El aguilucho lagunero occidental Circus aeruginosus es el mayor de todos los aguiluchos y el más fácil de identificar pues la carencia del típico obispillo blanco, su estructura robusta a la vez que estilizada y una mayor envergadura lo delatan.
El aguilucho lagunero es una rapaz de tamaño medio y aspecto bastante estilizado, aunque ciertamente más robusto que los restantes aguiluchos presentes en nuestra fauna, a los que también supera en envergadura. Como es habitual en otros miembros del género Circus, la especie presenta un acusado dimorfismo sexual, ya que la hembra es bastante mayor y más pesada que el macho, y ambos sexos exhiben plumajes muy diferentes. En el macho adulto predominan los tonos marrones en el dorso, aunque la cabeza y la nuca son amarillentas o ligeramente grisáceas y surcadas por finas líneas oscuras. Las partes inferiores -especialmente a la altura de las patas y el bajo vientre- suelen adquirir un color rojizo, que va dando paso al crema o blanco sucio a medida que subimos hacia el pecho y la garganta, los cuales aparecen suavemente listados. Las rectrices y rémiges secundarias son grises; estas últimas describen una extensa banda alar, muy visible en vuelo. Ventralmente, las alas del macho son más bien claras -blancuzcas o de color gris pálido- y en ellas destacan fuertemente las negras rémiges primarias. Las hembras adultas, por su parte, resultan bastante más oscuras y menos contrastadas, en conjunto, que sus parejas, pues lucen un plumaje -tanto dorsal como ventralmente- dominado por los tonos pardos oscuros, que en la cabeza, la garganta y los hombros son sustituidos por otros amarillentos o blanquecinos. Los ejemplares recién salidos del nido se parecen bastante a las hembras, aunque resultan más homogéneos y ligeramente más oscuros; además, solo presentan manchas más claras en la cabeza, la nuca y la garganta. El aguilucho lagunero no llega a ser adulto hasta iniciar el tercer año de vida.
Entre la librea juvenil y la de adulto existen varios plumajes de
transición que definen las diferentes edades del ave. Por otra
parte, el aguilucho lagunero es una especie en la que no son raros
los casos de melanismo y la aparición de diseños atípicos, lo que
en ocasiones puede dificultar su identificación y propiciar las
confusiones con especies de tamaño semejante.
El aguilucho lagunero es una típica ave de presa de marismas, aunque en migración frecuenta las costas y el campo abierto, pero no suele ser observado lejos de marjales y lagunas. Vuela bajo, como los demás aguiluchos, pero también lo hace a mayor altura, generalmente entre tres y cinco metros sobre el suelo y las plantas palustres. Aparentemente vuela con lentitud; esta impresión se debe a su mayor tamaño, puesto que en vuelo de caza se estima que alcanza los 50 kilómetros. por hora, por lo que es más rápido que la mayoría de los aguiluchos. Se trata de un pájaro extraordinariamente perezoso y apático que procura cazar presas fáciles, como jóvenes aves
Aguilucho lagunero
Circus aeruginosus
Accipitridae
Accipitriformes
48-55 cm.
1,1-1,25 m
400-800 gr.
Residente
acuáticas y otras que han sido heridas en las cacerías. Permanece largos períodos de tiempo posado en el suelo o en arbustos muy bajos y habitualmente la pareja permanece junta. En el vuelo de caza, cuando descubre una presa, se detiene y gira en el aire, lanzándose muchas veces al agua y efectuando una corta zambullida para capturar una rana en aguas someras o un pollo de Focha Común, Fulica atra, o de Gallineta Común, Gallinula chloropus. Fuera de la época de reproducción, como los demás aguiluchos es un pájaro muy silencioso.
Se alimenta de ranas fundamentalmente, pero también de pequeños
mamíferos hasta el tamaño de un gazapo, culebras, lagartos e
incluso insectos. Es un enorme depredador de huevos y pollos de
aves acuáticas, que cuando están heridas o enfermas no pueden
defenderse y son capturadas y muertas por el aguilucho. Este suele
invariablemente transportar a sus presas con la pata izquierda y, a
pesar de su tamaño y aspecto, muchas posibles presas se escapan de
sus garras defendiéndose solas o formando una enorme bandada que
atrae a otras aves acuáticas de las proximidades que, en un gran
ejemplo de solidaridad en el mundo animal, obligan al aguilucho a
huir y dejar su presa.
Según el número de presas aportadas por el macho a la hembra en
los nidos, el consumo diario de un adulto es muy pequeño.
Probablemente está comprendido entre 50 y 100 gramos.
El territorio que una pareja de aguiluchos laguneros ocupa durante la nidificación no es muy extenso, aunque como en otras especies debe separarse el territorio de caza, más extenso, y el territorio del nido, en general muy reducido. La agresividad de los aguiluchos es muy variada. Se ha estudiado su conducta ante los intrusos y en la mayor parte de los casos un ave de presa que pasa a 100 o 120 metros del nido no provoca ninguna reacción de agresividad. A menos de 100 metros el comportamiento es variable, pero no siempre netamente hostil. El aguilucho que se acerca a 10 o 15 metros alrededor del nido es casi siempre atacado vigorosamente. Estos límites de tolerancia son igualmente válidos en altura en la vertical del nido. Las reacciones de los adultos ante la entrada de una persona en su territorio son del mismo orden pero más fuertes y sensibles. A 200-300 metros del nido un observador colocado al descubierto inmóvil, no provoca a los pájaros. A los 100-150 metros, perturba su comportamiento sin inhibirles. A partir de 50-60 metros su presencia da lugar a un alejamiento silencioso de los aguiluchos. Solamente gritan y dan pasadas sobre el intruso si este se acerca mucho al nido.
Sin embargo, toda tentativa de construcción de un nido por otra
pareja a menos de 60 metros provoca una reacción violenta y cada
macho caza en un territorio que alcanza de 270 a 420 hectáreas,
alejándose con frecuencia más de dos kilómetros del nido. Estas
cifras no son muy elevadas si se comparan con los extensos
territorios de caza del aguilucho pálido, Circus cyaneus, y no hay
duda que están condicionados por la abundancia de presas en el
biotopo acuático.
Este pájaro tiene tendencia a la sociabilidad y se agrupa en
dormideros de cinco a veinticinco individuos en los carrizales.
Los vuelos nupciales consisten en picados y ascensos rápidos que
terminan con un descenso hasta casi tocar el suelo, con las alas
plegadas y gritando fuertemente.
La alimentación de la hembra y los jóvenes se basa en las presas
que aporta el macho al modo tradicional de los aguiluchos. Cuando
la hembra sale al encuentro del macho que trae la comida, este
vuela dejándose perseguir por aquella unos momentos hasta que se
posa en el suelo y allí deja la presa a la hembra, o también la
suelta en pleno vuelo atrapándola hábilmente su pareja. Este hábito
de que el macho provea casi exclusivamente las presas para la
alimentación, tiene una gran importancia ecológica cuando la
alimentación es escasa. El macho no puede entonces nutrir
suficientemente a la familia y ella debe abandonar momentáneamente
a los pollos para compensar la escasez de alimento.
La puesta de los huevos suele tener lugar en los primeros días de
abril, una vez que el macho ha construido el nido casi en su
totalidad. Dos o tres semanas antes de la puesta, el macho aporta
los materiales que la hembra arregla y entrelaza sobre los
carrizos. La proximidad de la puesta se nota en estos aguiluchos,
como en los demás, porque unos días antes la hembra permanece
posada casi siempre en las proximidades del nido y se resiste a
volar, siendo durante este tiempo alimentada por el macho que
aporta una o dos presas diarias y cuando faltan dos días, tres o
cuatro presas diarias.
Normalmente, los nidos están situados en medios acuáticos y
formados por una pequeña plataforma de 40 centímetros de diámetro y
2-3 de espesor.
La puesta puede ser de tres a ocho huevos puestos a intervalos de
dos o tres días y en ocasiones parece que hasta de cinco días. Las
puestas usuales en la Península Ibérica oscilan entre cuatro y seis
huevos, siendo cinco lo más habitual. Su color es blanco azulado
pálido sin brillo y con frecuencia están marcados con puntos
oscuros. Las medidas obtenidas en 25 huevos dieron un promedio de
50,1 x 38,5 milímetros.
La incubación dura entre 33 y 38 días, a menudo 36 días para cada
huevo. En los nidos hay una gran diferencia en el tamaño de los
pollos sobre todo entre el más joven y el mayor, pero no existe
agresividad entre ellos y pueden criarse todos con éxito. Los
cañones de las plumas de las alas, comienzan a salir entre el
plumón a los siete días. A los 21 días ya están muy cubiertos con
plumas y casi totalmente a los 28 días. Entre los 35 y los 40 días
comienzan a realizar sus primeros vuelos. Como otros aguiluchos
jóvenes, mientras están en el nido son muy agresivos cuando se
aproxima un intruso, defendiéndose con las garras, agitando las
alas y abriendo amenazadoramente el pico. La hembra es muy solícita
con los pollos y rara vez abandona el nido, normalmente por la
tarde si el macho tarda en aportar presas y no contesta a sus
llamadas. Los machos de este aguilucho visitan el nido más a menudo
que otros, pero nunca han sido vistos alimentando los pollos.
Los jóvenes no pueden volar bien y seguir a los adultos hasta los
55-60 días de edad, pero durante este corto período se alimentan
con las presas aportadas por ambos adultos y es curioso contemplar
cómo salen volando hacia arriba, torpemente, de entre los carrizos
cuando los padres se aproximan y llaman.
El éxito en la reproducción es muy variable. De 66 huevos
controlados en Europa en 14 nidos, se desarrollaron bien 45 jóvenes
(68,2 % de los huevos y el 88 % de los huevos que eclosionaron). Se
calcula que, como máximo, pueden ser criados seis pollos en un solo
nido.