca. Cuando inicia el vuelo, este es
Busardo ratonero
Buteo buteo
Accipitridae
Accipitriformes
115 a 130 cms.
55 cms.
De 600 a 1.225 gr.
Hasta 25 años
Residente
bastante lento y trabajoso, como si le resultara difícil separarse de los árboles que rodean su posadero, pero una vez a cierta altura planea lenta y muy hábilmente. elevándose en espiral como si no tuviera prisa alguna por alejarse del lugar.
Tiene un vuelo majestuoso, aunque un poco lento en sus
movimientos. Cuando toma altura, lo hace aprovechando las
corrientes de aire cálido y en una trayectoria circular mientras se
va elevando. El ratonero planea durante largos periodos en busca de
alguna presa con la que alimentarse. En ocasiones puede llegar a
cernirse en el aire durante un largo periodo de tiempo. Una vez
localizada la presa, generalmente usando la vista si está volando o
el oído si está posado cerca del suelo, se lanza con gran habilidad
sobre esta utilizando sus garras para inmovilizarla y su poderoso
pico para desgarrarla.
El busardo ratonero es una buena especie para el estudio de la
conducta territorial de las aves de presa, porque sus territorios
son comparativamente pequeños y pueden ser contemplados desde un
punto estratégico, ya que las costumbres notorias y aéreas de la
especie facilitan la observación. El ratonero es sedentario y muy
territorial. Una pareja establecida en un lugar, permanece en una
zona pequeña durante toda su vida. Los jóvenes criados por la
pareja se dispersan a lugares próximos, donde ocupan plazas
vacantes por muerte de adultos. El sentido territorial es más
intenso en los meses primaverales, pero para esta ave de presa
empieza con el celo probablemente desde la mitad de enero, en que
ya se pueden contemplar evoluciones y ataques ocasionales a otros
ratoneros que invaden su territorio. En éste dispone de varios
posaderos y que con frecuencia son el tope o las ramas altas de un
árbol seco, una repisa rocosa, o un poste aislado. El territorio es
muy variable en extensión y a veces puede quedar reducido a
solamente un kilómetro cuadrado, zona pequeña, pero que, no
obstante, comprende un bosque o sotobosque y gran extensión de
campo abierto, terrenos de cultivo y praderas. Normalmente está
condicionada la superficie del territorio a la abundancia de presas
o a la densidad de ratoneros en la zona.
En general se alimenta de pequeños mamíferos, roedores sobre todo, que caza en el suelo. Pero también captura pequeños y medianos pájaros, numerosos reptiles y batracios y gran cantidad de insectos. Se trata de una especie que explota una gran variedad de fuentes de alimentación, desde lombrices de tierra hasta gazapos de conejo. Y es muy probable que la especie deba sus altas cotas de reproducción y densidad precisamente a su adaptabilidad y falta de especialización para escoger la comida. Se ha dicho siempre, y puede afirmarse aquí de nuevo rotundamente, que el ratonero es un gran cazador y devorador de ratones. En esta faceta entra en competencia con otras especies de animales como el zorro Vulpes vulpes y la comadreja Mustela nivalis, que ocupan su mismo nicho ecológico.
En los muchos estudios realizados sobre la alimentación del
ratonero se estima que los micromamíferos, especialmente el ratón
de campo Apodemus sylvaticus es su principal víctima, constituyendo
aproximadamente el 50 por 100 de la dieta en época de cría.
De 4.042 pequeños vertebrados identificados, 3.940 fueron
micromamíferos, 833 topos, 44 medianos mamíferos (menos de una
docena, conejos), 814 eran pájaros de mediano tamaño y paseriformes
pequeños, 46 peces y 198 anfibios y reptiles. También se
descubrieron invertebrados, en especial escarabajos y larvas. En
determinadas condiciones, los ratoneros dependen en gran medida de
este tipo de alimentación. En cuanto a su afición a la captura de
topos, ya se mencionaba hace muchos años la especial destreza de
este pájaro vigilando las toperas y cómo, en el momento en que la
tierra se movía saltaba del posadero y atrapaba sin remisión al
descuidado animal.
La mayor parte de las presas son capturadas después de ser
localizadas por la vista cuando vuela en círculos, a baja altura a
veces, pero también a menudo desde cien metros. Se considera que la
vista del busardo ratonero es la más aguda de todas las aves de
presa. Estudios de alto valor científico han descubierto que en la
llamada fovea, mácula glútea o mancha amarilla de la retina del
Ratonero, existen un millón de conos por milímetro cuadrado, por lo
que la sensibilidad retiniana es máxima. Pero no sólo la vista es
usada para la caza, sino también el oído. Con frecuencia un
ratonero posado en un poste examina el suelo bajo él y percibe por
el oído cualquier pequeño rumor que un ratón o un topo produzcan
entre la hierba. Una vez que ha localizado exactamente la presa,
deja su posadero y desciende en suave y lento planeo al suelo,
donde es sorprendentemente ágil. Corre muy rápidamente y captura
topos, con gran habilidad. Su comportamiento es similar al de un
zorzal a la captura de insectos y lombrices de tierra: una corta y
rápida carrera, una pausa y un repentino picotazo en un gusano o un
escarabajo.
En el mes de febrero comienzan con intensidad los vuelos de manifestación del celo, que se intensifican en marzo sobre todo en los valles y campiñas del norte de Iberia. Los dos adultos construyen el nido en un árbol, preferiblemente una especie caducifolia, pero también en coníferas, a alturas que oscilan entre seis y treinta metros. A veces el nido puede estar situado en el entrante de un roquedo y no es rara esta situación en zonas montañosas.
El nido suele tener un diámetro entre 60 y 90 centímetros y un
espesor de 30 a 50 centímetros y está formado por material
consistente siempre en palos secos, raíces y ramas cortas. El
interior está al principio recubierto con hojas verdes de árboles
próximos. Casi siempre la estructura es abultada y muy notoria,
sobre todo cuando se construye en un árbol caducifolio que en el
mes de marzo aún carece de hoja. No parece existir constancia del
uso año tras año del mismo nido, pues en la zona o territorio y con
frecuencia muy próximos unos a otros, existen varios nidos viejos
usados en años anteriores.
La puesta es variable entre dos y seis huevos. En la Península
Ibérica la mayoría de las puestas son de tres y cuatro huevos y
comienzan a poner en fechas variables según la región, pero
generalmente muy temprano en las sierras españolas del centro y el
sur y algo más tarde en el Cantábrico y Galicia.
Los huevos tienen el fondo de color blanco azulado o gris muy mate
con manchas marrones distribuidas por toda la superficie, pero más
concentradas en el extremo ancho. Son de forma bastante esférica y
los depositan a intervalos de dos a tres días, comenzando la hembra
aparentemente la incubación con el primer o segundo huevo. El
promedio de medidas obtenidas para diez huevos en el norte da 52 x
41,5 milímetros. El macho sustituye a la hembra en el nido si esta
sale a comer, lo que realiza pocas veces pues aquel trae presas y
la ceba mientras dura la incubación.
Aunque en la mayoría de las aves de presa el macho permanece
posado próximo al nido, durante la incubación los machos de Busardo
Ratonero vuelan sobre la zona continuamente, patrullando y buscando
presas, que en los primeros días de la incubación casi siempre son
micromamíferos y ranas en el norte de la Península Ibérica.
El nacimiento del último pollo sucede después de treinta y cinco
días de incubación, aunque varios días antes nace el del primer
huevo. La hembra no se mueve del nido y se levanta difícilmente aun
acercándose un observador al árbol. Al nacer, los pollos están
cubiertos con un plumón marrón grisáceo por encima, con una mancha
oscura alrededor de los ojos a modo de antifaz y con las partes
inferiores blancas. A los doce días de edad ya les salen algunas
plumas. Al principio existe gran diferencia entre ellos, pero las
presas aportadas por los padres son tan abundantes que pronto se
igualan en tamaño. Sin embargo, es curioso que en casi todos los
nidos hay un pequeñísimo ratonero que muchas veces muere aplastado
por sus hermanos. A los ocho días del nacimiento la hembra acompaña
al macho en la caza de presas, volando juntos con frecuencia sobre
el bosque con actitudes que recuerdan el cortejo de los días del
comienzo de la nidificación. Al cumplir un mes de edad los pollos
son capaces de rasgar y comer las presas que los padres les traen
al nido. Los ratoneros jóvenes, al abandonar el nido y dispersarse
por sus proximidades, no son tan mansos como las crías de Halcón
Abejero. Son muy desconfiados y procuran no apartarse mucho de los
adultos, con los que planean y vuelan en campo abierto dentro del
mismo territorio o zona donde está el nido. La dispersión
posgenerativa no comienza, en general, hasta pasado el verano y
parece ser que afecta poco a los ratoneros ibéricos que muestran un
extraordinario apego a su lugar de nacimiento.
Hace algunos años, esta especie se vio muy afectada por la persecución directa de los cazadores, ya que se la consideraba perjudicial para los intereses cinegéticos. Actualmente, siguen siendo muchos los ejemplares abatidos de forma ilegal y a estos se unen las bajas ocasionadas por los tendidos eléctricos, los atropellos y los venenos, a los que el ave resulta sensible dados sus hábitos parcialmente carroñeros.