Rodolfo Llopiz llegó en el año 2007 a El Casar, donde montó el taller de serigrafía Quimbicuarta en el polígono industrial La Llave. La nave constaba de dos plantas, en la planta baja estaba el taller de serigrafía plana, textil y fotografía tradicional y en el piso superior se encontraba el estudio donde realizaba su labor creativa. Poco a poco, casi sin darse cuenta, Llopiz se fue aislando del mundo y acabó casi recluido en su espacio creativo, sin normas ni rutinas.
Durante este tiempo se adentró en el mundo de la informática y
descubrió en el ordenador la herramienta ideal para dar forma a sus
ideas. En este periodo una parte importante de su trabajo se centró
en producir camisetas serigrafiadas con diseños creados por él que
después se vendían en un puesto del Rastro de Madrid. Es posible
que muchos de ustedes, sin saberlo, tengan una camiseta con un
diseño suyo.
Rodolfo
Llopiz nació en la Habana el 17 de julio de 1966. Desde niño supo
que se quería dedicar a la pintura. Su pasión por ella lo llevó a
cursar sus estudios en la academia de arte San Alejandro, que tiene
el honor de ser la escuela de arte más antigua de América Latina.
Allí también estudiaron patriotas cubanos como José Martí o Camilo
Cienfuegos. Con 19 años se graduó en pintura y grabado y después
hizo el servicio social en Guáimaro, el municipio cubano más
oriental de la provincia de Camagüey, como instructor de arte en
una Casa de Cultura. A los dos años escapó a la Habana para no ir a
la guerra de Angola; miles de cubanos murieron en la contienda que
asoló el país africano. Durante tres años vivió como prófugo
evitando recoger las citaciones del ejército que lo reclamaban. A
los 27 años pasó a la reserva y se vio libre. En el año 89 entró a
trabajar en el taller de serigrafía de René Portocarrero, por donde
pasaron importantes artistas como Martín Chirino. Allí realizó una
carpeta de serigrafías homenaje a Tino Casal. El taller se
convirtió en el centro cultural de Cuba en los años 90.
En enero del año 96 la Asociación Cultural Arci Nova lo invita a
Italia, junto con otros cinco pintores cubanos, para realizar la
exposición itinerante Ver para creer. Luego regresó a Cuba, donde
impartió cursos de serigrafía en la Asociación internacional de
grabadores. Allí realizó dos exposiciones de collagegrafía. Cinco
meses después regresa a Italia para realizar una exposición
individual en Benevento y consigue también una beca para realizar
una carpeta de grabado en Weimar (Alemania). En esa época colabora
con la galería RAM en Zúrich y la galería Canvas en
Ámsterdam.
En marzo del año 2000 viene a España y se queda por razones
sentimentales. Se establece en Barajas donde trabaja en el taller
Bernard estampa artística y en el taller Fuera de serie de
serigrafía artística.
En el año 2007 se establece en el polígono La Llave de El Casar,
pero en el año 2014 tuvo que cerrar el taller a consecuencia de la
crisis económica. Actualmente está inmerso en un nuevo proyecto de
producción artística en Málaga que. en los últimos tiempos y
gracias al apoyo institucional, se está convirtiendo en un
importante foco artístico.
La pintura de Llopiz está catalogada dentro del Pop-Art, aunque
él, debido a sus orígenes caribeños prefiere denominar a su obra
como Salsa-Art. Sus trabajos son una mezcla de imágenes en las que
combina lo serio con la broma, el texto con la imagen y el color
con el negro. Le gusta definirse como un manoseador de imágenes y
su obra está marcada por la descontextualización de imágenes de
otros artistas. Llopiz cree que el Arte está viviendo un efecto de
factura industrial donde se pierde la huella del artista. Piensa
que vivimos en un tiempo donde todo es posible y nada es verdad.
Actualmente trabaja en una serie gráfica con el título Billetes a
la medida de las necesidades hechos con los parámetros
establecidos.