Cantalojas se extiende en la llanura caliza de la Sierra de Ayllón, rodeado por el parque natural de Tejera negra. Típicamente serrana, su arquitectura se estructura en anchas calles y plazas y casonas de sillar con decoraciones de blasones.
Este pequeño pueblo está situado en los límites de la provincia de Guadalajara. Más allá comienza la provincia de Segovia, a la que perteneció durante siglos. Muchos turistas llegan a su término municipal para visitar el hayedo de Tejera negra, uno de los más meridionales de Europa, que en otoño regala a los visitantes un espectáculo de color cuando sus hojas abarcan todo el espectro de tonos ocres y amarillos. Sin embargo, pocos forasteros se detienen a visitar el núcleo urbano.
Cantalojas sorprende a los visitantes con bellos ejemplos de
arquitectura serrana; pese a estar incluido dentro de los pueblos
de la arquitectura negra el pueblo cuenta con un amplio muestrario
de construcciones heterogéneas cuya materia prima básica es la
piedra, tanto de pizarra como caliza. A veces ambos materiales se
combinan, usándose la piedra caliza en las esquineras y dinteles
mientras la pizarra levanta gruesos muros. Las ventanas son
pequeñas para evitar que se pierda el calor del interior de las
viviendas.
A medida que uno se adentra por sus calles el pueblo va mostrando
sus encantos: sorprende el buen estado de conservación de su
caserío, así como la casi total ausencia de edificios que
desentonen por usar materiales ajenos a la comarca, algo muy común
en la mayoría de los pueblos de Guadalajara y que rompe la armonía
arquitectónica y la estética de nuestros municipios. Las calles en
Cantalojas son amplias y están pobladas de rincones y solanas,
donde tomar el sol durante las frías tardes de invierno a la vez
que protegen de los vientos del norte. Es algo muy común que todas
las casas tengan un banco o poyo junto a la puerta de la calle, que
invariablemente está situada en el muro sur de la vivienda. Las
casas forman grupos compactos en los que parece que un edificio se
apoya en el vecino. Da la impresión de que si una de estas casas se
hundiese toda la manzana se vendría abajo como un castillo de
naipes.
En el año en 1846 Cantalojas tenía 304 almas, en 1900 vivían en
el pueblo 626 personas, y en 2013 Cantalojas contaba con 158
habitantes La dureza de la vida en estos parajes, las malas
comunicaciones y los largos inviernos hicieron que el pueblo se
fuese despoblando poco a poco.
Su medio de vida está ligado al aprovechamiento de los recursos
naturales de su término municipal, principalmente sus abundantes
pastos. La ganadería, lanar y vacuna es el principal medio de vida
para los vecinos. En los últimos años el turismo está tomando
fuerza como una alternativa viable y respetuosa con en entorno.
Durante el otoño la mayoría de los vecinos obtiene unos ingresos
extras recolectando los preciados boletus. Y últimamente los
lugareños han tenido algún roce con las mafias y los grupos
organizados que esquilman el bosque sin el más mínimo
escrúpulo.
Una reminiscencia de la importancia ganadera que el pueblo tuvo en
el pasado es su feria de ganado que todavía hoy, cada 12 de
octubre, se celebra en Cantalojas y que tiene el honor de ser la
más antigua e importante de toda la provincia de Guadalajara. El
pueblo está ubicado en la Sierra Norte de Guadalajara, a 95
kilómetros de distancia de la capital de la provincia y situado a
una altura de 1.315 metros sobre el nivel del mar.
Debido a situación geográfica, los alrededores del municipio son
montañosos. El término municipal se encuentra bañado por los ríos
Lillas y Zarzas que, poco más abajo, cuando se encañonan, pasan a
ser conocidos como el río de La Hoz, que es un afluente del río
Sorbe y que en su recorrido se adentra por parajes pintorescos,
algunos de ellos de difícil acceso.
El clima de Cantalojas es mediterráneo con clara continentalidad.
Frío en invierno y bastante suave en los meses de verano. Mientras
que en verano no se suelen superar los 30 grados, en invierno se
llegan a alcanzar temperaturas de entre -15 y -20 grados. La media
anual nunca llega a 8 grados.
Debido a su situación y a la distribución de los pueblos
prerromanos habitualmente aceptada, el territorio estuvo ocupado
por celtíberos. Cantalojas perteneció tras la reconquista cristina
de la zona, al común de Villa y Tierra de Ayllón permaneciendo en
él, y en el señorío de sus sucesivos dueños, hasta épocas
recientes.
Dicha comunidad estaba integrada en la provincia de Segovia. En la
reforma provincial de 1833, el sexmo de la transierra (Cantalojas y
otros pueblos) fue incorporado a la provincia de Guadalajara.
En la provincia de Guadalajara sobreviven cuatro pueblos del Común
de Ayllón: Campillo de ranas, Cantalojas, Majaelrayo y Villacadima.
Estos eran parte de una sesma, la de la transierra, compuesta de un
total de cuatro pueblos y un concejo. Se encuentran situados en la
vertiente meridional y rinden sus aguas al Tajo. Estas sesmas eran
regidas por un sesmero elegido entre los hombres de la demarcación,
que pagaban cierta cantidad al señor de Ayllón al tiempo que
contribuían con hombres de armas a sus ejércitos.
Cercano al pueblo, sobre una prominencia del terreno que preside
el cauce hondo del Sorbe, en el lugar que se conoce como El
Castillar, quedan los maltrechos restos de los muros de pizarra de
un castillo, que en Cantalojas se atribuye a los moros, y que, sin
duda, fue en principio castro ibero y posteriormente se aprovechó
para colocar una torre vigía y un pequeño reducto militar en la
Edad Media, que vigilaba el paso frecuente de gentes por esa zona
de comunicación entre ambas mesetas. Estas ruinas se corresponden
con el castillo de Diempures que se menciona en el Fuero de
Atienza, en el siglo XII, como lugar límite entre territorios
forales y comunales de Atienza y Ayllón.
El edificio más representativo del pueblo es la iglesia de San
Julián. De estilo románico, su planta es rectangular, con una nave
rematada por un ábside de cabecera plana y una torre-campanario
situada en la fachada occidental. Se accede al templo por el
pórtico sur, que está protegido por un atrio.
El templo fue reconstruido en el siglo XVI y sufrió importantes
reformas en el siglo XIX realizadas en mampostería, salvo el
ábside, los refuerzos de las esquinas, los contrafuertes y la
tercera planta de la torre, realizados en sillar de buena calidad y
seguramente aprovechando elementos del templo anterior, como
parecen indicar las marcas de cantero halladas en algunas zonas del
templo.
Sin duda, la joya de Cantalojas es el hayedo de Tejera Negra,
integrado en el macizo de Ayllón, en el extremo oriental del
Sistema Central. En 1974 fue declarado Sitio Natural de Interés
Nacional, y posteriormente, en 1978, recibió la clasificación de
Parque Natural con una superficie de 1391has. En 1987 se aprueba
una ampliación del Parque de 250 has siendo la superficie actual de
1641 has.
El parque está configurado por los valles Lillas y Zarzas, en cuya
cabecera nacen los ríos que les dan nombre. Estos nacen en el valle
glaciar de la Buitrera, en las partes más altas del parque, con
altitudes que oscilan entre 1900 y 2000 metros. En este paraje se
encuentra un representativo y excepcional bosque de hayas, que es
uno de los más meridionales de Europa. El valle del Lillas es más
abierto, presenta profundos barrancos en ambas laderas y allí
encontramos los Barrancos, Chozos y Carretas en la ladera derecha y
Valdehorcajo en la izquierda.
El valle del Zarzas es más angosto: mientras que la vertiente
izquierda es más homogénea, la derecha está jalonada por multitud
de barrancos de fuertes pendientes como los de La Laguna y Tejera
Negra, el cual da nombre al Parque.
El microclima del Parque, junto a su aislamiento, ha permitido la
conservación de singulares masas vegetales, especialmente el haya,
al poseer un clima más próximo al atlántico centroeuropeo que al
mediterráneo. De hecho, la presencia del haya solo es explicable
por estas condiciones climáticas.
Respecto al clima, lo podríamos caracterizar por veranos suaves y
frescos e inviernos fríos y muy duros, con nieve durante dos o tres
meses.
Del haya se dice que es un árbol muy exigente al que le gusta
tener la cabeza mojada y los pies secos. Es decir: necesita mucha
humedad, pero no tolera los encharcamientos. En Tejera Negra llueve
bastante para satisfacer a las hayas pero las empinadas laderas
proporcionan un eficaz drenaje. Ambos hechos, en combinación, han
permitido conservar este hermoso bosque desde hace siglos.
El mayor atractivo del Parque lo constituye la masa forestal de
hayas, con una extensión cercana a las 400 has. En un recorrido por
el parque pueden observarse, en el estado más puro, hayas
centenarias (algunas de más de 300 años), compartiendo espacio con
otras más jóvenes. Sin olvidarnos del melojo y el pino silvestre
(principalmente en las solanas), los tejos(algunos de más 600 años)
y los acebos y abedules, especies protegidas, en zonas más húmedas.
También se pueden encontrar las formaciones arbustivas de piornos
serranos y brezos, junto con los arándanos, enebros y gayuba, que
protegen los suelos de fenómenos erosivos.
En los espacios abiertos de hayedos, rebollares y pinares
encontraremos matorrales como la retama negra o la retama blanca,
junto a brezos rosados y blancos y, en suelos más pobres, las
estepas, especie de matorral predominante.
También cabe mencionar la gran variedad de hongos que crecen en
este ambiente, entre los que destaca el boletus, Con pie grueso, de
color blanquecino o marrón claro, y sombrero con cutícula de color
marrón, nacen al final del verano y durante el otoño.
El Parque cuenta con numerosos hábitats, siendo los más altos los
más pobres en cuanto a fauna. Pueblan esta zona lagartijas,
lagartos, verdinegros, chovas piquirrojas, vencejos comunes y
buitres leonados. En las zonas boscosas podemos encontrar un mayor
número de especies. Entre las aves destacan por ejemplo garrapino,
carbonero común, mito, herrerillo común, pinzón vulgar, reyezuelo,
trepador azul, gavilán, carabo, búho chico… Los mamíferos que
habitan en este lugar son: lirón careto, ardilla, comadreja, gato
montés, jabalí, corzo y una gran variedad de murciélagos. En los
últimos años los lobos han vuelto a poblar estos parajes.